De alguna manera —con dinero, aseguro— Francis se las arregló para traer a Clarisse a casa y además montar un hospital personalizado en la habitación de ellos. Se lo pedí hace unas horas, y él aceptó. En minutos, varias horas después de volver de la casa de los Marshellie, se me llenó la sala de médicos uniformados que vociferaban sin compasión sobre los cuidados que llevaba Clarisse a partir de ahora.
Ahora que no estaba en el hospital; es un alivio, con Adán teniendo más información de la necesaria, es mejor que ella esté aquí para evitar problemas. Llamé a Erick hace un rato para disculparme por haber huido de ese sitio, inventé que había ocurrido una emergencia en mi casa. “Yo lo vi todo —me responde— pero no pude llegar hasta ti, antes debía inculcarle respeto a mi hermano” ¿De qué hablas? Le dije. Y él, como si de un hombre adulto se tratase, expresó: “No tienes por qué mentirme, yo sé cómo es Adán y vi la forma en la que te trató” No supe responder. Me sentía pequeña. “Podemos cancelar la próxima sesión presencial y hacerla por el teléfono, llamada o como lo prefieras. Si quieres la cancelamos totalmente hasta que te sientas mejor” ¿Estás seguro? —me llevé la mano al pecho, no tuve el valor de decirle que quería renunciar— “Totalmente” Quedamos en que él me llamaría si algo necesitaba y que yo estaría al pendiente. “Ah, María, la gala fue aplazada para la próxima semana. Pero entiendo si no quieres ir o si no te sientes cómoda, no hay presiones, igual quería que lo supieras.” Le expliqué que me lo pensaría y le agradecí por su llamada y luego de colgar procedí a sentirme como un pedazo de basura que se lanza a podrir en un rincón; a pesar de todo lo que estoy haciendo el único Marshellie que me simpatiza, en el fondo, no es un Marshellie y eso confirma la terrible aversión que comencé a desarrollar por esa gente.
Lisa Giovanni, escribí en el buscador. Sin resultados. Caso de divorcio en la familia Marshellie. Un resultado disponible y de una fuente poco rica en información. Nada. “Franklin-Stone” escribí, es la universidad en la que se graduó mi mamá. La página oficial estaba cerrada por reparaciones del sistema y el acceso se había limitado. Busqué información general, en resumen: ahí mandaban a todos los futuros abogados de Italia, ofrecían programas de becas para quienes no pudieran pagar directamente sus matrículas y si Erick quería estudiar esa carrera, a menos que lo manden al extranjero, terminará allí. Lo llamé.
—Reanudamos la próxima sesión— le dije.
—¿Estás segura?
—Sí.
Cuando vi que todos los médicos se habían ido y que había silencio, bajé con una camisa de cuello alto que me cubriera las marcas. Francis se burló de mí por la ropa, pero hizo un ademán cariñoso y me despeinó. Cargó a Jullie y nos llevó a ver a Clarisse, ella estaba viva y bastante bien. El, por otra parte, no parecía mostrar interés en mi interacción con la familia. Luego aclaró que esta parte era mía y que confiaba ampliamente en lo que sea que yo estuviera haciendo.
(…)
—Erick, en el desayuno con tus familiares noté que te ponías a la defensiva cuando hablaron sobre tu adopción, —él continuó en silencio— ¿este tema te causa algún tipo de ansiedad?
Pareció pensárselo antes de contestar.
—No me preocupa hablar de eso.
—¿No quieres hablar?
—No.
—¿No hay cosas que quieras resolver en tu cabeza con respecto a esto?
—En lo absoluto.
—Bueno…
—Pero sí me gustaría hablar sobre la carrera.
—Bien, te escucho.
—Bueno, en realidad lo de ser abogado lo tengo decidido. Quiero estudiar la carrera y no iré al extranjero bajo ningún concepto. Me quedaré en Italia, en el mismo sitio en el que otros miembros de mi familia se graduaron.
—¿Algún otro motivo por el que no quieras irte al extranjero?
—Solo quiero estar donde ellos estuvieron. Seguir sus pasos no me parece estar bajo su sombra, creo que es una forma de…
—¿Honra?
—No.
—¿Veneración?
—No.
—¿Admiración?
—Lealtad.
—¿Sugieres que quienes no estudien esa profesión no son leales a… a qué exactamente?
—A la familia. Sugiero que si no haces lo que haces, sea lo que sea, por honra a tu familia entonces tu concepto de lealtad está vacío —mi concepto de lealtad está vacío…—yo quiero ser leal a los Marshellie. Lo intento cada día, todas las mañanas cuando me despierto no hay nada que esté por encima de ellos.
—¿Crees que ellos son de esa forma contigo?
—Sí, todos somos leales a la familia e independientemente a nosotros mismos.
—¿Esos intereses personales no están por encima de la familia?
—No. Papá está ausente, es cierto, se pasa todo el tiempo divagando en su cabeza, pero es fiel a la unidad que debe existir entre nosotros. Hace un esfuerzo. La lealtad de mi mamá estaba con él. La lealtad de Adán está conmigo, para Edward y Martini no hay más por encima de nosotros aunque sus conceptos de la vida sean extraños. Con tía Sophie sucede lo mismo, es fiel a nosotros y nosotros a ella, pero dentro de su cabeza es fiel a todo lo que perdió en su vida y que no volverá a encontrar; de cierta forma ella también divaga. En verdad somos una familia unida, pero ese concepto a veces se alarga.
—¿Por qué lo dices?
—Existen muchos desacuerdos, Edward no apoya la ausencia casi constante de papá, pero Martini lo defiende porque cree que tiene sus motivos. Papá no estima demasiado a Martini por sus gestos exagerados, no significa que no lo quiera, pero le tiene mejor voluntad a Edward. Eso ha causado discusiones entre ellos, pero que Martini discuta con Edward, que es su hermano, para defender a alguien que es parte de la familia por un desacuerdo, no significa deslealtad. Defiendes a uno de los nuestros, y si lo haces eres parte de nosotros también. Creo que todos entienden ese concepto, por eso no hay tantas divisiones.
—¿Qué hay de ti?
—¿De mí?
—Sí, ¿a quién defiendes para ser parte de ellos?