Mariposa negra

Capitulo 12

Bastian Bergmann.

—Haber —me recuesto en la silla.

Sus ojos están llenos de lágrimas, su cara roja como un tomate. La postura rígida indica que tiene miedo, examinó con cuidado las zonas rojas de sus brazos, casi moradas.

—¿Quien le hizo eso? —digo con mi voz cargada de tranquilidad.

—Disculpe no quería cooperar con nosotros —hace una reverencia colocándose lo más alejado de mi que puede.

—A las celdas, pero lleven lo a la que no tiene luz.

La gran puerta de metal del galpón se abre haciendo eco por la estancia, me quedo en mi posición sin voltear ni hablar, solo examinando a la mujer frente a mi.

—Me obligaron a hacerlo —comienza a hablar tragando grueso—. La hermana de su señora me obligó, dijo que si no lo hacía mataria a toda mi familia y luego vendría por mi.

—¿Que más?, algo no me cuentas, ¿Cuánto te pagaron?

Juego un poco con el arma en mi mano, su rostro palidece cuando ve como levanto el arma hacia ella, la mantengo fija en su frente, miro mi reloj para ver la hora de su muerte.

—Que lastima, morirás antes de lo acordado, a las tres de la mañana.

—No por favor, no. Me esperan en mi casa —su llanto se desata, la miro sin entender ese sentimiento repulsivo—. Déjame ir prometo no decir nada.

—Dime lo que quiero saber y podrías irte de aquí —digo en un murmullo.

—Me indicaron que esa ensalada de frutas no llevaba fresas, pero recibí una llamada antes de empezar a prepararla...

—El cuento corto, no tengo toda la madrugada, si querias también hubieras empezado también por cuando naciste.

—Lo siento, me hizo preparar todo con la mayor cantidad de fresas posible lo que habían pedido. Eso es todo, lo juro por mi vida.

Volteo un poco está vez viendo a Thiago con su rostro serio, y entonces se que algo va mal, no me permito preguntar teniendo frente a mi a esta mujer, señaló a los hombres a los lados.

—A las celdas al lado del mugriento al que acaban de llevar, y déjenla del lado de los tigres, tal vez tengan hambre.

Me levanto, viendo como grita y súplica por su miserable vida y es cuando entiendo su estúpido sentimiento hacia su familia, solo era un intento de escape. Que conveniente, quieren a su familia antes de morir pero cuando se alejaron o le hicieron algo para que los repudien buscan librarse de esa forma, usando los no más que como una excusa, patético.

Me encamino a la salida escuchando los gritos, la oscuridad dentro del galpón no se compara a la que hay fuera de este, la luna brilla en lo alto pero aún así no es suficiente para mantener todo lleno de luz. Las piedras crujen bajo las plantas de mis pies, el sonido familiar de la voz de Thiago llega a mis oídos.

—Daphne, está mal, muy mal.

—¿Que dices? —ese sentimiento que solo probé cuando parecía no despertar golpea mi pecho con fuerza.

Por primera vez pruebo el miedo, un sentimiento irracional, viendo de mi sería poco creíble que estuviera surtiendo eso exactamente porque esa palabra jamás la conocí. Y es ese sentimiento el que tiene mi cuerpo en un solo lugar sin moverme solo esperando a que siga hablando.

—Mi hermano, es su psicólogo desde que se graduó y la ha tratado mejor que nadie. Tu mujer estuvo en un incendio hace un par de años —empieza a relatar, me volteo quedando frente a él a unos cuantos pasos—. Ella, quedó atrapada. Emiliano la salvó eran apenas unos críos muy pequeños, luego de eso ella quedó en estado de shock por alguna cosa que vió ese día, nadie sabe que fue lo que pasó, solo ella.

—¿Desde cuándo sabes eso? —mi voz sale cargada de furia, cada palabra que digo lo pone alerta.

—Desde siempre —dice con serenidad y la tranquilidad que a mí me falta—. Lamento no haberte lo dicho antes, ella me pidió que no lo hiciera y sabes que jamás rompo una promesa.

Si yo también le prometí algo, y ya he roto mi promesa solo por no querer esperar, y creo que la he cagado.

—No te voy a reclamar —me acerco a él cerrando mi puño con toda la fuerza que tengo—. Te considero mi amigo y se, que es verdad lo que me has dicho, pero eso no te exime de que me ocultas te información importante.

Al estar frente a él dejo que mi puño impacte con su rostro, volteando lo en el proceso. No niego que se podría considerar traición, pero no tengo derecho a reclamar después de todo su hermano y Daphne casi nacieron el mismo día.

Se recompone casi de inmediato, sonríe y no entiendo su actitud.

—Era necesario, ahora me toca pagar una apuesta. Y no es nada barata.

—No te entiendo, Thiago.

—Es que no necesitas entenderme a mi, tienes que entenderla a ella, está sufriendo sola y tú aquí conmigo perdiendo el tiempo. Vamos, te llevaré yo, en el estado de furia que estás no es bueno que manejes. Podrás atropellar a alguien.

—No me des ideas, y no pensaba hacerlo.

Bufo siguiendo lo hasta el auto, el color se camufla muy bien con la oscuridad de esta parte, el silencio es un poco tenso, nos montamos al mismo tiempo, arranca cuando cierro la puerta, aseguro el cinturón de seguridad al ver a la velocidad en la que vamos.

—Necesito tu ayuda.

—Siempre la has necesitado —despega la vista del camino para reír.

—Thiago —dejo el sonido de advertencia llene cada palabra que sale de mi boca—. Esto es algo serio.

—Bien, bien.

—¿Lo payaso es de familia?, porque empiezo a entender las actitudes de tu hermano.

—Es algo que solemos usar para liberar la tensión, y creo que tú necesitas más que un par de bromas. Tu mal humor no se irá hasta que llegues con ella, ¿O me equivoco?

—No, no lo haces.

—Entonces tengo la razón, bien en que necesitas ayuda —las luces de la ciudad se ven a través de la ventana.

Medito un poco en como decir mis palabras, a la velocidad en la que vamos se que no me dará mucho tiempo para hacerle todas las preguntas que rondan por mi mente.

—¿Que puedo hacer para que mejore?, me refiero a Daphne.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.