Mariela

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A la mañana siguiente cuando desperté ya Carlos se había ido a su trabajo, me parecía realmente impresionante como una persona podía dormir y vivir una mañana tranquila luego de haber lastimado física y mentalmente a otra.

Digo mentalmente porque no solo me había lastimado el rostro, ahora sentía miedo hasta de su sombra.

Cuando entre al baño y me mire en el espejo comencé a llorar, la bofetada de Carlos había sido con tal fuerza que marca de su mano había quedado en mi rostro, me tocaba la marca haciendo lo posible por aguantar el dolor y recordaba una y otra vez la escena en mi mente.

Me decía a mí misma ¿Qué dije? O ¿Qué hice? Para que reaccionara así, el tema sobre la comida que no le gustaba y que por accidente había colocado en el relleno del pavo aun me parecía totalmente ridículo como para haber terminado de esta manera.

Intentaba evitar pensar en mi hermana advirtiéndome, tampoco quería recordar las palabras de mi madre cuando éramos niñas:

"Tu padre puede tener su carácter. Puede ser machista, mandón y un hombre difícil de entender, pero jamás haría absolutamente nada para lastimarme y es por eso que ustedes 2, mis hijas cuando sean esposas y mujeres de casa, no deben dejar que nadie les haga daño. ¿Cómo hacen eso?. Siendo unas buenas esposas y haciendo felices a sus maridos."

Aunque yo no era la esposa perfecta ni tampoco la más experta en ser ama de casa, hacia siempre todo lo posible por mantener feliz a Carlos. Al igual que mi madre sabía que era un hombre difícil de entender al igual que mi padre, pero siempre me mantenía con una gran sonrisa y disposición para él, simplemente no entendía porque luego de haberme esforzado tanto por esa cena y por pasar una gran y tranquila hermosa noche de navidad, había recibido una gran bofetada en mi rostro.

Mientras estaba en total silencio y aun sentía como las lágrimas se me escapaban solas, me coloque un vestido sencillo y me peine un poco el cabello.

No quería estar sola y es que la verdad yo misma ni siquiera entendía que era lo que sentía en aquel momento, tanto dolor, tanta tristeza, tanta confusión. Pude ser más valiente y tomar el primer autobús directo hacia la casa de mis padres, pero no quería que papa matara a Carlos con su escopeta luego de enterarse de lo que había sucedido.

Temblando y con mucha vergüenza, toque la puerta de la única persona en quien sabía que podía confiar.

La vi abrir la puerta sonriente sin observarme mucho, yo solo estaba allí parada totalmente seria mientras intentaba contener mis lágrimas -¡Mari. Te guarde unas galletitas que hice anoche, adema..... – Comenzó a detallarme mucho más. –Mariela ¿Qué ocurrió?.- Dijo impresionada mientras colocaba una de sus manos en su boca para tapar la impresión.

No pude aguantar más ni mi dolor ni mi vergüenza e inmediatamente comencé a llorar mientras me acercaba a ella con los brazos extendido para abrazarle.

-Dios mío. Cariño.- Escuchaba como su voz también se quebraba mientras acariciaba mi cabello.

Mi amiga me invito a pasar, yo me senté en el sofá en silencio mientras ella sin decime ni una palabra más camino como pudo hacia la cocina.

Mientras estaba en su sala, comencé a observar la mesa en donde normalmente colocábamos las cartas dirigidas hacia mi hermana, tenía toda la posibilidad del mundo para escribirle a mi hermana y pedirle que por favor me rescatara. Así que entre un gran suspiro y unas piernas totalmente temblorosas, me levante del sofá y tome una hoja en blanco y un bolígrafo.

-Querida Mara....- Pare allí.

Nuevamente me senté en el sofá aun con el papel y el bolígrafo en mano. ¿Cómo se supone que le daría esta terrible noticia a mi hermana?. Su pequeña hermanita, la niña que siempre había cuidado de cualquier hombre que se acercara a ella, había sido maltratada por el hombre que ella tanto le había peleado.

Yo estaba embarazada. Si regresaba a casa sería una fracasada ante los ojos de todos los conocidos de mi familia, quedaría como la chica que escapo de casa y luego regreso embarazada y totalmente sola a ser una carga para mis padres, Lo sabía. Sabía que hablaban de mi hermana a sus espaldas, sabía que en aquella pequeña ciudad el chisme de que mi hermana había enviudado sin siquiera casarse, había desatado muy malos comentarios hacia mi familia, su hija fugitiva y la otra solterona. Yo no podía agregarle más leña al fuego que ellos ya tenían.

Así que entre lágrimas continúe.. –Querida Mara.. Estoy bien.-

Mi amiga había regresado de la cocina con unos hielos envueltos en un pequeño pañuelo, me observaba colocármelos en el rosto mientras intentaba aguantar las lágrimas.

-Estoy bien cariño.- Intente sonreír mientras aun me colocaba poco a poco el pañuelo.

-Estoy muy preocupada.- vi cómo se le salían las lágrimas. –Mariela tu estas embarazada, no puedes permitir que ese hombre te golpee de esa manera, mira cómo te dejo.-

-Fue solo un accidente.- Intente calmar la situación manteniéndome tranquila. –Estoy segura de que esto no volverá a suceder.-

-¿Por qué no le comentas a tu familia?. Llama a tus padres niña- Me indicaba desesperada.

-No sucederá nada.- Me levante del sofá y tome su mano. –Por favor. No digas absolutamente nada de esto ¿Si?-

-Pero es que Mariela..

-Te prometo que esto no va a volver a pasar, Carlos estaba pasado de tragos anoche y discutimos por tonterías, esto no se volverá a repetir te lo aseguro.-

 

Logre convencer a mi amiga aunque ni siquiera yo misma estaba segura de si volvería a suceder o no, regrese a la habitación y comencé a realizar mis cosas como normalmente lo hacía debido a que no quería volver a tener ningún problema con Carlos al regresar.

Mi bebe necesitaba a su padre y como esposa mi lugar era al lado de Carlos.

 

 



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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