Ese día lluvioso después de hablar con Dios, prácticamente reclamarle porque yo tenía que sentir todo eso.
No entendía lo que pasaba, ese día me mandaron a la cocina a ayudar y nos pusimos a limpiar todo, y al agarrar una verdura una avispa me picó, pusieron carbón en la herida y seguí con la limpieza, como era una persona que no mostraba debilidad, siempre tenía ese porte de fuerza ante los demás y siempre responsable con lo que me asignaban, me dolió pero seguí con las labores. Pasando la tarde al ir a cambiarme para culto de la noche me percaté que mis pies estaban hinchados. Fue nuevo porque siempre había sido la más sana y nunca me habían hinchado los pies. Pero igual fui a culto. Pensaba que era por todo el día estar de pie en la cocina.