Mariposa negra

Capitulo 24: Especial parte 6

Bastian Bergmann.

Hace dieciocho años atrás.

El jardín se extiende a lo largo mostrando un lugar amplio y para una persona normal dentro de lo que cabe la palabra, para su visita sería algo hermoso. La noche fue tediosa y algo estresante a mi parecer, pero nadie parece recordarlo solo aquel niño que me encontré antes de salir.

El sol se eleva en lo alto, las monjas juegan con los niños, el orfanato es un asco está casi por derrumbarse. Todo cruge durante las noches y el día, cada sonido me mantiene alerta, las risas, los gritos, cada palabra o cada acción despreocupada. Permanezco en mi lugar aunque muchos me inviten a jugar con ellos, piensan que soy mudo o algo parecido porque empiezan a hacer señas con sus manos cada vez que no les respondo.

Veo todo desde el humbral de la puerta que está a punto de morirse, dejo que mis codos se posem en mis rodillas, el ambiente para mí es tenso y lleno de un peligro inminente, pero al parecer para ellos es muy relajante y lleno de calidez, mis muñecas aún duelen con el mínimo esfuerzo. No puedo agarrar nada ni hacer nada sin ayuda. Me levanto pisando los escalones para bajar pero el solo hecho de ver el pasto lleno de un pequeño rocío de agua me hace retroceder, las imágenes se reproducen con fuerza la lluvia, los árboles en mi camino y aquellos hombres que me perseguían. Y mis actos de rebeldía que causaron la muerte de mis compañeros.

Niego dispersando las imágenes, levanto mi vista y me encuentro con una cara sonriente y aquellos ojos avellanas que me llaman la atención y el pelo tan chistoso que tiene pero la hace diferente y eso la hace hermosa.

—¿Vienes a jugar o vas a seguir fingiendo ser mudo? —rie ante sus palabras y extiende su mano—. Lamento lo de anoche solo me es extraño que te trajera tu padre, o es lo que supongo.

Doy un vistazo, su vestido de flores se mueve con el poco viento que hay, no hago ni el más mínimo intento por levantar mis manos, su cara se pone roja y retira su mano colocándola a sus espaldas, sonrío a medio lado y le muestro mis muñecas enyesadas.

—Lo siento, lo olvide.

Si la gente suele olvidar lo que no le importa.

Niego y me doy vuelta para entrar a la vieja estructura, cada escalón a mis espaldas cruje, un sonido que intranquiliza mi mente. Volteo un poco mi rostro deteniendo me para ver quién me sigue. Daphne va caminando lejos con su cabeza gacha hasta que otro niño llega y al parecer dice algo que la hace reír. Pero quién me sigue no es ella, es aquel niño de la puerta el que parecía un espanto.

—Creo que anoche no nos presentamos de la mejor forma, me llamo Thiago, sin apellido. Lo odio.

Asiento y sigo subiendo los escalones sin prestarle atención a sus palabras. Un sonido de frustración se escucha y luego murmullos de su parte a mis espaldas.

—Al parecer tenemos algo en común, Thiago.

Me quedo en el humbral de nuevo, está vez sin darme la vuelta para verlo, una risa baja llena mis espaldas.

—Es lo que veo señor Bergmann.

—Tienes más información de como salir de aquí, Thiago. Necesito estar en Alemania lo más pronto posible.

—Conozco a varias personas que te pueden ayudar, pero necesitamos dinero.

Sonrío ante sus palabras, sigo mi camino con su presencia a mis espaldas, si tengo que esperar dos, tres, cuatro años para que alguien me saque de aquí si no consigo lo que quiero. Lo haré, por ahora sobreviviré cueste lo que cueste y saldré de aquí en poco tiempo puede que no por alguien, sino por mis propios méritos.

Presente.

Una voz se escucha en mi oído tan suave y teñida de un dolor agudo perfora hasta llegar a mi mente, un pitido zumbante perturba lo suave de la voz atormentando mis oídos, la sensibilidad en cada parte de mi cuerpo me genera un escalofrío, hago el mínimo intento de mover cualquier parte de mi cuerpo. Mi mente se aclara poco a poco, la voz se hace conocida, pero aún para mis oídos un poco lejana.

Quiero abrir mis ojos y encontrarme a la dueña de dicha voz que me deleita, pero. Mi cuerpo no reacciona a mis mandatos por más que quiero moverme no puedo, algo más me lo impide.

Quiero matar a mi padre en este instante, ya no me basta con mantenerlo alejado y cumpliendo cada capricho ahora hay algo más que mi vida en peligro, ahora no soy solo. Se que intentará dañarme por dónde más me duele, mi punto débil, sabe por dónde me puede dañar de la manera más vil que existe dejándome vulnerable, ya sabe y conoce a quien me mantiene atado a este mundo. Se por quien viene y fácil no la va a tener, si yo muero lo jalare conmigo hasta el averno.

Otra vez esa vos en mi oído más cercana, capto cada sonido cada palabra, cada pausa y el sonido de sus susurros, intento mantenerme tranquilo al descubrir la dueña de aquella voz.

—Bastian, despierta, no sabes cuan difícil es ver la suit vacía sin tu presencia. Lamento lo que sucedió, si eso no hubiera pasado tu no estarías así, se que es por mi culpa y lo siento.

¡No, mierda no!, no es tu culpa. No lo es.

Es mía por no deducirlo.

El crujir de algo se hace presente, un peso leve se hace presente ante mi pecho algo cálido caen en ese lugar, de un momento a otro tengo ese lugar en mi pecho lleno de agua o es lo que parece pero se, que son sus lágrimas.

Cómo quisiera que mi cuerpo me hiciera caso para abrazarla estar a su lado. Voces se hacen presentes el peso desaparece de mi pecho y unas pequeñas voces llenan el lugar resonando en mi mente.




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