Daphne Bonavich.
Miro a las niñas charlando mientras doy un sorbo a mi té, sonrío con los labios en la taza. Tienen sus bocas llenas de migajas de tarta, sus ojos están brillando con una intensidad sorprendente y al parecer el color de sus ojos cambia según su estado de ánimo ahora los tienen más claros casi ni se nota el color verde tenue en sus profundidades. Me río por sus palabras y las caras que hacen.
La campanilla de la cafetería suena y el tintineo llega a mis oídos y como si la persona que acaba de entrar atrajera mi vista como un imán a ella volteo, mi cuerpo entero se congela y el pánico llena mi pecho, mis manos tiemblan tanto que la taza en mis manos casi se resbala, aquella pareja camina sonriente y al parecer sin darse cuenta de mi presencia, aparto mi vista de ellos en un intento desesperado de calmarme, las niñas son totalmente ajenas a la situación. Dejo la taza a medio tomar en la mesa sacando se mis bolsillos un poco de efectivo dejando lo justo.
—Niñas nos vamos, tenemos que ir a ver a su hermano —mi voz tiembla en cada palabra.
Ninguna se queja solo asienten con la curiosidad en sus rostros, me levanto y ellas imitan mi acción, camino unos pasos hasta estar a su lado sin levantar mi vista intentando esconder mi rostro entre los mechones de cabellos que están regados por mi frente, visualizo lo poco que puedo las fracciones de aquel hombre y eo pánico aumenta al darme cuenta de quien se trata, sus ojos negros, el cabello cenizo que me persigue en mis sueños y esa sonrisa sombría que siempre tiene en el rostro evoca los recuerdos de aquel incendio.
Agarro las manos de las niñas caminando en dirección a la salida intentando mezclar nos con las personas que entran y salen, mi teléfono vibra en los bolsillos de mis pantalones.
—Ross, agarra a tu hermana y no se suelten.
—Sí.
Dejo de ver a las niñas intentando enfocar mi mente en una cosa a la vez, pero me es imposible, intento recordar el mismo camino que tome con Bastian dentro de eata cafetería para poder salir, las personas están aglomeradas sofocandome, mi pecho sube y baja con una irregularidad preocupante, no logro llegar a tiempo a mi teléfono. Miro a mis espaldas encontrándome a mi hermana con su novio caminando hacia nosotras o es lo que creo. Mi mirada y la del hombre a su lado se encuentran la sonrisa llena de malicia se ensancha haciendo que un escalofrío recorra mi cuerpo por completo, el teléfono vuelve a sonar y está vez logro contestar.
—Thiago —mi voz está un poco agitada y mi respiración entrecortada cuando intento abrirnos paso entre las personas.
—¿Estás bien?, estoy de caminó el médico necesita hacerte algunas preguntas y la madre de Bastian quiere hablar con las gemelas.
—Estoy en la cafetería de la última vez, ya casi salgo.
Cuando logro llegar a la puerta suspiro y la empujó sintiendo la presión disminuir en mi interior, veo a las gemelas y las dos siguen agarradas de las manos sonriendo, veo sobre mi hombro y mi hermanay aquel hombre han desaparecido, camino por el estacionamiento viendo los copos de nieve caer aún la temperatura sigue bajando, nuestros pasos resuenan en la soledad pero no dura mucho luego son opacados por eo sonido de un motor, sonrío y veo la tan conocida camioneta. La que nos trajo ya le ha seguido el paso estacionándose frente a nosotras.
La alegria dura muy poco una mano se posa en mi hombro y mi cuerpo se congela, Thiago abre la puerta bajando se esperando por nosotras con su seño fruncido viendo a mis espaldas.
—Niñas vayan con Thiago iré en un momento.
Ross se suelta de mi mano y guía a su hermana por el pequeño camino que les queda por recorrer. Inhaló y exhaló antes de girarme y ver la cara de quién sea que este a mis espaldas, el miedo recorre cada vértebra de mi columna me quedo sin aire a tan solo girar sobre mi propio eje, y aho la encuentro a mi hermana parada frente a mi, su cabello castaño cae en delicadas hondas enmarcando su rostro la sonrisa que tiene en sus labios se ensancha más su mano se va de mi hombro pero aún siento la sensación de ella ahí.
Sus ojos marrones están oscurecidos con un torbellino de emoción en ellos, sus pómulos tienen un ligero color rosado y un golpe se oculta bajo todo el maquillaje que tiene encima. Veo sobre su hombro viendo más allá al hombre de mis pesadillas levanta su mano saludando me y está vez mi pecho se oprime al recordar cada cosa mis muñecas arden como aquel día y en un intento de quitar el ardor que se ha instalado aparto mi vista bajando a ellas viendo la piel apenas curada y las cicatrices casi desvanecidas por los años y cada tratamiento intenso y doloroso.
—¿Algún demonio del pasado que te atormente, hermanita? —sus palabras son una burla que taladra mi mente.
—Solo uno, y ahora es el tuyo —levanto mi rostro sintiendo el ardor en la boca de mi estómago que se extiende rápido a mi garganta—. Cubre mejor tus golpes que se ven bajo todo tu maquillaje.
Me alejo dos pasos aún mirándola sus manos salen disparadas a sus mejillas su sonrisa ahora es una mueca, sigo dando pasos hacia atrás sin apartar mi vista de ella, quedó a más de un metro lejos de ella cuando por fin doy vuelta caminando en dirección a Thiago que tiene la puerta del vehículo abierta para mí.
Asiento y me subo sintiendo el ardor en mis ojos, está vez no por Bastian. Sino por lo débil que soy luego de años, la risa de las gemelas remplaza el silencio del interior, la puerta se cierra cortando la visión de mi hermana aún congelada bajo los copos de nieve que caen más rápido cada vez, el vehículo avanza rápido haciendo que despegue mi vista de la ventana y mire a las gemelas riendo abrazándose. Limpio la lágrima que cae de mi ojo sin aviso.
—¡Daphne, ayúdame! —su risa llena mis oídos haciendo que mi pecho se llene de felicidad.
Ross está bajo su hermana quie le hace cosquillas, pongo un dedo en mis labios para que haga silencio mientras me acerco por detrás, su cuerpecito se remueve bajo las manos de su hermana, asiente entendido mi cometido. Su rostro se ha puesto rosado, no consigue formular palabra. Sonrío y abro mis brazos para agarrar a Bonnie.
Editado: 30.04.2025