Mariposas Nocturnas

Parte 5: Los Sótanos

Descendimos hasta la más oscuras de las salas, caminando por unas enormes bodegas llenas de barriles de vino. Aquel laberinto de galerías parecía no tener fin, mientras que yo no era capaz de concentrarme por las cientos de voces que escuchaba a mi alrededor. El aire era frío y asfixiante, como si la atmósfera fuera mucho más pesada que en la parte de arriba, algo que era bueno para nuestra investigación, ya que daba a entender de qué estábamos las cerca de encontrar algo.

—¿Por qué crees que Agatha a enviado a Lee? ¿Acaso no nos veia capaces de poder con este pedido? —La voz de Duncan rompió el caótico ambiente, actuando como un pequeño oasis para poder zafarme del resto de voces.

—Creo que la fisura de aquí es tan grande que incluso Agatha lo ha sentido. Lee solo está aquí para ayudarnos, nada más —Repondí.

—Se me hace un poco raro, el espíritu del conde fue expulsado por magia de una Mariposa Nocturna. Y ahora Lee esta aquí, en la mansión ¿No crees que es demasiada casualidad?

Yo me detuve por unos segundos, reflexionando sobre su teoría, pero aquello me parecía algo casi imposible—. No lo creo, Lee puede ser muchas cosas, pero no una asesina o alguien tan irresponsable como para interferir en un asunto del colegio.

—Espero que tengas razón...

Después de haber estado caminando por un pasillo de ladrillo durante horas, o eso fue lo que me pareció, nos encontramos de frente con una aglomeración de gente. Una vez más, el velo se rasgaba ante nuestros ojos un poquito más, convirtiendo el solitario sótano en una multitudinaria urbe llena de espíritus que caminaban de un lado a otro sin rumbo.

A cada paso no dejaba de chocarme, siendo casi imposible el hecho de seguir caminando, por lo que Duncan se vio obligado a caminar a mi lado, mientras los apartaba para que pudiéramos mantener la marcha.

—Anoche fue el baile y ahora es esto... ¿Qué es lo que está pasando en esta mansión?

—Creo que todos ellos están siendo atraídos por algo o alguien, seguramente sea lo mismo que esta creando la fisura.

Una solitaria niña se encontraba agazapada en una esquina de la sala, vestida con un pequeño traje blanco y un sombrero con un lazo del mismo color. Su llanto me llamó como el canto de una sirena, por lo que rápidamente me acerque para saber que le pasaba—. Hola, pequeña, ¿Qué te ocurre?

La niña alzó la mirada lentamente, para luego mirarme con unos profundos ojos llorosos—. Él me da miedo...

—Clem, salgamos de aquí, esto no me gusta un pelo—. Exclamó Duncan, nervioso.

Yo hice oídos sordos a su advertencia, agachandome para poder oír mejor a la niña—. ¿Él? ¿Quién es él?

Los ojos de la pequeña se tornaron a negros como la noche y su rostro angelical se convirtió en algo completamente demoníaco, sus sonrisa maliciosa se encontraba completamente llena de afilados dientes mientras que sus manos se convertían en filosas garras.

—¡Clementine! —El grito de Duncan me sacó de aquel trance. Todos los espíritus de aquella sala se giraron hacia nosotros con los mismos rostros demoníacos y las mismas sonrisas siniestras. La pequeña, que era la que tenía más cerca, me arañó en el brazo con sus largas uñas, rompiendome la manga del vestido—. ¡Vamonos de aquí, Clem!

Duncan me tomó de la mano para echar a correr por las bodegas, mientras que aquella maravunta de entes enfurecidos nos seguían. Logramos llegar a un callejón sin salida.

—¿Ahora que hacemos? ¡No puedo traspasar las paredes!

Rápidamente, pensé en un viejo ritual de protección. Saqué de mi bolsillo una pequeña bolsa de sal, tomé un puñado y lo lance al suelo haciendo un semicírculo. Pronuncié unas palabras en el viejo idioma de los arcanos, una lengua que sólo los moradores de las artes ocultas  conocían. La sal del suelo comenzó a brillar en un fantasmagórico resplandor deteniendo en seco a nuestros atacantes. Duncan, que estaba a mi lado, se vio obligado a taparse los ojos por culpa de aquel desenfrenado poder.

—No te separes de mí, Duncan. —Le pedí mientras iba echando sal al suelo, avanzando entre la espectral multitud mientras que mi compañero me seguía prácticamente pegado a mi espalda.

En cuanto subimos las escaleras y cerramos la puerta del sótano, unos gritos de auxilio nos alertaron de golpe. Barbara, el Enlace de Lee, corrió hacia nosotros con gran celeridad.

—¡Barbara! ¿Va todo bien? —Pregunté.

—¡Es Lee, la han atacado! —Gritó al borde del pánico—. Tenéis que llamar a Agatha, ella sabrá que hacer... Ella sabrá...

Su rostro comenzó a congelarse, su voz comenzó a cortarse. Una oscura sobre se extendió bajo sus pies, mientras que unas oscuras manos salían de ella para arrastrarla a las profundidades. Duncan corrió para ayudarla, pero una vez más fue inútil, sus desgarradores gritos se perdieron en aquella oscuridad, haciendome sentir una vez más una fuerte puñalada en el pecho.

Nos quedamos en silencio, pensando en lo que había ocurrido. Pero me bastaron unos segundos para reaccionar y girarme hacia Duncan— Vamos a por Lee y busquemos ayuda.

Las puertas y las ventanas se cerraron de golpe, sumiendonos en la completa oscuridad. Como estábamos cerca de la salida trasera, Duncan fue corriendo para intentar abrirla, pero no había manera. Las puertas y ventanas estaban selladas y la oscuridad y sus voces comenzaban a aflorar en cada rincón de la casa. El Velo parecía haberse roto del todo.

 



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En el texto hay: fantasmas, amor imposible, mediums

Editado: 27.08.2023

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