Más Allá.

(Cap. 2) - Donde el corazón se rompe

Mi mirada se centra en esa puerta. En esa puerta por la que acaba de salir el portador de tan malas noticias. Me pongo de pie y corro, evadiéndolos a todos, hasta esa fría habitación. Entro y recargo mi cuerpo sobre la puerta. Mis ojos se agrandan de tal forma que podrían salirse de sus cuencas.

Enfrente hay tantos aparatos… Hay sangre por todos lados y, en medio de todo, está esa camilla. Me acerco lentamente y siento el corazón a punto de salir corriendo por mi boca; hasta la cama.

Hay un cuerpo y me niego a creer que es el suyo. Está cubierto con una sábana blanca. Mi mano temblorosa la toma y, poco a poco, la levanta. Basta hacerlo solo un poco para saber que es ella. Parece estar dormida y aún conserva su color rosáceo. Trago saliva y me permito ver completamente su rostro. Se ve tranquila y hay una linda expresión dibujada en su cara.

—Steff… —mi subconsciente lo escupe y, una vez más, mis piernas vuelven a fallarme. Esta vez caigo sobre ella y mi desesperación aumenta. La descubro totalmente y tomo su mano. La aprieto fuerte y comienzo a agitar la camilla—. ¡STEFF! ¡STEFANI! Vamos, cariño… despierta… No es hora de dormir, linda. ¡DESPIERTA! ¡Despierta, por favor!

Ella no se mueve. No respira, pero parece estar sonriendo, y eso me destroza por dentro. En un acto de desesperación llevo su mano a mi rostro; intento sentir que me acaricia, que está ahí para decirme que todo está bien, como lo hizo hace apenas unas horas. Pero no… esta vez se equivocó; nada, nunca volverá a estar bien.

—¡Tara! —el Dr. Lewis se acerca y me toma de la cintura. Intenta separarme de ella, pero no suelto su mano. No pienso hacerlo—. Tara, tienes que salir. Déjala ir… Ella ya no está aquí. La perdimos, Tara. Perdimos a Stefani. Lo lamento, cariño… lo lamento tanto…

Entre Lewis y una enfermera consiguen sacarme de la habitación. Veo esa habitación cada vez más lejos y grito con todas mis fuerzas. No es cualquier cosa lo que dejo dentro: mi corazón. Mi vida entera está ahí dentro, con ella.

El maldito nudo en la garganta no me deja llamarla. No soy capaz siquiera de juntar dos sílabas. Mi corazón se desgarra en pedazos y duele como tal; como si lo estuvieran hirviendo y dándolo de comer a las fieras.

¿Por qué? ¿Por qué a ella? ¿Por qué ahora, que por fin éramos felices?

Sin darme cuenta, vuelvo a caer en medio de la sala de espera y alguien me abraza. No sé quién es. No me interesa, pero me aferro fuerte a su espalda. Grito con todo mi aliento y esa persona me ajusta más a su cuerpo. La araño, le doy golpes en la espalda y la estremezco como a un muñeco, y aun así no me suelta.

¿Qué voy a hacer ahora? Si sin ella mi vida no tiene sentido.



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En el texto hay: perdida, lgbt+, luto

Editado: 22.12.2025

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