Me desperté sentada en un banco, tirada en la parte delantera de la casa. Mis ojos poco a poco enfocaron los rebosantes jardines y a las personas que rondaban a mi alrededor, policías para ser exactos.
El silencio me ahogó al instante, confirmándome aquella triste noticia, él se había ido. No podía sentirlo, en realidad, no sentía nada. La casa se encontraba, por primera vez desde que llegamos, silenciosa. No había espíritus atrapados, no había música y por supuesto, no estaba la viuda.
—¿Va todo bien, Clem? —La voz de Lee me sorprendió a mis espaldas, rompiendo por completo el silencio que estaba agobiándome—. Tú tampoco sientes a Duncan ¿Verdad?
Ella tomó asiento a mi lado, en el césped, algo dolorida por la puñalada que tenia en su estomago, pero parecía haber sido tratada por los médicos que habían venido—. Yo ya echo de menos a Barbara, y ni siquiera han pasado dos horas...
—Me va a costar no poder volver a escuchar su irritada voz. —Mis lagrimas regaron la hierva, soltando al final una sonrisa muy forzada—. Pero supongo que así es como debe de ser, es el orden natural de las cosas. Los vivos y los muertos no se pueden mezclar...
Lee asintió a mis palabras—. Ahora están donde deberían de haber estado si nosotras no nos hubiéramos enlazado a ellos.
Un grupo de policías sacó de la casa, esposado, al mayordomo—. ¿Se lo llevan detenido por el asesinato del conde?
—Sí. —Lee me examinó de arriba a abajo—. La escuela se ocupará de declarar por nosotras, por lo que tenemos permiso para retirarnos. Nuestro trabajo aquí a terminado.
—Ha terminado... —Repetí con un largo suspiro.
—Vamos, he llamado a un coche.
Esta se levantó y comenzó a caminar hacia la calle, pero mis piernas no me respondieron—. Creo que yo volveré andando, necesito despejar la mente.
—¿Estas segura?
—Sí, segurísima. Nos vemos en la escuela, Lee.
Me quedé allí, sentada en el césped, durante al menos media hora más. Pensando en como seria mi nueva realidad sin él, los Enlaces, eran compañeros del otro lado que se encargaban de hacer más fácil el trabajo de una Mariposa Nocturna, ya que eran capaces de hacer cosas que nosotros no podíamos. Posiblemente, me obliguen a volver a invocar un nuevo Enlace, pero yo estaba más que decidida en rechazar esa opción, ya que todo eso no tendría sentido si no fuera Duncan.
Este sentimiento de perdida es posiblemente el mismo que sintió el mayordomo, él quería recuperar a su Enlace, quería recuperar a su amado y yo, ahora, lo comprendía mejor que nunca. "¿Seria capaz de poner en peligro a una ciudad entera por amor?" con tan solo tener que pensar la respuesta me aterrorizaba.
Me levanté lentamente, tomé mi maletín y comencé a caminar por la calle, dejando atrás todo aquel despliegue policial. Pese a que el trabajo estaba hecho, me sentía furiosa, triste y desamparada, consumida por la impotencia de todo lo que ha pasado.
Caminé por un parque, bajo la reconfortante sombra de los arboles y la brisa danzando entre sus ramas. Una voz pareció llamarme a mis espaldas.
—Disculpe, no es adecuado que una dama tan hermosa pasee sola. ¿Puedo acompañarla? —Mi corazón volvió a latir por primera vez desde nuestra separación, casi como si hubiera estado congelado. Me giré hacia aquella voz, encontrándome a mi Enlance, Duncan, enfrente de mi, con una sonrisa victoriosa.
Mi cara fue todo un poema, como una niña pequeña poniendo pucheros. Este me deslumbró con su sonrisa—. Has vuelto.
—No pensaba irme a ninguna parte. —Respondió él justo antes de extender el brazo con la palma de la mano, yo lo imité, como si se tratara de su reflejo en un espejo. En cuanto nuestras manos se tocaron, sus dedos se deshacían en niebla, todo volvía a ser como antes.
—Ya no puedo tocarte.
—Lo sé. —Sentenció—. Pero con estar a tu lado me es suficiente.
Tras aquello, nuestras sonrisas sinceras emergieron en nuestros rostros, contagiándose la una a la otra casi al instante. Estábamos juntos y eso era lo que nos bastaba.
Él me miró de forma pícara—. Bueno... ¿Cuál es el siguiente pedido?