He seguido con mi vida, y quizá he llegado al punto dónde estoy no tiene más avance o quizá ya no quiera verlo y eso me hace sentir encerrado. Ahora tengo un mar de desesperanza e ignorancia sobre lo que me espera allá fuera. Un mundo por el cuál ya no se que pensar, ya que en este momento solo en mi habitación no puedo dejar de tener miedo y me asusta incluso mi propia persona ya que observando mi largo historial de vida lo que me daba felicidad ya no está y ya no es importante porque ya no existe y yo solo tengo allí una imagen guarda, de ciertas personas que ahora solo viven en el recuerdo y en mi corazón; sus nombres solo se encuentran grabados en una piedra y sé que para volverles a ver tendré que marcharme, pero no es lo que ellos ni yo quiero. Escucho afuera el sonido del viento y las hojas del árbol moverse de un lado a otro mientras mi cuerpo permanece inmóvil, arropado pero aún con frío. En mi rostro siento algo frío caer por mi mejilla ¿Será una gotera? Me levanto y giro la cabeza para encontrarme en el reflejo del espejo; no había notado que lloraba. Tanta tristeza guardada por tanto tiempo y decidió salir por su propia cuenta. Un suspiro amargo y somnoliento retumbó por las paredes de la habitación creando un sonido de silencio, como un ligue de notas es una canción. Mi celular empieza a vibrar, parece que me han llegado unos cuantos mensajes. Tomo el celular y en la pantalla justo antes de que apagara logro leer un buenos días de Jade. Una pequeña sonrisa se formó inmediatamente. Al parecer no estoy tán solo como pensaba, ya que al menos ahora tengo alguién con quién hablar y si no fuera por esa chica hubiera tenido una relación con ella más normal. Desbloqueo el celular y le respondo de igual manera; ya eran las diez de la mañana y yo aún seguía en casa sin querer hacer nada.
No quiero estar aquí y así todo el día, aunque quisiera no es bueno... Me levanto de la cama; el suelo está helado pero poco me importa y camino hasta las escaleras para llegar a la cocina. Una imagen del pasado llega a mi mente de cuándo era niño. Mi abuela estaba ahí terminando de cocinarme el desayuno y con una sonrisa me decía buenos días, mientras ponía una taza con chocolatr caliente para desayunar, y con el un plato con unos panqueques recién hechos. Despierto de ese recuerdo y ahora solo está la cocina vacía en un entorno oscuro. Da pena exclamo.
Busco los ingredientes en la despensa y voy sacando los utensilios para prepararme mi desayuno, con el mi taza que tengo desde pequeño y que tanto he cuidado. Me siento felíz de que mi abuela me haya enseñado su receta antes de que se fuera.
Muchas veces desearíamos de que las personas fueran eternas y estuvieran con nosotros para siempre, acompañandonos en los buenos y malos momentos pero simplemente no se puede y sé que estás palabras le llegarían a cualquier, al saber que quién más amas ahora se irá o se fué y que dejaremos de escuchar su voz, sentir wu cariño, sus abrazos, sermones... Pero poco importa. La idea que tenemos sobre la vida es muy errónea, ya que lo único que sí importa es como será que te van a recordar, si para bien o solo querrán que borren tu nombre para siempre y quedes en el olvido.
Enciendo la sartén y le echo un poco de aceite para que los panqueques no queden tán grasosos. Este calor que produce en medio de este frío es reconfortante; como cuándo nuestro corazón se encierra en la tristeza y la agonía y llega alguien para calentar ese lugar y darle vida a lo que creías que estaba muerto. Las personas no dejan de ser importantes y como me gustaría cambiar mucho en este mundo, para que así, quiénes sí merezcan vivir vivan, con su felicidad y amor. Ya que esto mueve el mundo. El tiempo pasa y no se detiene, y así como me detengo mientras observo el reloj esperando a que llegue el sartén a la temperatura adecuada así debemos de ser de pacientes para obtener algo y al mejor punto, no conformarnos con cualquier cosa solo por llevar todo apresuradamente. No es de obligar es de dar y si entiendes estás palabras llegarías más lejos de lo que esperas... Era una de las frases que más me decía cuándo estaba triste o desesperado por obtener algo, fué una gran consejera.
Tomo el recipiente con la mezcla y le disperso en la sartén. Si que ha cambiado y espero lograr encontrar a quién hacerle lo que vos me enseñaste para seguir, esos pasos que me llevarán a la victoria.
Tomé mi tiempo para cocinar y preparame mi chocolate; tomé mi desayuno y me senté en la mesa. Le doy un bocado al primer panqueque. Sonrió y una lágrima baja por mi mejilla ya que saben igual a como ella las preparaba y eso me hace felíz. Aún en lo mínimo trato de hayar esa felicidad por más pequeña que sea. Apenas termine me alistare y saldré a dar una vuelta, uno nunca sabe que sorpresas obtendremos en la vida y encerrados no encontraremos nada.