Daphne Bonavich.
Suspiro y dejo mi cabeza en su pecho, dejando que las lágrimas fluyan sin control, su rostro está casi sin color un tubo pasa por su garganta para que pueda respirar o fue lo único que escuche decir del doctor. Mi cerebro no respondía y mucho menos mi cuerpo, casi me caigo varias veces en el pasillo, la opresión en mi pecho cuando Thiago me informo que Bastian tuvo un accidente no me dejó respirar ni pensar con racionalidad.
El poco oxígeno que quedaba en mis pulmones desapareció viendo la visión que tengo frente a mi, una de sus manos vendada, el doctor dijo que le costará sanar ya que alguna vez le rompieron la muñeca en varias partes y según su historial médico no fue ni la primera ni la última vez. Su silueta frente a mi parece desgastada, como si no estuviera respirando y si no estoy recostada en su pecho ya me habría alarmado. Intento no hacer ruido pero me es imposible, el sonido de la máquina a su lado es perturbador.
Lloro con la esperanza de que esos ojos verdes se abran y digan que está bien, que él está bien. El sonido de la puerta me hace levantarme de su pecho, limpio mis lágrimas de mis mejillas intentando borrar el camino que trazaron.
—Mamá, ¿Por qué mi hermano tiene esa cosa en su boca?
—¿Está muerto? —otra vocecita susurrante, llena de curiosidad.
Me levanto de mi asiento a su lado intentando que en mi rostro se encuentre una sonrisa al voltear, pero me es imposible. Solo una mueca sale de mi, me volteo viendo a una mujer no tan joven, su piel está tersa y desde lejos se puede ver la suavidad de la misma, el color rosado de sus mejillas la hace super linda contrastando con el color pálido de su piel. una sonrisa triste se extiende sobre su rostro sin llegar a sus ojos.
—No niñas, solo está descansando.
—Pues que rara forma de hacerlo —hace una mueca con sus labios recordándome a Emi y un tanto a Bastian cuando algo no le gusta.
Las niñas son casi idénticas, sus rasgos son afilados pero suaves con ese toque de elegancia que desprenden, camino cinco pasos para poder llegar a ellas el camino se hace largo, mis pies están pesados como si estuvieran llenos de concreto estiró mi mano que es tomada de inmediato por aquella mujer.
—Un gusto conocerla señora, me llamo Daphne Bonavich.
—Un gusto Daphne, soy Eleonora, madre de Bastian.
Asiento intento darle una sonrisa, pero me es imposible, los costados de mis ojos se vuelven a llenar de lágrimas cuando bajo mi vista para saludar a las pequeñas niñas, aunque sus ojos ya están fijos en mi me es imposible no pensar en él, sus ojos son idénticos solo que más claros que los de él. Volteo mi cara al ver a Bastian tendido sobre aquella camilla donde tan solo hace unos instantes está junto a él, rogando porque tan solo pudiera ver sus ojos y que me mire de la única manera que tiene él. Cómo si fuera su mundo, y en instantes no existieran personas a nuestros alrededor más que él y yo.
Las niñas preguntan algo pero son abruptamente interrumpidas por el sonido de la máquina, los latidos de Bastian dejan de reflejarse en el aparato la puerta se abre con brusquedad, entran las enfermeras junto al doctor corriendo agitados, sacándonos de la habitación. Intento resistirme pero termino cediendo, se que si no los dejo actuar Bastian dejará este mundo y es lo que menos quiero, por una vez en mi vida volví a sentirme amada, algo que desde hace mucho tiempo no sentí.
Unas manos sobre mis hombros de la puerta que es cerra frente a mi de manera ruda, haciéndome reaccionar dando unos cuantos pasos a hacia atrás, me dejó llevar por Thiago aún con sus manos en mis hombros mi vista en la frente sin mirar al suelo solo parece estar ida mirando algún lugar en específico, tal vez el vacío del pasillo o lo silencioso del lugar, a lo lejos puedo distinguir a unas personas caminando pero no reconocerlas, veo como la madre de Bastian se tensa en su lugar junto a las sillas de la sala de espera, esconde a una de las gemelas a sus espaldas la otra viendo las acciones de su madre corre a esconderse a mis espaldas.
Mis manos salen disparadas a mis espaldas en una acción silenciosa la sostengo sintiendo su pequeño cuerpo temblar, tal vez lleno de miedo, Thiago sale del lugar tras mis espaldas caminando ahora frente a nosotras guiandonos a uno de los asientos, paso a la niña a dónde la pueda tener en mi campo de visión, a mi costado está ella temblando viendo aquel hombre acercarse, no lo reconozco de inmediato cuando pasa a mi lado, la madre de Bastian esconde su rostro bajo unos mechones de su cabello, suspiro y entonces lo recuerdo, es él. Aquel hombre del que Thiago me contó en el camino al hospital.
El padre de Bastian.
Hago mi mano un puño enterrando mis uñas en la palma hasta enterrarlas en mi carne, siento un líquido tibio recorrer mi mano, un zumbido a traviesa mis oídos, apretó mis labios enderezando mi postura y saliendo al fin de mi ensoñación dañina. Miro el rostro de la mujer que camina a su lado al parecer llorando de dolor el hombre por su parte solo se limita a mirarla con obstinación, sigo mi camino recordando las palabras que le siguieron a la descripción de Thiago.
"Bastian se encargará, ya lo ha hecho antes".
Pero Bastian no está ahora, y tampoco le quitaré el derecho de hacerlo.
Camino con la rabia creciendo en mi pecho, la niña a mi lado habla, bajo mi rostro hasta encontrar sus ojitos mirando mi mano.
—Te has lastimado, ¿Te duele? —susurra bajo.
Visualizo de reojo al hombre un poco más lejos antes de responder, pero al parecer es suficiente que la niña hablara para detener su caminata.
La madre de Bastian se acerca caminando rápido hacia mi, llevándome lo más lejos que puede, pero su intento de alejarnos del padre de Bastian es en vano, Thiago mira a sus espaldas, deja que nosotras avancemos para el quedar detrás de nosotras al ver al hombre acercarse.
Editado: 11.03.2025