⚠️ Advertencia :
Al iniciar el capítulo se encontrarán con palabras un poco fuertes para algunos. Pueden saltar la escena si así lo deciden.
Daphne Bonavich.
—¡Miren chicos, ya tenemos con quién divertirnos! —Un sonido ahogado sale de los labios de Mason como si quisiera reírse pero es incapaz de hacerlo.
Mis muñecas arden al estar exponencialmente dañadas a gran escala la soga que las sostiene se ha incrustado hasta casi llegar a mis huesos, mis recuerdos de cómo termine aquí están distorsionados en mi mente, solo se que lo encontré a mitad de camino a la casa de Emi, no recuerdo nuestra conversación solo su terrible olor a alcohol que no se ha ido aún de él y que al parecer siempre lo acompaña. Mi nariz pica aún por algo de lo que le haya puesto al pañuelo que me coloco en el rostro.
—¡Suéltame degenerado de mierda! —grito con el nudo en mi garganta que se hace más fuerte a cada segundo.
Lágrimas quieren salir de mis ojos, sus ojos evalúan mi rostro y su sonrisa se extiende, levanta sus manos al aire, sus ojos rojos indican su estado. Está droga, el maldito está drogado.
—¡Silencio, linda! —camina unos cuantos pasos acercándose rápido, se inclina dejando sus manos en mis muslos dando caricias que me revuelven el estómago—. Mantén esa bella boquita cerrada, no querrás un castigo. Solo eres una diversión para nosotros así que, tú bella boca mantenla relajada y tranquila para que me chupes la polla.
Abro mis ojos sosteniendo mi garganta, puedo respirar con normalidad pero no puedo decir palabras o si quiera hacer un sonido, la habitación está a oscuras a pesar de que las cortinas están corridas. Me siento en la cama, enciendo la lámpara que puedo vislumbrar en la oscuridad. Llenando un poco el espacio de la habitación, recostó mi cuerpo en la cama intentando organizar mis pensamientos, sé que nos montamos en el avión así Que supongo que me encuentro en algún lugar de Alemania. Organiza mis ideas los más rápido que puedo me levanto a tintas la pequeña lámpara solo da una luz tenue alumbrando un pequeño espacio pero me es suficiente para lo que necesito ver me acerco al ventanal veo la oscuridad fuera de este ni la luna alumbra solo se esconde tras las nubes que apagan por largos momentos su luminidad. Aunque algunas luces esparcen su luz de manera uniforme la oscuridad absorbe mayor parte.
La puerta de la habitación se abre de una manera no tan silenciosa, la luz permanece apagada y me es difícil averiguar la identidad de la persona. Pero, se delatan tan pronto como abre una de las puertas y enciende la luz la espalda de Bastian hace presencia para luego dejar ver su perfil su rostro se voltea sus ojos me buscan en la cama parece asustarse, pero creo que es todo lo contrario deja lo que había agarrado caer al suelo camina a pasos rápidos hasta la cama revolviendo las frazadas.
—Estoy aquí —mi voz tiene un aspecto cansado, bostezo sin quererlo volviendo a repetir las mismas dos palabras—. Estoy aquí.
—Ven aquí —se baja de la cama abriendo sus brazos.
Mis pasos son lentos mi cuerpo entero pesa, suspiro. Unas inmensas ganas de llorar me entran una lágrima baja por mi mejilla al ver que abre sus brazos esperando recibirme me apresuro arrastrando mis pies.
Me abraza con fuerza cuando estoy frente a él, suspiro aferrándome lo más que puedo.
—Saldré, iré a resolver algunas cosas.
—Está bien, ¿Puedo a invitar a Emi?
—Claro solo no vayas al ala este de la casa, por lo demás. Puedes explorar sin limitaciones.
Asiento alejándome aunque no lo quiera.
—Bien nos veremos.
Y en sus ojos vuelve aquella mirada que me dedicó en el hospital, la dulzura se ha ido y una irreparable rabia le llena ahora y comprendo que jamás debía abrazarlo. Acomoda su chaqueta de cuero intenta sonreír al parecer, pero. Solo levanta la comisura de sus labios con un sonido bajo, una pequeña burla, niega y camina de nuevo al vestidor. Agarra lo que ha dejado caer antes y lo lleva consigo para salir de la habitación dejando encendida la luz que acentúa cada uno de sus movimientos, la luz cae en su espalda como pequeños rayos de sol, me doy vuelta cuando él se detiene miro las escasas estrellas en el cielo, su voz profunda perfora el silencio.
—Oh, y Daphne. Hazme un favor, aléjate de mí cuando puedas. Y si necesitas algo llama a Thiago.
Ya no hay más palabra luego de eso, y las ganas de llorar atacan mi pecho. Ya no entiendo, no entiendo mi vida cada día es más complicado, un problema tras otro y a ninguno le encuentro solución.
—Lo haré —miro más allá del ventanal bajando mi vista al jardín y veo a un pequeño animal correr.
La puerta de la habitación se escucha cerrarse con fuerza, siendo seguida de gritos por su parte, agarró mi pecho encima de mi corazón que late tan fuerte que parece que se descarga con cada golpe. Muerdo mis labios para contener un sollozo, trato de respirar pero solo consigo obtener respiraciones leves y fugaces; cierro mis ojos no que mi cuerpo seda cayendo de rodillas, el frío se filtra de a poco apaciguando Un poco el dolor físico pero no el interno, mi mente está llena de recuerdos lo bien que me sentí en sus brazos, la tranquilidad que me transmitía. No quiero sentirme así, No quiero llorar más, no quiero seguirme lastimando cada vez que algo así sucede.
—El cielo llorará hasta que ya no lo hagas tú —canto bajo, en un intento de consuelo.
La puerta de habitación se abre unos cuantos minutos después y cuando creo que ha vuelto, la voz de Emi suena a mis espaldas.
—¿Estás aquí?
—No.
La luz de la habitación se enciende con un chorro de maldiciones, un pequeño dolor punzante atraviesa mi corazón gimo bajo por la fatalidad de ardor que genera en mi pecho. Dejó salir un poco el aire que se encontraba en mis pulmones, siento sus manos cálidas en la piel protegida de mis hombros.
Editado: 05.07.2025