Capitulo 17

Daphne Bonavich.

El ambiente en el consultorio está lleno de impaciencia por mi parte, Bastian se mantiene tranquilo, me muero de los nervios de tan solo pensar en cuando llegará el médico con los resultados. Está vez las ganas de vomitar yo no me las provoca la glucosa baja o el dolor de cabeza si no mi propia impaciencia y el miedo de que otra cosa esté afectándome. El sonido de la puerta se hace presente mi respiración se cierra al ver la cara del doctor cuando pasa frente a mí, las paredes d ella habitación parecen cerrarse haciendo que me sofoque bastian coloca sus manos en mis hombros ha dejado de caminar de un lado al otro y lo agradezco enormemente.

—Respira —dice bajo

A pesar de sus palabras no le hago caso como no respiro eso hace que me maree el doctor mantiene su boca cerrada y la desesperación en mi incrementa, sus ojos me examina parecen incrédulos, pero no sé de qué. No dice nada pero sus ojos demuestran la carencia de tranquilidad.

—¿Puede hablar o le cortaron la lengua de camino aquí? —la irritación de Bastian es evidente.

El médico niega pero aún así no habla bája la mirada a los papeles que trae en sus manos y palidece. Levanta su rostro y suspira parece como si fuera a dar a la peor noticia de su vida.

—La señora tiene cáncer.

—¿Disculpe? —el poco aire que tenia abandona por completo mis pulmones, y el miedo en mi pecho crece a gran escala.

Bastian no hablo ahora parece que a quien le han comido la lengua es a él. Sus manos en mis hombros tiemblan y el frío se apodera de ellas, Pero en ningún momento se aleja. El doctor parece esperar a que digamos algo, pero mi cerebro procesa la información de manera lenta.

Voy a morir.

—¿Que tipo de cáncer es? —logro preguntar tragando grueso y con mis manos sudando más d elo normal.

—Cancer de mama, debe entrar en tratamiento lo antes posible, el cáncer a penas se está desarrollando.

Las palabras del doctor me dejan pasmada, mi mente se desconecta sin dejarme escuchar nada de lo que Bastian habla o pregunta, solo soy yo viendo todo desde lo más profundo de mi mente. Desde la oscuridad.

Mi subconsciente me traicióna mostrando escenas de algún recuerdo donde mi madre me encierra en aquel cuarto lleno de sangre seca y clavos llenos de óxido el olor putrefacto golpea mi nariz como si volviera a estar dentro. Un escalofrío recorre mi cuerpo cuando un tacto desconocido se hace presente en mi brazo.

—¿Daphne estás bien? —la voz de Bastian me hace reaccionar a medias.

—Si estoy bien, ¿Podemos irnos?

Ignoro la presencia del doctor mirando directamente a Bastian a los ojos, esos verdes que ya no muestran más que preocupacion y dolor, asiente y se despide del hombre frente a nosotros con un asentimiento y apretón de manos, me levanto cuando me ofrece su mano.

La tomo con cuidado sintiendo lo cálida que está pero está vez la frialdad de la mía me hace suspirar, mi mente grita que me aleje que me vaya de su lado y que no lo haga sufrir, que lo deje vivir y que se olvide de mi como prontamente hará cuando yo muera, algo le dice al medico que lo hace asentir, sigo viendo todo desde lejos solo sintiendo todo como algo lejano sin al parecer yo estar presente.

Caminamos a un ritmo lento o bueno, Bastian camina a mi ritmo, abre la puerta para mí dejando que sea yo quien salga primero, el doctor es quien cierra permitiendo así que caminemos tranquilos o al menos algo. Él viene a mis espaldas pero sin soltar mi mano suspiro y mantengo mi mirada al frente esperando a que se acerque a mi lado, pero no, se mantiene lejos.

—Esperame en la entrada hablaré un segundo con la recepcionista.

—Voy a buscar a Thiago.

—Vale.

Aunque no quiero soltar su mano tengo que hacerlo, la realidad me asota con fuerza cuando me alejo de Bastian la soledad se hace presente en cada paso susurrando me unas cuantas palabras que hacen doler mi pecho, no volteo porque si lo hago el dolor se intensificará o al menos eso me hará sentir menos muerta, o tal vez más viva.

El pasillo de salida se hace corto y para mis pensamientos un laberinto, cada paso se siente pesado como si mis pies estuvieran hechos de plomos llenos de cemento que me quieren mantener unida al suelo, me quedo esperando a que las puertas se habrán por si solas, doy un paso afuera sintiendo el frío del invierno calar mi piel descubierta, miro a mis espaldas viendo a las personas caminar de un lado al otro en su propio mundo y preocupaciones.

Busco unos instantes a Bastian entre la multitud pero al no conseguirlo me rindo caminando en dirección al vehículo que permanece en su mismo puesto de hace rato, la nieve ha creado una capa de profundidad entre ella y el suelo por lo que se me dificulta el caminar un poco, el frío es tanto que me abrazo a mi misma intentando encontrar un poco de calor en mi, la puerta del vehículo se habré dejando ver a Thiago con mi abrigo en sus manos, camina los más rápido que puede, llega hasta mi con dificultad, deja con cuidado el abrigo en mis hombros dando un poco de calor a mi cuerpo entumecido.

—Gracias.

—Bastian está por los cielos si te mando sin abrigo.

—Es algo complicado, no lo culpes —sonrio haciendo que llegue hasta mis ojos.

—Deja las sonrisas falsas a tu madre y hermana —le hago caso y sigo caminando con su ayuda—. Emiliano ha preguntado por ti, habla con el antes de que te mandé a rastrear.

Una pequeña risa brota de mi, tiene razón tengo que llamarlo antes de que le dé un paro cardíaco. Abro la puerta del auto para mí me subo con cuidado dejando que Thiago cierre luego de estar por completo en el interior.

Él se queda afuera tal vez esperando a Bastian, me recuesto en los asientos y suspiro sabiendo que muy pronto tendré que hablar con Emiliano y contarle todo con el más mínimo detalle de ser necesario. Tarareo la letra de alguna canción, una lenta y triste canción, una lágrima moja mi mejilla con mi mano retiro la gota pero desciende una tras otra mi voz se quiebra pero no dejo de cantar. Poco tiempo pasa y las voces que se escuchan afuera se sienten intranquilas, las puertas se abren poco después, Bastian se sienta de copiloto y Thiago al volante.