Pasaron unos 3 días. En los cuales todo fue un total infierno para mí.
No podía ver a mi bebe ya que Carlos me había permitido buscarla o ver a mi familia hasta sentirme mejor así que solo me la pasaba encerrada el resto del día en aquella habitación mientras hacia algunos vestidos de bebe en mi máquina de coser para así distraerme y no explotar.
Carlos hacia lo que le daba la real gana, Llegaba a altas horas de la noche totalmente borracho y gritando. Yo prefería mantenerme en silencio y hacerme notar lo menos posible para así evitar tener problemas y nuevamente terminar con un golpe en alguna parte de mi cuerpo. Simplemente hacia lo que él quería o necesitaba.
Mi familia creía que ambos estábamos haciendo todo lo posible por salvar nuestra relación y vivíamos una especie de luna de miel, pero la realidad era totalmente diferente. Yo sufría y tenía miedo de él. No dormía y ni siquiera podía comer (Tanto por la hinchazón en mi boca como por la depresión tan grande que sentía).
Yo estaba atrapada en esas 4 paredes con un hombre que decía ser mi esposo pero al cual ya no reconocía para nada. No se parecía al Carlos que me había enamorado, El Carlos soñador y romántico. Ahora solo se trataba de un total desconocido que dormía en la misma cama a mi lado y me amenazaba constantemente de quitarme a mi pequeña bebe. Por supuesto que le tenía pavor.
Muchas veces llegue a pensar en que mientras yo estaba allí encerrada en la habitación él podía simplemente llegar a la puerta de mis padres y quitarle a Anna con la excusa de que la traería a casa pero en realidad su plan sería irse con ella muy lejos de mí para hacerme sufrir y es que este hombre era capaz de cualquier cosa.
Recuerdo perfectamente la noche del tercer día. Ya eran las 3 de la mañana y el no había llegado, Ya para ese momento sabía perfectamente que no valía la pena preocuparse por él, Carlos podía estar con sus amigos o con quien sabe quién de fiestas. Decidí acostarme a dormir (Aunque sabía perfectamente que en cualquier momento llegaría con un escándalo). Una media hora después me levante de un golpe y con el corazón acelerado debido a que la puerta de la habitación fue abierta y lanzada fuertemente. Sabía que era el por supuesto.
-¡Mariela!- Decía gritando mientras yo me levantaba de la cama rápidamente para ayudarlo a caminar y quitarle su sombrero.
-¡Es un Maravilloso Día!- Se reía solo mientras yo lo ayudaba a sentarse en la cama - ¡Me siento el rey de mundo en este momento!-
Ni siquiera sabía si podía preguntarle el ¿Por qué?.
-¡Escúchame muy bien!- Se levantó poco a poco de la cama para tomarme por los brazos - Nos vamos a mudar de esta pocilga finalmente, Hoy compre la casa para ti y para la niña-
En cualquier otro escenario probablemente me hubiese alegrado y hasta saltado de la emoción, pero tenía una depresión y una tristeza tan grande en mi alma por lo grave que se encontraba la situación en cuanto a mi relación con Carlos y su comportamiento que me quede en silencio mientras un gran escalofrió corría por todo mi cuerpo.
-¿Qué?- ¿No estas contenta?- Aquella sonrisa desapareció de su rostro.
-Claro querido yo..-
-Ya sé que es lo que te pasa- Me interrumpió – Estas triste porque te voy a separar de tus padres, esa es toda tu tontería –Nuevamente se sentó en la cama para comenzar a quitarse los zapatos.
-En realidad te estoy haciendo un favor Mariela. Cortándote el cordón umbilical de tus padres nuevamente. Últimamente han querido estar sobre ti y sobre nosotros queriendo imponer sus estúpidas reglas y diciéndonos el cómo vivir-
No me parecía nada mal el hecho de un padre se preocupara por sus hijos e intentara a ayudar.
-Ellos deben aceptar que ya creciste y que nosotros somos una familia, tenemos nuestras reglas y nuestra manera de vivir-
Yo lo observaba en silencio, me parecía la persona más egoísta de este mundo. Sinceramente estaba llegando a un punto en el cual ni siquiera quería escucharlo, Sus ideas y comentarios me parecían malos y fuera de lugar.
-¡Vamos sonríe!- De nuevo se levantó – Te cumplí lo que me pediste. Te compre una casa ¡Vamos!- Se acercó hacia mí para colocar su mano justamente en el lugar en donde días anteriores me había lastimado. Lo cual quise evitar moviendo mi rostro hacia el otro lado.
-¿Aun te duele?-Pregunto “Preocupado”.
-Estoy bien- Ni siquiera lo observe.
-Entiendo que sigas molesta por eso pero ya te dije que no era yo mismo, estaba pasado de copas-
-Pasado de copas como ahora y como todos los días que han pasado-
-Sinceramente eres increíble- Se alejó de mi enojado – Te estoy diciendo que te compre una casa para que vivas y todavía estas buscando discutir conmigo.. De verdad que eres una malagradecida- Poco a poco se fue quitando la camisa para así entregármela en mis manos – Es por eso que prefiero celebrar con mis amigos y con otras personas-
Aquella camisa tenía un olor inconfundible a mujer. Era un perfume de mujer la verdad no sabía si barato o costoso, pero el aroma no pertenecía a hombre. Estaba más que claro que Carlos me seguía engañando.
-Voy a ir a bañarme- Finalizo la conversación mientras se tambaleaba hasta el baño.
Yo espere a que cerrara la puerta del baño para lanzar la camisa contra el suelo. Solo Dios sabía cuánto quería gritarle a él la porquería que era como hombre y como persona.
A la mañana siguiente él se levantó temprano para irse a trabajar (Ya para ese momento yo estaba esperándolo con un gran plato de sopa de pescado que le ayudara a recuperar las fuerzas perdidas por la bebida). Termino de comer y luego se fue rápidamente ya que estaba un poco retardado.
Termine de limpiar la cocina y de tender la cama para luego sentarme a bordar mientras hacia todo lo posible por no llorar ya que extrañaba demasiado a mi pequeña Anna. Quería verla y sentía que tenía el corazón roto por tener que estar separada de ella. Además de esto mi cuerpo estaba pidiéndome a gritos tener a mi bebe cerca para que pudiera alimentarse. La cantidad de leche que tuve tirar al lavado durante aquellos días fue impresionante.