Mariposas Nocturnas

Parte 4: La Investigación

Me desperté acostada en aquella enorme cama con mi cuerpo desnudo tapado por las sábanas. A mi lado, Duncan yacía con una sonrisa estampada en el rostro, como si esta hubiera sido la noche más feliz de su vida.

Unos toquecitos a la puerta me alertaron de golpe—. Señorita Everhart, ¿Esta despierta?

—¡Sí! —Respondí, asustada, tiré de una patada a Duncan de la cama, recibiendo sólo de respuesta un leve quejido de su parte—. ¡Dunca! ¡Espabila!

—¿Qué está pasando? —Preguntó aún con los ojos pegados—. Que raro es volver a dormir después de tantos años...

—¡Duncan! ¡Esconderte! —Me puse el camisón y me peine un poco con las manos. Abrí la puerta a la mitad para asomarme, encontrándome al áspero mayordomo en la entrada con una mirada de condescendencia—. Buenos días.

—Buenos días, el desayuno está casi servido. Avise a su compañero también... —Su mirada me esquivó para mirar hacia el interior de la sala. Me giré hacía donde estaba mirando, descubriendo los pantalones de Duncan posados sobre la cama y su sombra moviéndose tras la cama—. Yo no he podido avisarle, ya que el señor no ha dormido hoy en su cama...

—Sí... —Cerré la puerta con la mirada clavada en el suelo de la vergüenza que estaba pasando. Luego, fui rápidamente a vestirme y peinarme en el tocador—. Ya puedes salir, Duncan. No sirves para jugar al escondite.

—He estado años muerto, acostumbrado a que no me vea nadie. Supongo que estoy oxidado.

—Pongamonos manos a la obra. —Tomé sus pantalones para tirarselos a la cara, cosa que el atrapó al vuelo.

—¿No vamos a hablar de lo que ha pasado? —Preguntó, sorprendido.

—No. —Seguí vistiendome cómo si nada, pero él se interpuso entre la puerta y yo para que intentaramos hablar, deteniendome sujetandome del brazo, pero yo lo aparté de un suave tirón—. Duncan, lo que ha pasado esta noche ha sido una equivocación, un leve desajuste que no puede volver a ocurrir ¿Entendido?

—Sí. —Me respondió, desanimado, con la mirada clavada en sus propios zapatos. Me elejé de él, lentamente, mientras que le esquivaba la mirada lo máximo posible para evitar sentirme culpable.

Caminé hasta el salón principal, escuchando los murmullos de varias personas, entre ellos los de la señora Dupont. Lentamente, me asomé por el hueco de la puerta, distinguiendo a una figura que me era bastante familiar. Su voz, aguda y arrogante, me taladró en la sien.

—No se preocupe, señora Dupont. La Escuela le facilitará todos los recursos necesarios para ayudarla. Por eso estoy yo aquí. —Aquella persona se despidió de la viuda para justo después salir de la sala. Yo retrocedí sobre mis pasos, simulando que pasaba casualmente por ahí.

En el pasillo me topé de frente con ella, una mujer de facciones asiáticas y vestido negro. Su broche de plata de Mariposa Nocturna brillaba más que las estrellas, todo lo contrario al mío que era de bronce. Se trataba de Lee, una compañera de la escuela.

—¡Por fin te encuentro! —Exclamó cómo si hubiera estado toda la mañana buscándome, cosa que era mentira—. Tenemos muchas cosas que hacer, Clem.

—¿Qué haces aquí, Lee? —Me crucé de brazos y fruncí el ceño—. Este es mi pedido.

—Agatha a cambiado de planes, la brecha en el Velo se ha hecho tan notoria que ha mandado a alguien más, ahora estáis bajo mi mando. —Su sonrisa maliciosa casi logra envenenarme para hacer que perdiera los estribos, pero no quería darle ese placer.

—Duncan y yo nos apañamos bien, gracias... —Casi sin esperarmelo, otra figura me sorprendió por la espalda. Lo conocía, era el Enlace de Lee, Barbara.

Esta me miró con una amplia sonrisa, aún anestesiada por el chute de adrenalina que provocaba esta casa—. Es como si volviera a la vida...

—¿Ves? Creo que esto se os va de las manos—Se me acercó— ¿Dónde esta Duncan? Me muero por saber como es estando vivo...

Alcé la mirada orgullosa, haciendo oídos sordos a sus provocaciones—. Esta arriba investigando, enseguida baja.

Para mí mala suerte, este cuando apareció se había entretenido al parecer con algunos postres de la cocina. Sus labios y su chaqueta estaba completamente manchados de chocolate.

—Sí... Ya veo... —Exclamó Lee justo antes de que ella y su Enlace se echaran a reír—. Sigo sin entender por qué Agatha os ha enviado a vosotros, pero bueno...

...

Nos reunimos en la Biblioteca, alrededor de una mesa, Lee, como no podía ser de otra forma, fue la primera en hablar, mostrando así sus dotes de liderazgo—. Muy bien, recapitulemos lo que ya sabemos. El Conde Dupont murió hace dos días, su viuda dice que ha sido por asesinato, pero no hay rastro de su espíritu.

—Logramos hablar con él en su funeral, pero antes de que nos diera más explicaciones fue expulsado por un tipo de magia típica de una Mariposa Nocturna de rango alto.

—Eso hace que posiblemente el asesino sea conocedor de las magias ocultas —Añadió Duncan.

—El motivo de que lo matara seguramente tenga que ver con esa "puerta" de la que habla su viuda, pero tampoco nos ha sabido aclarar nada. —Lee dio unos pasos por la sala mientras se frotaba la barbilla con el dedo.

—Nos quedaría saber sobre la brecha del Velo, es más profunda de lo normal—Intervino, Barbara.

—Creo que es más que probable que la "puerta" y la grieta del Velo estén conectados. —Continúe pensando—. ¿ Qué era lo que podía provocar estas fisuras?

—Artefactos mágicos, espíritus muy fuertes y algunas especies de rituales... —Lee enumeró todos aquellos hechos mientras los descartaba con los dedos de su mano.

—Creo que podríamos empezar por buscar algo así, la casa es inmensa y por algún lado hay que empezar.

—Mirate, si ya casi ni pareces la Clem que conocí en la escuela... —Se burló mi compañera para luego echar a andar hacia la salida—. Barbara y yo exploraremos la planta de arriba y el desván, tú y Duncan la planta de abajo y el sótano.



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En el texto hay: fantasmas, amor imposible, mediums

Editado: 27.08.2023

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