Marshellie

15

En esta teoría están Francis y Sander, ambos mienten. En esta teoría Ana también nos engañó a todos. Con todos, hablo específicamente de mí. Para agregar puntos a mi teoría puedo anticiparme a los hechos y decir que Adán también va a mentirme en cuanto tenga oportunidad de hacerlo. ¿Y por qué no puede alguien más recrear lo mismo? ¿Por qué Nicolai estaría, por su propia lengua, en lo cierto? Sus verdades pueden ser tan incompletas como las anteriores. Él dice que no conoce a Sander, Sander aparenta tenerle miedo. Francis dice que Nicolai es un matón, un asesino, doble cara, un actor de primera. Sucio, sagaz. Ana murió ocultando mucho. Nicolai también dice que conoce a Francis, que es el hijo de una prostituta. Que le corre sangre Marshellie y de todos, parece ser el más sincero. Francis no confirma el parentesco, detesta a Nicolai y ambos coinciden en que Ana tenía algo, y solo eso sé. Porque ese “algo” no tiene nombre, ni color, ni estatura. O puede que sí. Sander dice que se llama Adán. Adán Marshellie, ¿qué mentira quedará para ese pobre infeliz después de tanto? Unos se contradicen a otros.

Yo solo escucho y apunto, porque los Bourelle están muertos y si mintieron ya es innecesario saberlo. No puedo culpar a nadie de esto, vine a Milán por la fuerza, pero escogí quedarme al lado de todos ellos. Pasé toda la noche dando vueltas y estructurando suposiciones sobre el expediente de Erick. Su carpeta está repleta de altas de la escuela, levantadas por una pésima conducta. Un niño revoltoso, describían los papeles. Un niño triste, escribo en los míos. Triste, tímido y solo. No es él quien me preocupa, sino Adán, que no me quita los ojos de encima ni para permitirme respirar con privacidad, veo que es algo que también ha molestado a Erick y ha entorpecido mi trabajo.

—¿Es necesario que estés aquí?

—¿Hay algún problema, doctora?

—De hecho sí. Erick está cohibido, y honestamente yo también.

—¿Yo la cohibí, doctora?

—Al niño— su mirada se endureció y se volvió pesada sobre mis hombros.

—¿Podemos salir de la habitación un momento?

Supuse que me había metido en problemas. Le dije a Erick que regresaría pronto y salí caminando tras la sombra de Marshellie. Al salir del sitio que habíamos escogido para las reuniones con el niño, cerrar la puerta y alejarnos lo suficiente para que no escuchase, Adán me enfrentó directamente:

—¿Puede explicarme qué fue eso?

—Tú lo provocaste.

—¿Desde cuándo nos tuteamos, doctora?
No supe responder. Sus ojos eran un bosque oscuro, me sentí indefensa frente a una bestia contra la que ser temeraria no iba a mantenerme viva por mucho tiempo. Tocó bajar la cabeza.

—Disculpe— él no respondió— podemos regresar a la consulta.

—Me temo que debo interrumpirla.

—¿Qué?

—Puede salir, despejar. Tomarse algo. Le sugiero que se dé un baño y nos veremos aquí en dos horas. ¿Está bien?

—¿Va a despedirme?

—Tengo algunas cosas que resolver y no la voy a dejar sola con mi hermano. ¿Dos horas le parece bien?

—Bueno…

—¿O tiene otro compromiso?

—No.

—Está bien, por la hora no se preocupe. Yo me encargaré de su retorno.

—De acuerdo. —al final susurré.

Adán le pidió a su chofer que me llevase hasta mi casa lo antes posible y le envié un email a Francis para que no salieran a recibirme, le expliqué el por qué. Subí con miedo a ese auto. Miedo a desaparecer y no me calmé hasta que vi la casa de los Cavalcanti. Le di las gracias al conductor antes de bajarme y en cuanto pude me refugié en el interior de la casa. Como lo esperaba, Francis me interceptó en cuanto me tuvo en su campo de visión y no me quedó de otra que hablar. Mi rostro no ocultaba las cosas.

—¿Ese es el auto de él? —asentí.

—Creo que lo arruiné. Creo que Adán va a despedirme esta noche. ¡Y si ya sabe todo!

—¿Hiciste que se enojara?

—Sí.

—Y le llevaste la contraria.

— ¡Le llevé la contraria y lo que no era contraria, lo traté de tú! Lo arruiné. Lo arruiné totalmente. Francis, perdóname —nuevamente se burló— ¿De qué te estás riendo?

—No me estoy riendo de nada

—No es gracioso.
—Samantha, —captó toda mi atención, pues desde que llegamos aquí no había vuelto a utilizar ese nombre— Adán Marshellie envió personalmente a alguien en su auto. Alguien que viajó desde otro continente, aprendió otro idioma, cambió su nombre y ha estado mintiéndoles en la cara desde el minuto cero para encontrar la forma de destruirlos. Tienes acceso a su hermano menor, a él mismo. Si Adán supiera que María Cavalcanti es un truco, ¿no crees que ya la habría matado?
—¿Y si está preparándome algo más grande?

—¿Por qué? ¿Quién eres tú para representar una amenaza mayor que Giovanni o para requerir un trato diferenciado? María, Adán también ha aprendido a silenciar a los estorbos sin hacer escándalo y le han sobrado las oportunidades para terminar contigo —mi cabeza tomó partida: “Me pagaron para chocar un auto, no para saber quién ponía el dinero en mi cuenta ni para saber a quién iba a matar” susurró la voz de Sander —No sería la primera vez que bajo su sombra alguien desaparece.

“Necesito que sepas varias cosas que han estado pasando porque ya no sé cómo voy a manejarlas” —Gritó el recuerdo de Ana la última vez que la vi con vida.

—Haz lo que veas a donde sea que vayas, María. Aprende eso y enséñaselo a Sam para que no arruine más las cosas. Piensa: ¿Adán necesita que te bañes para despediste? —se carcajeó nuevamente— Mente fresca, María Cavalcanti. Estás pensando con la cabeza de errónea.

(…)

Dos horas más tarde esperaba a que el chofer de Adán pasara por mí nuevamente. Mientras esperaba recibí una llamada de un número que no tenía registrado.

—¿Hola?

—¡Saludos, Giovanni! —mi corazón se detuvo unos instantes— ¿tienes tiempo para salir con tu… ¿cómo se le dice en los Estados Unidos cuando dos persona se llaman de la misma forma?




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