Mariposas Nocturnas

Prólogo: El Funeral

Morir es igual de natural que nacer, ambas son lo mismo, el comienzo de algo nuevo. Lamentablemente, para las Mariposas Nocturnas cruzar el Velo es sólo el principio de nuestro trabajo.

Nos presentamos en aquel pomposo evento, rodeados de algunas de las caras más conocidas de toda Londres, el poderoso Conde Dupont nos estaba dando el último adiós tras fallecer en la misma noche de su cumpleaños.

Me senté en la última fila, alejada de todos, desde donde podía ver el gigantesco ataúd entre el gentío.

—¡Que divertido! ¿Quién es el fiambre en esta ocasión? —Duncan apareció en un pestañeo en la silla de alado, con su traje negro y su estúpida expresión de emoción.

—Por fin te dignas a aparecer ¡No te he visto en toda la mañana! —Me había tragado todo el viaje sola hasta aquí, con la estúpida preocupación de que podría haberle pasado algo.

—Soy un hombre ocupado.

—¿Ocupado? ¡Pero si eres un fantasma!

—Más motivo aún para estarlo, estar muerto es muy duro. —Se cruzó de piernas y miró hacia el féretro—. ¿Qué sabemos de este encargo?

—Charles Dupont; Barón de setenta años, casado, dos hijos, político de éxito y Conde de título. Paro cardíaco mientras dormía.

—Joder... No me extraña, ¡Mira el tamaño de ese ataúd!

—Mantén la compostura, Duncan. —Le pedí—. El Conde podría estar por aquí.

—¿Eso estamos haciendo? ¿Esperando a que aparezca su espíritu? ¡Qué aburrido!

—¿No te parece triste? Murió en el mismo día de su cumpleaños, toda su familia había venido a celebrarlo con él y iba a conocer a su tercer nieto. Si su espíritu está en alguna parte, tiene que ser aquí.

—Muy bien, pues iré a buscarlo por ahí. —Justo cuando este se levantó de la silla, el espíritu del Conde apareció caminando desorientado entre los invitados—. Creo que ya no va a hacer falta...

—Necesito hablar con él en un lugar más tranquilo, ya sabes que hacer.

—¡Si, jefa! —Se frotó las manos y con un rápido movimiento se teletransportó a su lado, lo sujetó de los hombros y lo llevó hacia una sala que había al fondo. Disimuladamente, me levante de mi asiento y crucé la puerta, encontrándome a Duncan zarandeando con el corpulento espíritu—. ¡Tranquilícese! ¡Sólo queremos hablar!

—Señor Dupont, mi nombre es Clementine Everhart, vengo de parte de su mujer, Marina.

—¿Marina? ¿Esta aquí? —Preguntó, confundido.

—No, esta en casa, esperándonos.

—¡Espera! ¡No lo entiendes! —Exclamó como si se hubiera acordado de algo—. ¡Tienes que decirle que irán también a por ella!

—Más despacio, Charles. ¿Quieres decir que alguien te ha hecho esto?

—¡Tenéis que avisarla! ¡Antes de que sea demasiado tarde!

Justo cuando le iba a preguntar más cosas, un escalofrío nos recorrió la espalda a ambos, como si algo nos estuviera acechando. Bajo los pies del Conde se desplegó una oscura sombra que lo absorbió como si de un tornado se tratase. Duncan lo intentó agarrar de las manos, pero aquel oscuro poder era demasiado fuerte.

El Conde desapareció entre desgarradores gritos a través del suelo, dejándonos a ambos completamente desconcertados. Su dolor se me clavó en el costado como un afilado cuchillo, provocándome un mareo que me obligó a apoyarme en la pared para no caerme.

—¡Clem! ¿Te encuentras bien? —Este hizo el gesto de sujetarme del brazo, pero sus dedos traspasaron mi hombro como niebla, haciéndome sentir su profunda frustración al no poder tocarme, ventajas de que sea mi Enlace.

—Sí, estoy bien. —Le tranquilicé mientras me ponía de nuevo recta.

—¿Qué acaba de pasar?

—Creo que era un ritual de expulsión, algo que sólo una Mariposa Nocturna de nivel avanzado puede hacer.

—¿Tenemos competencia? —Frunció el ceño.

—No lo sé, pero creo que lo mejor será ir a su casa a hablar con la viuda. Ella sabrá mejor que nadie lo que le ha pasado a su marido.

 



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En el texto hay: fantasmas, amor imposible, mediums

Editado: 27.08.2023

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