Mariela

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Anocheció y Carlos regreso a casa extrañamente temprano y sobrio (Para mi suerte). Yo ya tenía su cena preparada y el cuarto totalmente limpio. Solo me encontraba a la espera de su llegada.

-Hola Querido- Dije mientras me levantaba de la silla y con ambas manos apretaba mi delantal para que no notara mis nervios.

Había decidido actuar lo más natural posible para que el no sospechara sobre la situación.

-Hola-Dijo sin ni siquiera observarme y se sentó en la meza para que yo le sirviera la cena.

-El día de hoy hice pollo rostizado con patatas- Le coloque el plato cerca y entregue cubiertos.

-Vaya esto se ve muy bueno- Esta vez si me observo con una gran sonrisa – me alegra saber que hoy estas de mejor humor para la comida-

-Si- Me aleje un poco de el para dar media vuelta y dirigirme a lavar los platos.

-¿Tú ya has comido?-

Me pareció extraña su pregunta. Creo que normalmente y desde aquella discusión tan fuerte que habíamos tenido a él ni siquiera le importaba en lo más mínimo el hecho de que yo hiciera presencia en la meza para compartir el momento de la cena.

-La verdad no- Me voltee para observarlo.

-Siéntate. No me gusta comer solo- Dijo con un tono tranquilo mientras se levantaba para caminar directamente hacia la silla en la que yo acostumbraba sentarme y abrirla.

Se sentía terrible el hecho de saber que ni por las mil y una cosas que hiciera para intentar aparentar que era un caballero o que aún me tenía la más mínima muestra de cariño hacia mi persona eso no cambiaría el hecho de que me había lastimado y no solo física si no también psicológicamente.

Fui hasta la cocina para tomar mi plato y mientras más me acercaba hacia aquella silla sentía que temblaba como una gelatina. Temía que se tratara de algún tipo de trampa para volver a lastimarme, Pero cuando me senté y se alejó para regresar a su silla debo admitir que di un gran suspiro de tranquilidad y de alivio.

Comenzamos a comer en total silencio al principio, yo no sabía ni tampoco sentía ganas de comenzar algún tipo de conversación ya que últimamente sentía que su actitud era bastante delicada ya que se enojaba fácilmente por cualquier cosa.

-Hoy he mandado a pintar la casa- Dijo el sacándome de mis pensamientos.

No tenía ni siquiera la más mínima idea ni de cómo era la casa ni de qué color le había colocado. Algunas veces hasta llegaba a creer que solo eran inventos de su parte para asustarme por el hecho de alejarme de mi familia.

-Me parece bien- Respondí seria mientras observaba mi comida.

-Estoy seguro de que te gustara el vecindario. Es bastante tranquilo y mucho mejor que esta pocilga en la que estamos viviendo-

Seguí en silencio sin hacer ningún tipo de comentario al respecto para no molestarlo. Sentía que ni siquiera podía dar mi propia opinión sobre nada por miedo a que se enfadara.

-Finalmente tenemos lo que nos merecemos Mariela, vivir lejos de esta gente de mierda. Gente pobre y que nunca quisieron hacer nada por sus vidas ¿Sabes lo que pienso al respecto de ellos?-

-No. Dime- Lo observe en realidad por compromiso.

-Las personas son pobres y viven de esta manera porque les da la real gana Mariela-

Eso había sonado bastante egoísta.

-Puedo entender que las mujeres, como tu sean brutas por naturaleza ya que nunca han tenido un estudio o han hecho algo realmente importante-

-Carlos yo tengo estudios- No iba a permitir que me faltara el respeto también de esa manera.

-Sabes perfectamente a lo que me refiero- Comenzó a señalarme con el tenedor – Ustedes solo terminan la primaria o secundaria y se sientan a esperar a que llegue un hombre para que les construya una vida y ustedes tener hijos y mantener el hogar limpio, Digo ese es el trabajo de una mujer y no lo juzgo, es normal-

Mientras lo escuchaba hablar de esa manera tan terrible comenzaba a recordar todos los sueños que alguna vez habia tenido sobre tener estudios universitarios y comenzar  viajar por todo el mundo, yo me burlaba constantemente de mi hermana por querer llevar el estilo de vida que yo actualmente estaba llevando. ¿Se trataría de un Karma?.

-Mariela ¿Me estas escuchando?- Carlos me saco de mis pensamientos de nuevo.

-Ehh.. Si por supuesto – Dije nerviosa mientras le observaba.

-Cómo te decía. Todos los hombres que viven aquí en esta porquería y de manera baja están así porque ellos lo creen. Mírame a mí, soy un huérfano y llegue aquí siendo nadie y ahora voy a mudarme a uno de los mejores vecindarios de la ciudad. Tengo lo que necesito y estoy ganando buen dinero a un paso de mi graduación. Es suficiente para sentirme orgulloso ¿No te parece?-

-Si. Claro-  Que hombre tan tonto y pobre de mente.

Por un segundo llegue a pensar que me había leído la mente pues su expresión de tranquilidad cambio repentinamente y poco a poco comenzó a señalar hacia la cama.

-¿Qué hace ese chupete allí?-

Tense las piernas inmediatamente. Se me había olvidado ocultar aquella evidencia de la visita.

-¿Qué?- Me voltee disimulando -¿Cuál?-

-¿Cómo que cual?- Él se levantó rápidamente para caminar hacia la cama y tomarlo - ¡Este chupete! Es el chupete de Anna. ¡Tu familia estuvo aquí!-

-Claro que no Carlos. Ellos no han venido- Yo respondía rápidamente mientras mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, sentía mi voz ahogada – No sé qué hace eso aquí, de verdad-

-Anna nunca está sin su chupete ¡No mientas!- Grito mientras lo lanzaba al suelo.

-Puede ser que lo dejo la última vez o que lo saque sin querer-

-¡Debería reventarte la cara!- Grito nuevamente – Pero tu familia ya sabe lo que te hice, ya te vieron por supuesto- Comenzó a caminar por los alrededores de la habitación mientras pensaba – Tu padre debe estar buscando la manera de matarme o de denunciarme para que vaya a la cárcel-



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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