Mariposas Nocturnas

Parte 6: El Espejo

Duncan y yo corrimos por los pasillos buscando a Lee y a Barbara. Todas las ventanas y puertas estaban cerradas a cal y canto, sumiendonos en una profunda oscuridad.

El corazón me dio un fuerte vuelco, como avisándome de que algo muy malo se avecinaba. Los candelabros se encendieron de golpe, en una llama azulada, igual a los místicos fuegos fatuos. Una vez más, el Velo se desquebrajo, dando comienzo al surgimiento de cientos de espíritus.

—¡Esta volviendo a pasar!— Gritó Duncan mientras abría una puerta doble para que ambos nos refugirarmos. Parecía tratarse del dormitorio principal, donde la viuda parecía estar guardando reposo en su enorme cama. Un fuerte olor a muerte nos golpeó en la nariz como un rayo, haciendo que me esperara lo peor.

—Señora Dupont... —Mi susurrada llamada pareció perderse en un silencio casi absoluto, mientras que mis lentos pasos eran lo único que rompían aquella siniestra partitura—. Señora Dupont, debemos de abandonar la casa...

Mire a Duncan unos segundos antes de apartar las sábanas, pudiendo ver el rostro desencajado de mi compañero. Bajo aquellas mantas, yacía el cuerpo sin vida de la viuda.

—¡Dios mío! —Exclamé justo antes de retroceder unos pasos—. Esta muerta...

—Pero no de ahora... —Duncan se acercó al cuerpo, pudiendo observar como aquel cadáver ya estaba en proceso de descomposición—. Juraría que lleva meses aquí.

—Lamento mucho estar tan poco presentable... —Una voz nos sorprendió a nuestras espaldas, descubrimos al espíritu de la viuda sentada en un cómodo sofá, junto a una chimenea cuyas llamas eran de un brillante azul espectral—. Tenía la esperanza de que esto no pasara.

—Aún no lo comprendo. —Exclamé—. Si lleva meses muerta, ¿Como es posible que nadie supiera de ello?

—Es cierto, morí, pero mi marido logró encontrar algo... Algo que nos permitió seguir viviendo juntos aquí, en casa...

—Y ese algo se ha descontrolado. —Teorizó mi compañero.

—Sí, por eso os llamé, nadie mejor que una Mariposa Nocturna para tratar de estos asuntos... Desde que abandoné este mundo he estado escuchando muchas historias sobre vosotros...

—Si ya sabía que había algo rasgando el Velo y que su marido lo tenía bajo llave ¿Por que no nos lo comentó? —Preguntó Duncan.

—Por qué él estaba vigilandome...

—Él... —Mi mente comenzó a unir los hilos, como si algo más estuviera controlandolo todo desde las sombras—. La niña del sótano también dijo que tenía miedo de alguien, concretamente de "él".

—¿Pero quien demonios es? —La voz se le quebró a Duncan fruto de los nervios—. ¿Quien es él?

Yo pude recordar la primera vez que llegamos a la mansión y hablamos con la viuda. Recordé la música que salía del gramófono, el té servido y a aquel siniestro mayordomo observandonos desde la puerta.

—Lamento mucho la espera, pero la comida se retrasará un poco... —Oportunamente, el mayordomo entró a la habitación con un cuchillo ensangrentado en la mano—. Veo que ya habéis conocido el verdadero cuerpo de la Señora Dupont, y sí, está bastante desfavorecida.

—¿Quién eres? —Pregunté con el ceño fruncido.

Aquel siniestro hombre comenzó a caminar lentamente por la sala, mientras nos miraba uno a uno con sus ojos azules brillante—. Eso no importa, lo que debería de importaros es lo que quiero.

La sangre goteaba de aquel cuchillo, temía que perteneciera a Lee o a Barbara, ahora que había vuelto a estar "viva"

Yo di un paso hacia delante y me coloque frente a él—. Venga, ¿Qué es lo que quieres?

Este me sonrió. —Cómo has podido darte cuenta, el Velo se está derrumbado, los espíritus caminan a sus anchas y se vuelves más peligrosos que nunca.

—¿Ha sido obra tuya?

—No, ha sido obra de un antiguo objeto, propiedad del Conde. —Este posó su fría mirada en el espíritu de la viuda—. Mismo objeto que le ha permitido engañar a la muerte y vivir con su mujer aquí como si nada hubiera pasado.

—Tú lo mataste. —Sentenció Duncan mientras apretaba el puño.

Este se puso a reírse—. Que un simple civil jugará con el Velo, era un completo sacrilegio. Alguien así no se merece ese poder.

—¿Y crees que alguien como tú se lo merece? ¿Alguien que ha arrebatado vidas sin reparo? ¡Me temo que no!

Duncan corrió hacia él para detenerlo, pero el mayordomo fue más rápido, este chasqueo los dedos, haciendo que mi compañero retrocedera de golpe, como si se hubiera chocado contra un muro de ladrillo.

—¿Qué ha sido eso? —Preguntó mi compañero mientras recorría todo su cuerpo con sus manos.

—Él fue el que expulsó al Conde y a Barbara cuando estábamos hablando con ellos. Es una Mariposa Nocturna, como yo y Lee.

—Aunque me temo que vosotras tenéis algo que yo no tengo, carácter—Se sacó de su bolsillo un pequeño espejo de mano, lo abrió y apuntó para que Duncan se reflejará en él. Unas palabras arcanas comenzaron a salir de su boca, poniéndome rápidamente en alerta.

—¡Duncan! ¡Es un ritual de sellamiento! —Corrí hacia mi compañero para intentar apartarlo, pero del espejo brotó un cegadora resplandor que lo emgulló por completo. El cuerpo de Duncan se desizo en niebla, para seguidamente ver su aterrorizado rostro dentro del espejo—. ¡Devuelvemelo!

Este marcó distancias conmigo haciéndose ayuda con el cuchillo—. Antes tienes que hacer algo por mi.

—¡No voy a ayudarte en nada! —Grité.

—Entonces...— Sus dedos acariciaron la superficie del espejo, mientras que sus labios volvían a pronunciar algunas palabras antiguas. Los gritos de Duncan resonaron a través de la superficie, parecía estar sufriendo mucho.

—¡Para, por favor!

Su sonrisa fría me miró de forma altiva—. Buena chica, sígueme y no desterraré a tu amigo de este mundo ¿De acuerdo?

 



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En el texto hay: fantasmas, amor imposible, mediums

Editado: 27.08.2023

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