Mariposa negra

Capitulo 14

Daphne Bonavich.

Corro intentado salir del circulo de fuego en el que estoy encerrada, el calor me tiene con gotas de sudor por todo mi rostro, no encuentro salida. Mi padre ha agarrado a mi hermana y salió corriendo, el sonido de las sirenas llega desde lejos. La habitación se ha consumido y el humo logro expandirse con facilidad en lo poco que queda, de mi sale una tos seca.

¿Por qué no me quieren?, ¿sabrán que fue Nina quien creo el fuego?

Mis ojos se llenan de lágrimas y las plantas de mis pies arden con fuerza, los escombros de las paredes empiezan a moverse, camino hacia atrás manteniendo mi cuerpo y rostro hacia al frente para ver lo que está pasando, podría quedar sepultada. Mis siete años de vida fueron los peores pero agradezco poder haber visto el refugio que me ofrece la naturaleza y el arte.

El dolor me hace romper en llanto mi pie ha tocado el fuego el ardor no hace doler solo mi pie sino toda mi ser, no es simplemente una herida superficial es ahora una herida que abre toda mi alma y hace llorar mi corazón.

Me levanto sudando parece ser que he mojado mi rostro con agua pero son solo gotas de sudor que recorren gran parte de el.

—Bastian —intento aclarar un poco mi visión para lograr ver en la oscuridad.

Llego hasta su lado de la cama encontrando lo vacío, suspiro y las luces fuera de la habitación están encendidas. Descubro mi cuerpo de las mantas, me siento en el borde fijándome en mis pantuflas justo al lado de las suyas, el frío traspasa la capa de ropa que tengo, me abrazo a mi misma para encontrar un poco de calor.

Enciendo la lámpara de la cómoda alumbrando gran parte de la habitación permitiendo me ver con claridad, me coloco mis pantuflas caminando a la puerta, asomo un poco mi cabeza por ella viendo el pasillo vacío, salgo en silencio cerrando muy despacio la puerta intentando no hacer ruido.

Camino levantando mis pies tanto que parece la escena de alguna caricatura, sonrío llegando a la sala, la encuentro vacía busco algún indicio de dónde pueda estar.

—Mierda, me llene de licor —su voz molesta llega desde algún lugar en la cocina.

Sin tener claro el porque voy hacia allá, en el intento de no hacer ruido para descubrir que hace vuelvo a levantar mis piernas hasta casi que llegan a mi pecho, cruzo la sala hasta dar con la puerta de la cocina, la empujó un poco viendo a Bastian, con su rostro lleno de lo que parece cacao en polvo y quitándose parte superior de su pijama, dejando al descubierto su abdomen marcado lleno de tinta. Lo miro embobada como si fuera la primera vez que veo a un hombre sin ropa.

—¿Daphne? —su voz está llena de sorpresa.

Dejo de mirarlo fijamente, y corro a la barra de desayuno sentandome en el primer puesto que veo.

—¿Que haces despierta, apenas son las cinco? —señala el reloj.

Asiento mirándolo, está impasible, pero yo por dentro parece que estoy sintiendo una manada de elefantes correr en mi estómago o tal vez mariposa moviendo sus alas.

—Pues, había frío y me levanté —mas estúpida no pudo sonar esa respuesta.

—¿Estás mejor?

—Si, mucho.

Asiente dejando la camisa a un lado en la barra, va a un extremo de la cocina, buscan algo y intento no ver a ese lugar pero para ser sincera no logro conseguir mantener mi vista quieta. Mi mirada se desvía a mi izquierda y me encuentro con Bastian colocándose un delantal, mi boca se abre viendo la espléndida vista que me proporciona. Se acerca e intento parecer serena aunque por dentro me mira por seguir teniendo esa vista.

Sigue haciendo lo que sea que hacía, de vez en cuando sonríe al verme, mantengo mi vista en él, las venas de sus brazos se marcan con un ligero movimiento, no se que está preparando y la curiosidad pica en mi al ver que agarra mani y un poco de sal.

—¿Que haces? —me ánimo a preguntar.

Se da la vuelta sonriendo poniendo frente a mí una pequeña taza con chocolate mani y me doy cuenta que el me conoce o tal vez fue Emi.

—¿Quieres tiramisú?, serás la primera persona en probar lo que tal vez podría saber horrible —se sincera dándose la vuelta en dirección al refrigerador.

—Creo que sería mucho dulce para tan temprano.

La idea es tentadora así que cuando deja frente a mi el tiramisú lo pienso antes de verlo volver a darse vuelta.

—Lo pruebas cuando quieras, es para ti de todos modos, corazón.

Me atragante con mi propia saliva al escuchar su apodo, se acerca rápido a mi lado dando suaves golpes en mi espalda.

—Estoy bien, gracias.

La desconfianza con la que me ve me es conocida pero sonrío para que no se preocupe, se despega de mi lado buscando lo que sea que estaba buscando, cuando se da la vuelta agarro la cuchara de tengo en la taza y agarro un poco de tiramisú, lo llevo rápido a mi boca degustando cada sabor que proporciona un poquito de alegría, el sabor es bueno y la presentación que tenía la mejor sin duda el cacao encima le da un toque amargo pero no lo suficiente para opacar los otros sabores.

Cuando se da la vuelta con su plato y su cuchara se da cuenta de que ahora le hace falta una pequeña porción de su elaborada preparación, sus ojos verdes viajan de un lugar al otro sonrío y él niega pero no dice nada, se acerca sirviéndose un trozo. Se apoya en la barra dando un bocado.

—No está mal, está buenísimo. ¿Sabes cocinar?

—Si —afirma y quedó sorprendida por sus dotes culinarios—. Pero nunca en mi vida había preparado tiramisú, es la primera vez.

—No lo sabía.

—Hay muchas cosas que no sabes de mi y hay muchas cosas de ti que yo no sé.

Asiento dándole la razón, tiende una cuchara de tiramisú a mi, la acepto con gusto probando otra vez ese espléndido sabor, y creo que ahora se ha vuelto sin duda mi postre favorito.

—¿Quieres? —sigue comiendo, señala la taza que había preparado antes sin tocar.

—No gracias son las cinco de la madrugada y tú estás comiendo y para matar sin camisa —doy el primer bocado, sus ojos se abren y analizó mis palabras.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.