LA MARIPOSA Y LA DUALIDAD PATERNA
Me aferraba a la idea de que algún día la volvería a ver, pero como lo haría si mi pequeño cerebro la estaba olvidando, a su rostro, dulzura, aroma, contextura y todo lo que tenía que ver con ella.
Los días, semanas y meses pasaban poco a poco mi cerebro se olvidaba de ella, aunque yo no lo quisiera el ya lo hacía; a esa persona que la consideré como mi madre biológica desapareció y con ella también los recuerdos; fueron pequeños tal vez mínimos, pero fue con la única persona que me sentí feliz, protegida y simplemente se esfumo dejándome sola como una mariposa deja a sus huevos desprotegidos.
Me encontraba en la casa de mis abuelos mejor dicho viva allí, antes de llegar a esta casa mis papas decidieron separar a mis hermanas y a mí en diferentes sitios, ellas se encontraban en la casa de mis abuelos maternos y yo en la de mis abuelos paternos.
La verdad me encantaba saber que ya no despertaría con dedos jalando mi piel o pelo por diversión y odio a la vez, que ya no vería sangre salpicada en las paredes, no más gritos ni suplicas solo paz.
Era como aquella casa en la que viví hace meses, pero la diferencia era que ahora me encontraba sola, desprotegida como una presa lista para ser devorada.
Por las mañanas desde que abría mis parpados se encontraban mis abuelos y tíos, ellos me cuidaban y me daban aquel amor que desde mi nacimiento no lo tuve, no acepte aquel amor porque sabía que cuando me encariñó con alguien la vida me lo arrebataría para dejarme sola al asecho de cualquier depredador. No negare que con ellos era feliz aun que había momentos donde me molestaba porque ellos trataban de cuidar mi salud y yo simplemente me negaba.
En las tardes era donde veía a papá lo quería porque en aquella casa el conmigo era dulzura, paciencia, tranquilidad y todo lo que represente amor, pero con mis hermanas y madre era todo lo contario, claro sabía que ante su familia aparentaba ser aquel ángel y padre que todos quieren tener, pero cuando no se encontraban aquellas personas sacaba su verdadera personalidad siendo así el mismo infierno en persona.
Disfrutaba que mi padre fuera doble cara ante otras personas ya que en esos momentos era donde me sacaba a pasear, me daba cariño, me tenía paciencia, simplemente era perfecto.
Debes en cuando veía a mi mama y hermanas, la verdad no las extrañaba debido a que desde bebe no las veía y cuando lo hacía solo escuchaba gritos, insultos, golpes, rizas de mis hermanas al torturarme satisfaciéndose de mi dolor y llanto mientras yo rogando por que paren.
Cundo venían a visitarme éramos la clásica familia perfecta, como si nunca hubiéramos sido golpeadas hasta el punto de perder la noción del tiempo.
Trataba de pasar desapercibida de mis hermanas, pero abecés fallaba en ello los jalones de mi piel eran por poco tiempo ya que mi abuela no lo permitía, ella era la única que sabía de ello y por eso me mantenía alejada de mis hermanas.
Al momento de marcharse mis hermanas y mamá ese instinto de protección se esfumaba llegando así la tranquilidad. Mi madre al momento de despedirse de mí lo hacía como si sabía que me volvería a ver y no necesitaba dar el 100% de su cariño hacia mí.
Mis hermanas ni siquiera me observaban cuando se marchaban ya que para ellas solo representaba un juego o satisfacción del cual volverían a ver en unos días.
Por las noches para mí era de las peores ya que llegaba de nuevo la hora de comer eso significaba probar comidas horribles y asquerosas para mi paladar, mis abuelos me obligaban a comer y eso lo detestaba, pero yo encontraba el más mínimo segundo para darle la comida a la mascota de ellos un perro alto y de alta edad. No era complicado solo estiraba la mano y el se lo comía di gustando cada porción del plato, abecés tenía éxito en mi plan, pero también había otros donde me descubrían mis abuelos dándome así un nuevo plato de comida, como odiaba cuando me descubrían simplemente era molesto.
Ya por la noche amaba dormir con mis abuelos ellos eran los únicos que me soportaban patadas, manotazos por toda la noche. Si dormía con mi papá era regaños por toda la noche a que me quede quieta así que por ello los escogía a mis abuelos. Se que ellos no se merecían mi trato, pero no es mi culpa solo soy una niña aprendiendo muchas cosas y de entre todas a amar y sé que me prometí a mí misma a no volver a hacerlo, pero como no lo haría si con ellos es algo imposible.
Aquella promesa que me hice hace unos meses la rompí lo sé; porque cuando estoy con ellos siento seguridad, refugio, con una sola sonrisa de ellos mi corazón palpita más y más sintiendo tranquilidad con tan solo su presencia.
Y es tan grande el cariño que me han ofrecido que siento como llenaron todo ese vacío lleno de soledad y miedo desde mi nacimiento convirtiéndolo en amor.
Se que la vida me arrebatara de nuevo lo que más amo, la diferencia es que ahora lo disfruto, antes no lo hice porque pensaba que hacerlo representaba vulnerabilidad ante otras personas y ahora me puedo dar cuenta de cuan equivocada estuve, sé que, aunque termine mal esta vez los recuerdos no se irán se quedaran allí como algo preciado e inolvidable para mi mente.
Me recuesto en la cama y abrazo a mi abuela con todas mis fuerzas antes de dormir, porque no se si de un día para el otro la vida me sorprenderá con la noticia de que nuevamente me dejará sola frente al peligro que aún no conozco del todo bien pero que lo he vivido en carne propia.
Aunque si fuera por mí nunca quisiera que termine.
He aprendido que la vida se compone de instantes felices como dolorosos, y que no queda más que afrontarlos y seguir adelante, pues la vida no se detiene continúa su curso, aun cuando te deje a solas con el tormento que ella misma ha puesto para ti.
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Editado: 08.12.2025