--CAPITULO 3--

LA MARIPOSA SOLITARIA...

Seguramente hay padres que cuando nacen sus hijos no quieren ni un minuto perder esa etapa, a lo mejor los quieren ver: Sus primeros gestos, su olor, sus sonidos, su primera vez al cambiarle el pañal, tocar su piel suave, sus manitos pequeñas y limpias, etc.

Cosas que ningún padre quiere olvidar ya que sabe perfectamente que esa etapa viene y se va muy rápido, muy desesperado, como si la vida fuera un reloj de arena el cual esta contado cada hora, minuto y segundo.

Lastimosamente en eso y en muchas cosas de nuestra vida, no tenemos el control de como poder sobrellevar...

Desde el momento que salí de la barriga de mi madre (Elizabeth) toda aquella tranquilidad que algún día tuve termino, se fue y me dejo en este mundo donde solo logre encontrar: Agonía; miedo a ser una oveja y tener que convertirte en lobo; bulla constante; maltrato físico y emocional que tu causas a otra persona como ellos a ti; saber callar cuando lo necesitas; aprender a controlar tus emociones por miedo a ser juzgados; dar una sonrisa a las personas y por dentro sentirte que ya no puedes más, que solo quieres gritar, llorar, derrumbarte en ese abismo sin fin, que todo a tu alrededor pare y con ello el mundo, solo ser tú, sin miedo a ser criticada y no ser una completa decepción para el mundo.

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Todo paso tan rápido que en cuestión de poco tiempo me encontraba en un lugar llamado sala de parto, con algo puesto en mi piel llamado ropa. Luego de llegar a el "hermoso” mundo y ver rostros con cosas en sus cuerpos y caras me dio miedo, lo único que pude hacer fue llorar y llorar... Pero cambio cuando me movieron a un rostro donde tenía: deseo, miedo, alegría, dolor y muchas más cosas que eran difíciles de distinguir en un rostro tan sereno.

Pero algo se creó dentro de mi como un lazo imposible de romper, algo que solo ella y yo teníamos, llamado conexión de madre. Fue al momento de que ella dijo una palabra. Mamá pronuncio una palabra que a pesar de no entender la tengo y la tendré guardada en mi mente.

- Camila...- fue solo esa palabra para saber que mi vida estaría llena de: amor, comprensión, poder confiar en alguien, saber que nunca estaré sola.

(Como rogaría que hubiera sido así y poder cambiar el pasado).

Luego de haber pensado un poco decidí abrir los ojos y mirar a mi alrededor. Solo encontré a más cajas y bebes.

¿Igual a mí?

¡Porque me encontraba en un lugar con personas iguales a mí! la diferencia era que teníamos diferente ropa, algunos lloraban, mientras que otros solo dormían y en ese momento entendí algo que me marcaria toda mi vida.

Fue entonces cuando comprendí que el miedo es una presencia inevitable en la vida; incluso el más fuerte puede experimentarlo. Lo único que nos queda es aprender a dominar esa emoción para no dejar que otros presencien nuestra caída ni se valgan de ella para humillarnos.

Solo recuerdo que después de haber sabido que es el miedo y reflexionar sobre ello caí rendida como todo los demás, aunque luché porque mis parpados no se cerraran fue algo imposible y el sueño me invadió completamente...

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*ELIZABETH*

Luego de que me mostraran a mi hija Camila los doctores terminaron con la cirugía. Luego me llevaron a una sala donde la enfermera me explico pocas cosas que ya sabía por mis anteriores embarazos.

-Señora en estos momentos se encuentra en un cuarto de recuperación, donde la estaremos monitoreando su: presión, sangrado, dolor y muchas cosas más-tomo aire y continuo- si se siente mal o necesita algo no dude en llamarnos- y con eso finalizo.

- Estaré muy al pendiente de cómo me sienta, muchas gracias por su atención-me encontraba con mucho sueño, mi cuerpo estaba decaído, todo en mi gritaba cansancio, por eso no formule una respuesta muy larga, luego pregunte algo que tenía duda hace mucho tiempo-En donde se encuentran mis esposo e hijas-ella me observo con su mirada de tranquilidad y paz, como si su vida fuera perfecta sin problemas...

-En estos momentos se dirige para acá, pero solo se encuentra el no sus hijas- la duda me vino, ¿Por qué no las trajo aún?, en este momento se encontraban en clases tal vez por eso aun no vienen.

-Okey, muchas gracias. - y luego de nuevo me vino otra duda a la mente- Y cuando poder ver a mi hija.

-Dentro de unas horas, en este momento necesita descansar y tener reposo- era verdad me encontraba muy cansada y adolorida por la cesaría, sin decir ni una sola palabra asentí levemente la cabeza, ella entendió y con una sonrisa salió del cuarto, dejándome sola, aunque no fue por mucho porque llego mi esposo. Y dijo.

- ¿Cómo te sientes?

-Bien, aunque estoy cansada y con mucho sueño.

-Entonces deberías dormir para tener fuerzas de las que perdiste-cambiándole de tema antes de que me duerma le pregunte.

- ¿Por qué aun no vienen la Made y la Ali? - el me miro con su mirada fría que lo decía todo y contesto.

-No quise que por esto perdieran clases, solo te van a ver que estas bien y a su hermana-yo solo lo miraba y sin poder decir nada asentí y continuo- cuando ya le transfieran a la Camila acá las traigo por el momento es desperdicio de tiempo...

Solo esas palabras logren escuchar ya que mis parpados se cerraban poco a poco y con sus palabras solo hizo que mi mente quedara en blanco. Él siempre ha sido así tan: frio, serio, cortante, desamoroso con todos, pero yo lo amo así y aunque abecés tenga sus arranques de ira, él es bueno conmigo y con mis hijas a su manera.

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Después de haber dormido unas horas y que me estuvieran monitoreando mi útero, la enfermera me pidió que saliera a dar una vuelta por el hospital.

Me encontraba dando una caminata rápida por todo el hospital, estaba conociendo recién el sitio porque cuando llegue por el dolor se me complicaba ver bien o siquiera abrir los ojos. Mi mente tenía muchas dudas que no sabía si podría responder, venían y venían a mi cabeza pegándose un tras de otra debido a su desorden.