Lucía y Santiago eran una pareja a distancia. Sabían que su amor no duraría mucho, pero eso no les importó y siguieron con su relación.
Un día, Santiago le preguntó a Lucía:
—¿Cómo está el amor de mi vida?
Lucía suspiró antes de responder:
—Seré honesta... No me digas así, porque sabemos que esto no durará mucho.
Santiago no respondió. Se quedó en silencio, sintiendo un vacío en el pecho. Más tarde, en casa, le preguntó a su madre con frustración:
—Mamá, ¿por qué nadie me quiere?
Su madre lo miró con ternura y le respondió:
—Santiago, eres mi hijo, claro que te quiero. Te adoro, eres lo mejor de mi vida.
Pero Santiago insistió:
—A ver, mamá... Lucía no me quiere. ¿Por qué me dijo que no le llame "amor de mi vida"?
Su madre suspiró y le explicó con calma:
—Hijo, Lucía solo está siendo honesta contigo. Te está diciendo lo que realmente siente.
Santiago, molesto, le escribió a Lucía de inmediato:
—¿Me quieres, Lucía?
Lucía tomó su teléfono y, después de pensarlo unos segundos, respondió:
—Sí te quiero, pero no podemos seguir así. Eres muy intenso. Lo único que te dije fue que no me llames "amor de mi vida" porque... no lo soy.
Se quedó acostada, esperando la respuesta de Santiago. Antes de enviarlo, murmuró para sí misma:
—Sin miedo al éxito.
Pero Santiago no respondió.
Preocupada, Lucía le envió otro mensaje:
—No es para que te enojes, Santi.
Santiago pensó mucho en qué responder, hasta que finalmente escribió:
—No estoy enojado, solo que no te entiendo, Lucía. Yo te amo... quiero casarme contigo.
Lucía leyó el mensaje en shock. No quería casarse con él.
En ese momento, su madre entró a la habitación y le dijo con firmeza:
—Lucía, no puedes tener una relación a distancia. No te lo permito. Bloquea a Santiago.
Lucía se enfureció y respondió de inmediato:
—¿Por qué, mamá? No lo voy a eliminar.
Su madre guardó silencio por unos segundos antes de responder:
—Tengo miedo...
Lucía frunció el ceño, confundida.
—¿Miedo de qué, mamá?
Su madre titubeó. No quería decirle la verdad.
—Lucía... Santiago no te conviene.
Lucía se quedó pensativa. ¿Por qué su madre decía eso? ¿Sabía algo que ella no?
—Mamá, dime la verdad. Me muero de la intriga, necesito tu opinión.
Su madre suspiró profundamente y le dijo:
—Lucía, te seré lo más honesta posible... Sé algo que no puedo decirte ahora. Cuando cumplas 18 años, te lo diré.
Lucía se sorprendió. Algo dentro de ella le decía que esto era una señal.
—Mamá, tengo 17 años. Mi cumpleaños es en nueve meses. ¿No puedes decírmelo ahora, por favor?
Pero su madre negó con la cabeza.
—No... en nueve meses.
Lucía sintió un escalofrío. ¿Qué era lo que su madre le estaba ocultando?
¡Claro! Voy a añadir otra parte a tu capítulo, manteniendo el estilo y el misterio que ya creaste.
Lucía no podía dejar de pensar en lo que su madre le había dicho. ¿Qué era eso tan importante que no podía saber hasta los 18? Su mente daba vueltas tratando de encontrar una respuesta.
Mientras tanto, Santiago esperaba ansioso una respuesta de Lucía. Aunque ella le había dicho que lo quería, no podía evitar sentir que algo estaba mal. Finalmente, decidió llamarla.
El teléfono sonó varias veces hasta que ella contestó con voz tensa:
—¿Santi?
—Lucía, dime la verdad... ¿Me amas o no?
Lucía cerró los ojos y suspiró.
—Santiago, ya te lo dije. Te quiero, pero…
—¿Pero qué? —interrumpió él—. ¿Hay alguien más?
Lucía frunció el ceño.
—¡No! No es eso. Es solo que… mi mamá no quiere que estemos juntos.
Hubo un silencio incómodo. Santiago tragó saliva antes de preguntar:
—¿Por qué?
—No lo sé —admitió Lucía—. Dice que sabe algo, pero no me lo dirá hasta que cumpla 18.
El corazón de Santiago latía con fuerza. Algo dentro de él le decía que había más en esta historia de lo que parecía.
—Entonces… ¿qué vas a hacer?
Lucía se quedó en silencio. No sabía qué responder.
—No lo sé, Santi.
Santiago sintió un nudo en la garganta.
—¿Me vas a dejar?
Lucía apretó los labios, sintiendo cómo su pecho se encogía.
—No quiero… pero tampoco quiero ir en contra de mi mamá.
Santiago sintió que la rabia lo invadía.
—Entonces, ¿tu mamá decide por ti?
—No es eso… —dijo Lucía con la voz temblorosa—. Solo que siento que me oculta algo importante.
—Pues entonces averígualo —dijo Santiago, serio—. No podemos seguir así, Lucía. O estamos juntos, o no.
Lucía sintió su corazón latir con fuerza. Sabía que tenía que descubrir la verdad, pero… ¿estaba lista para enfrentar lo que su madre le ocultaba?
Esa noche, Lucía no pudo dormir. Se quedó mirando el techo, dándole vueltas a las palabras de su madre.
"Sé algo y cuando cumplas 18 te lo diré."
¿Qué podía ser tan grave como para ocultárselo?
Al día siguiente, mientras desayunaban, decidió insistir.
—Mamá, por favor, dime la verdad. No quiero esperar nueve meses.
Su madre dejó la taza de café en la mesa y la miró con seriedad.
—Lucía, hay cosas que es mejor no saber antes de tiempo.
—¿Pero por qué? ¿Qué tiene que ver Santiago en todo esto?
Su madre suspiró, parecía dudar si debía hablar o no.
—Él no es quien crees que es… —murmuró al fin.
Lucía sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
—¿De qué estás hablando? ¡Lo conozco mejor que nadie!
Su madre negó con la cabeza.
—No, Lucía. Hay cosas sobre su familia que no sabes.
Lucía sintió que el aire se volvía pesado.
—Mamá, dime la verdad ahora mismo.
Pero su madre se levantó de la mesa y dijo con voz firme:
—No insistas más.
Lucía se quedó con el corazón acelerado. Algo dentro de ella le decía que su madre tenía miedo… miedo de algo que ella aún no comprendía.