Mariposa negra

Capitulo 04

Daphne Bonavich.

El ajetreo en la iglesia taladra mi mente, los rulos están bien definidos por lo que me aplaudo a mi misma, el maquillaje está listo y ha quedado perfecto cubriendo cada golpe de mi cuerpecito que ha quedado descubierto. El velo cae tras mi cabeza dándole un toque resplandeciente a mi cabello negro.

La música suena a todo volumen cuando enciendo mi celular, apaciguando un poco los sonidos del exterior, me acomodo en mi asiento. Quiero aprovechar este instante ya que si no lo hago ahora nunca lo haré.

Reviso que la puerta tenga seguro y cuando estoy mil porciento segura de ese hecho, dejo en el suelo el velo y abro la ventana. La brisa que entra mueve mi cabello en un baile muy bien sincronizado.

Bajo mi rostro viendo a Emi parado aún lado esperando por mi, lanzo uno de mis tacones haciendo que caiga a su lado. Lo saludo cuando mira hacia arriba, niega riendo.

—Apresúrate, el novio todavía no ha llegado.

—¡Prepárate para agregarle el pelo a Rapunzel! —hago que lanzo mi cabello natural.

Me río y busco con que poder bajar de aquí, las cortinas son la única opción que tengo y la única que hay por ahora. Las bajo detallando el largo y si me sirven solo que en unos metros después puede ser que me caiga si se sueltan. Con miedo pero decidida lanzo la cuerda improvisada a Emi, amarro con la fuerza que tengo la punta al sillón. Suspiro antes de bajar, lanzo el ramo junto al tacón.

Parezco una loca bajando por la pared, como puedo voy lo más rápido que se pueda, unas manos me agarran al estar abajo.

—Gracias Emi, ya nos podemos ir —me separó dándome la vuelta, choco contra el pecho de alguien casi cayendo me en el proceso.

Levanto mi vista encontrándome con unos ojos verdes oliva, llenos de curiosidad junto a un poco de diversión.

Ay mamita Santa, qué hombre.

Controlate.

Me regaño al ver que no he dejado de mirarlo tiene una jodida sonrisa en su rostro la cual lo hace ver más sexy de lo que ya es.

—Pense que era un viejito —me tapo la boca al ver las palabras que salieron sin mi consentimiento.

—¿Disculpa? —su ceño se frunce—. Olvidemos que está intentando escapar, mein Leben.

Está vez soy yo la que queda consternada, me suelta poco a poco.

—Tenemos una boda a la cuál llegar.

Tiende su brazo el cual acepto temerosa, acomoda mi vestido y me entrega el ramo que se me cayó al suelo.

—¿Lista? —asiento, mueve una de sus manos y las puertas de la iglesia se abren dejando ver la cantidad de invitados que hay.

La sorpresa de todos no se hace esperar, los susurros empiezan, mi hermana me mira con rencor, le lanzo un beso.

Tu no te quisiste casar con semejante bombón, ahora aguanta.

Nadie nota nada extraño y agradezco que la diferencia de altura sea un tanto mínima, aunque de mínima no tiene nad. Saludos con entusiasmo a mi madre lanzado le besos, me río un poco.

Se siente extraño andar sin tacones aquí pero que puedo hacer si mi estúpida yo de hace tres minutos atrás se le olvidó eso por andar hipnotizada con este bombón.

Y se me olvidó el loco de Emi. Rayos, todo esto me pasa por no salir antes

Llegamos al frente del padre, su rostro está serio pero da inicio a la ceremonia cuando estamos en nuestros puestos, mi mente se desconecta durante un gran rato, queriendo alejarme de aquí. Pero soy traída a la realidad con la voz de la persona frente a mi. El tono sarcástico no pasa desapercibido y lo gruesa que suena su voz para mí me lleva al éxtasis mental de solo pensar que la escucharé día tras día.

—No hay nada especial preparado —sonrie a medio lado haciendo que sus ojos se vean más imponentes—. Solo se tu misma para mí, yo complacerme todos tus caprichos te cuidare día y noche como tú sombra y seré lo mejor para ti.

Ay se derrite mi corazón.

Mentirosa.

—¿Tengo que decir algo? —lo digo en voz alta, me río bajo de mi misma—. Ofrecere lo que tengo para que seamos felices, aunque las palabras dulces no son lo mío. Te amare hasta mi último aliento.

Complacido coloca el anillo cuando el padre se lo indica, coloco el suyo. Comparo mi mano con la suya luego de que sus manos agarran las mía para terminar de escuchar las palabras del padre. Y las palabras que tenía llegaron.

—Puede besar a la novia —ipoteticamnete mi boca cae al suelo cuando veo su rostro acercarse al mío.

Deja un beso en mi mejilla agarrando mi cabello cubriendo su rostro y el mío, los aplausos no se hacen esperar.

—Jamas te besaré sin tu consentimiento —asiento desconcertada.

Me lleva consigo por el pasillo a la salida, lo que nos lanzan en ves de arroz es dinero.

Lo que me hace falta en mi cuenta de banco, una inexistente. Porque no tengo.

Nos subimos al auto que nos espera, cierra la puerta haciendo que avancemos, todavía queda el último evento social y hasta casi nunca. Me voy de viaje. Sus manos agarran con delicadeza mis piernas levantando el vestido viendo mis pies.

—La próxima vez, si y te cargo. No te tienes que lastimar —saca algo que está incrustados en mi pie haciéndome jadear.

—No es necesario.

—Si tiene que ver contigo es necesario e importante. No minimizes nada.

Asiento dejando que haga lo que quiera me acomodo cuando me empieza a doler mi cadera por parecer un sapo, veo que me coloca unos tacones nuevos. Levanto mi ceja viendo cómo guarda caja de dónde los saco bajo el asiento. Saca su teléfono y empieza a revisarlo, bajo mis pies de su regazo queriendo acomodarme mejor. Sus manos retienen mis movimientos desde mi cadera, me sienta en sus piernas y abro mis ojos a más no poder.

—Ese es tu lugar —no digo nada y me agarró del respaldar del asiento del conductor.




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