Mariela

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Las horas continuaron pasando y yo no podía dejar de observar por la ventana mientras sentía como temblaba sin parar.  

Una parte de mi deseaba con todas sus fuerzas a que mis padres llegaran para que me entregaran a mi pequeña y la otra temía por su vida no quería perderlos. En algún momento sinceramente pensé en salir corriendo hacia la parte de abajo y subirme al auto de mi padre para que me rescataran de este ahora futuro incierto que tanto me atormentaba. Pero el hecho de saber que ahora nuevamente estaba embarazada y que 2 bebes y una madre soltera sería una vergüenza total para su posición me hacían darme cuenta del error tan grande que había cometido al no tomar las decisiones correctas.

Poco a poco fui observando como el auto verde de mi padre se acercaba para estacionarse y allí fue cuando el estómago se me contrajo y la ansiedad comenzó a atacarme.

Me aleje poco a poco de la ventana mientras soplaba mis manos debido al extraño frio que sentía en ellas. Era la hora de colocar aquel plan (Que no quería) en marcha.

-Llegaron.- Dije con un pequeño hilo de voz y justo antes de que mi amiga pudiese reaccionar. Camine hacia la puerta para abrirla y dirigirme hacia las escaleras.

Necesitaba terminar con este problema lo más rápido posible o sentía que me iba a dar un ataque al corazón en cualquier momento. Me acomode mi suéter justo antes de cruzar la calle mientras mis padres abrían las puertas para bajarse del auto. Mientras me acercaba pude darme cuenta de que mi pequeña Anna se encontraba en los brazos de mi hermana. No pude evitar sonreír un poco y querer tomarla inmediatamente en brazos cuando la vi allí con Mara.

Mi hermana la arrullaba y su expresión de molestia era bastante evidente.

-¿! Que te ha hecho ese hombre Mariela!?- Escuche la voz de mi madre totalmente alterada mientras se acercaba hacia mí para colocar sus manos en mi rostro y comenzar a examinarme.

-¿En dónde está?- Mi Padre se veía bastante enojado y serio pero hacia todo lo posible por mantener la cordura.

-Él ya se ha marchado de aquí, dijo que no volvería más- Ni siquiera podía mirar a mi propio padre directamente hacia los ojos ya que le estaba mintiendo.

-¡Te lo dije Mariela!- Mi madre seguía gritando sin para mientras sus ojos estaban totalmente llenos de lágrimas -¡Te dije que ese campesino no servía para nada!-

Sus palabras y su dolor no tardaron en llegar a mi alma y en cuestión de segundos también caí en llanto.

-Perdóname Mamá- Decía una y otra vez con un pequeño hilo de voz mientras observaba hacia el suelo. Era muy doloroso el darme cuenta de cuanto los había decepcionado y seguiría haciéndolo.

-Tenemos que denunciarlo- Dijo a mi padre mientras lo observaba – No podemos permitir que esto quede así- ¡Tiene que pagar por esto!-

Papa se veía en Shock. La verdad nunca llego a pensar en que esto le sucedería a alguna de sus hijas. Al principio pensé que llegaría envuelto en rabia y con su escopeta en mano dispuesto a buscar a Carlos hasta el fin de mundo, pero su reacción era todo lo contrario a esto. Se veía bastante triste y devastado. Solo me observaba en silencio mientras sus ojos también estaban llenos de lágrimas que por supuesto no quiso dejar salir.

-Vámonos de aquí ¿Está bien?- Mi madre me hablaba mientras acariciaba mi rostro – Vamos a estar bien. Te vamos a sacar de esta mala vida y vas a estar mucho más tranquila – Me acerco hacia ella para abrazarme fuertemente.

Aquel abrazo para mi resulto bastante doloroso pues mientras ella creía que ya con esto significaba que me estaba protegiendo y que aquella terrible pesadilla había acabo. Yo sabía perfectamente que todo lo contrario a eso mi vida se convertiría de nuevo en un inmenso mar de profunda tristeza sumando a esto la gran decepción que les haría sentir al darse cuenta de que todo esto tan solo se había tratado de un terrible engaño para poder recuperar a Anna.

-Suban al auto, nos vamos de aquí- Indico mi padre seriamente mientras se daba la vuelta.

-Espera padre- Aquí daría comienzo a todo – Necesito regresar a buscar algunas cosas para llevarme-

-Mariela. Deja todo eso allí, En casa aun tienes tus cosas- insistía mi madre mientras me abría la puerta – Solo vámonos de este lugar que me da dolor de cabeza-

-No madre, es que las cosas que tengo que buscar son realmente importantes, allí está la acta de nacimiento de Anna- Me acerque hacia mi hermana para que me entregara a la bebe -¿Puedo cargar a mi hija?-

-Está dormida Mariela- Indico mi hermana mientras aun la sostenía en sus brazos.

-Entrégame a Anna, sabes que la he extrañado-

-Puedes buscar tus cosas y luego estar aquí con la niña- Mi hermana seguía de terca como siempre.

-Mara deja que tu hermana tenga a su hija, la necesita para estar mejor- Dijo mi madre seriamente mientras se cruzaba de brazos.

-Está bien..- No se veía muy convencida pero poco  a poco fue entregándome a Anna en brazos.

Yo sentía como si nuevamente el mundo había vuelto a recobrar el sentido, ese pedacito de felicidad que me había regalado la vida nuevamente estaba en mis brazos. No me la habían podido quitar por los problemas anteriores con Carlos. Así que decidí poco a poco mientras la observaba con ojos de amor dar media vuelta para caminar hacia adentro.

-No me tardo- Intentaba sonar calmada para no levantar sospechas. La verdad sentía que estaba caminando hacia mi propia muerte y no solo por el hecho de saber que Carlos seguiría pagando sus frustraciones conmigo si, no también por la enorme decepción, molestia y tristeza que le causaría mis padres por aquel engaño tan grande.

-¡Mariela!- Escuche la voz de mi hermana lo cual me hiso quedar allí paralizada mientras las piernas aun me temblaban. Si Mara se daba cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo yo estaría perdida.

-¿Si?- Me voltee poco a poco para observarla mientras caminaba hacia en donde yo estaba. – Solo iré por los papeles de Anna y algunas cosas para marcharme con ustedes- Aclare nuevamente.



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En el texto hay: maltratomujer, amor

Editado: 06.01.2023

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