A la mañana siguiente cuando me dieron de alta en el hospital y me dijeron que ya me podía llevar a mi bebe tranquilamente, sinceramente me sentía la peor madre de esta mundo por la simple razón de tener que llevar a mi bebe a ese lugar al cual sinceramente no quería regresar.
Me sorprendía la diferencia que existía entra Las otras parejas que salían felizmente del hospital con sus bebe y Carlos y yo quienes salíamos en total silencio mientras yo sostenía a mi hija en mis brazos.
Me sentía un poco adolorida y a pesar de no haber llegado muy lejos pues ni siquiera habíamos salido del estacionamiento del hospital aun estaba terriblemente exhausta y sin fuerzas para nada.
-Cariño necesito que sostengas a la bebe un momento, me siento un poco agostada- indique a Carlos buscando un poco de sus ayuda.
-.¿Acaso no ves que estoy cargando tus maletas?- Me respondió inmediatamente ofendido. –Ya has descansado mucho en esa camilla desde ayer, no entiendo como puedes decir que te sientes agotada si no has hecho nada.
¿Todas esas horas de parto no eran nada?.
-Carlos, de verdad necesito tu ayuda en este momento, necesito que cargues a Anna mientras encontramos un taxi que nos pueda llevar a casa.-
Se quedó en silencio por unos segundos observándonos y luego se acercó para tomar a la niña. –Espero que no creas que siempre voy a tener a la niña yo mientras tu descansas.-
-Gracias.- Dije entre un suspiro mientras observaba hacia ambos lados para buscar algún lugar en donde sentarme.
Tuvimos la suerte de tomar un taxi realmente rápido, mientras iba en la parte trasera junto a Carlos intentaba buscar algún tema de conversación que pudiera convencerlo de que el hecho de haber tenido una niña no significaba el fin del mundo.
-¿Se parece a ti cierto?- Lo observe con una pequeña sonrisa. – Mírala Cariño.-
Sin cambiar aquel rostro gruñón que definitivamente le caracterizaba, comenzó a observar detalladamente a la bebe, yo esperaba que sintiera ese mismo sentimiento yo cuando detallaba todas y cada una de las características de nuestra hermosa creación.
-¿Cómo es posible que algo tan pequeñito sea tan perfecto.- Seguí insistiendo en abrir aquel corazón de piedra de mi amargado esposo.
-Es muy pequeña.- Respondió para mi sorpresa. –Mira que nariz tan pequeña tiene.-
-Si cielo y también tiene unos hermosos ojos.- Sonreí al saber que mi propósito había tenido éxito. –Es tu niña cariño.-
El se quedó en silencio por unos segundos, mientras la observaba moverse entre sus rodillas, la pequeña estaba plácidamente dormida pero realizaba pequeños movimientos debido a que íbamos en un vehículo.
-Si.. Lo es.- Dijo entre un pequeño suspiro y luego la tomo entre tus brazos. –Es mi pequeña niña.-
-Es parte de nosotros cariño,.- Tome su hombro suavemente.
-Pero es mas parte de ti Mariela.- Me observo y cuando me di cuenta sorprendentemente tenia lágrimas en sus ojos.
-¿De que hablas cielo? Es parte de los dos, es tanto tuya como mia.-
-Lo se. Pero quiero que esta niña sea más parte de ti. –Bajo rápidamente la mirada. – No me gustaría que jamás fuera como el imbécil de su padre.-
-Cariño por favor no digas eso- Dije mientras colocaba mi mano sobre su rostro para acaríciale a lo cual el rechazo debido a que movió su rostro bruscamente hacia otra parte para que no le tocara.
-Yo sé por qué digo que esta niña nunca debe ser como yo Mariela.-
-Pero Carlos..
-Solo cállate y escúchame.- Susurro para que el taxista no nos escuchara. –Jamás dejare que esta niña cometa los mismos errores que yo cometí Mariela, y te prometo, te juro que ella será la única hija que vamos a tener.-
Sinceramente aun yo era muy joven para saber si sinceramente a futuro quería tener otro bebe, Pero como Anna era muy única prioridad en ese momento, simplemente suspire y no respondí para evitar algún tipo de discusiones.
Jamás me imagine que algunos años después, Carlos sería capaz de absolutamente todo por negarme la dicha de nuevamente ser madre.
Su mayor obsesión durante mi embarazo de tener un hijo "Varón", ahora se había convertido en su mayor miedo.