Mariposa Monarca

 *CAPITULO 10*

EL GRITO QUE NADIE ESCUCHÓ

En mi vida encontré personas las cuales me ayudaron a sanar, aquellas cicatrices que no sé ven a la vista de un ser humano, pero dentro de ti es como si fueran recientes. Otras, a pesar de escuchar mis gritos desenfrenados por ayuda, callaron.

No podría decir con certeza el porqué, ya que soy humano yo no puedo leer sus mentes o saber cómo se sienten. Sería encantador tener ese don, pero sería difícil de conllevar. Lastimosamente en el mundo existen personas que solo se aprovechan de tu bondad, son pocas las personas que no lo utilizan a su favor y beneficio.

Y a pesar de no tener aquellos talentos “heroicos” para el ser viviente, igual te manipulan.

De alguna manera u otra somos títere maniobrable, desde la persona con necesidades económicas hasta persona con solvencia económica muy alta.

Porque, al final, así funciona el mundo: no siempre gana el más justo, sino quien sabe moverse, quien entiende cómo hablar, cómo convencer y cómo protegerse.

Quizás quieras creer que tú no eres así, pero seamos sinceros; en algún momento todos hemos tenido que usar nuestras habilidades para mantenernos firmes, para asegurarnos un lugar, para sobrevivir.

Somos seres inconformistas, que se adaptan y que buscan algo mejor, incluso cuando no lo admiten.

“No es maldad, es humanidad. Aquí gana quien sabe utilizar las cosas a su favor y quien no lo hace cae en su propio infierno.”

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CAMILA:

Cada día se sienten eterno. Un minuto es horas y las horas se convierten en meses.

A mi edad se supone que debería observar cosas que me fortalezcan en mi futuro, pero es completamente lo contrario.

Hace unos días fue como aquellos días llamados “oscuridad” Tomaron las riendas de los problemas convirtiéndolos en lesiones físicas. Cuando los días oscuros llegan es una verdadera pesadilla porque no solo lo vez también lo escuchas.

Escuchar esto de verdad es tortuoso. Lo único que tu cuerpo transmite al exterior en esos momentos es llanto y miedo, aunque tratas de ser fuerte en esos casos, es imposible, es imposible retener lagrimas que queman al caer de tus ojos.

Son lagrimas que no te permiten hablar, en tu garganta se forma un nudo cerrando así tus cuerdas bucales. Siéndote imposible si quiera respirar.

Solo salen por si solas de mis ojos, haciendo que mi vista se nuble ante aquella lagrimas desenfrenadas.

Y es que tan solo soy una niña, que esperan que haga. Tengo miedo, miedo a mi propia sangre, miedo a mi progenitor, miedo a no saber que me espera en el futuro…

Hace unos días mi padre se había ido a trabajar, su trabajo estaba a dos horas de casa así que casi nunca pasaba en ella.

Se había marchado luego de dejar a mi madre con millones de hematomas por todo su cuerpo. Aunque trataba de esconder su cuerpo con prendas largas y anchas, se podía observar.

Odio ver a mi madre en ese estado, pero lastimosamente no puedo hacer más que soltar palabras consoladoras.

Ha habido varios días donde mi madre trato de encontrar escapatoria a sus problemas, lastimosamente no tuvo éxito ya que su verdugo la descubrió.

En aquel día, no la volví a ver hasta el siguiente. Estaba cubierta de sangre por todo su cuerpo, había manchas de sangre cubriendo las paredes, dando a entender la noche que tuvo que pasar.

Y si me lo preguntan. No, mis hermanas tan solo observaban y callaban. El motivo es nulo, pero igualmente, no es como si ellas son heroínas para salvar a mi madre de un tormento que ella misma pudo evitar.

Todas no sabíamos ni como llegamos a este juego, a un juego el cual no tiene fin. Y no es una opción abandonar el juego, es un mandato continuarlo…

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CAMILA:

Me encontraba desayunando y mientras lo hacía me sumergía en mis pensamientos.

Es algo obvio que yo tengo el mal habito de pensar y planificar a futuro, pero es algo inevitable, solo lo hago por inercia.

Hace unos minutos termine de desayunar. Mi madre me había ayudado a ducharme y vestirme, a pesar de que yo ya quería hacerlo sola y cuando se lo proponía, respondía con las mismas palabras de siempre.

“No puedes ni comer sola y piensas que esto es más fácil”

En parte tenía razón, ya que comer no se me da nada bien y más en mi etapa donde necesito comer más verduras.

Es tan asqueroso sus sabores y consistencias, solo me revuelven el estómago.

Lo que me molesta es que me tome por inútil, algunos lo verían como ventaja, pero yo en lo absoluto le veo el lado positivo. Espero que al crecer valore mi esfuerzo.

Spoiler: Hasta ahora no me cree capaz de nada.

Hoy era un día común y corriente. Mi día se basaba en: despertar, desayunar, ducharme, cambiarme, observar caricaturas animados, almorzar, segundo raund de caricaturas animadas, merendar, como si no fuera suficiente un tercer raund de caricaturas y por último alistarme para dormir.

Me encontraba en la habitación de mis padres, recostada, observando mi segundo raund de caricaturas.

Era un fin de semana por lo que quería decir “mis hermanas se encontraran en casa” y posiblemente mi padre.

Son los clásicos fines de semana de aseo junto a mi madre.

“Como lo detesto”

Exclama aquella voz de mi cabeza en susurros. Y es que es verdad lo detesto demasiado.

No es porque mi madre no sé conforme con mis aportes a la limpieza. Es por dos cosas.

Número uno: A la única que le manda a hacer todos los quehaceres de la casa, es a mí.




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