Somos pequeñas partículas de energía en un universo centelleante repleto de vida.
Somos, la nada transformada en el todo.
Somos y seremos
Eternos monstruos
Cada ser es sometido irreversiblemente a los deseos de otro.
Las palabras viajan como murmullos entrecortados a través de un mar infinito de nimiedad, los pensamientos son engullidos por el vacío tiránico, sin importar cuán valiosos son.
Cada día y cada siglo las relaciones de dominación en nuestra sociedad se normalizan más y más, y son aceptadas como la mayor e incólume expresión de la libertad; la meta ceguera, de la que tanto nos advirtió Sócrates, envolvió absoluto, cual manto turbador, el régimen; y con ella los abusos perpetrados por los Gravitès se legitiman y devoran el alma de la humanidad.
Observo con tristeza cómo las ánimas de mis hermanos se reducen a cenizas, su voluntad cercenada, y su añorada vida, sofocada por aquellos que pretendían libertad.
El obsoleto régimen opresor ha tomado las riendas del mundo, y esta vez, no las soltará fácilmente.
Sólo queda el susurro de la indolente voluntad escapando lentamente hasta eclipsar en las tinieblas de nuestro ser.
Luego de que la cima de la cadena alimenticia haya sido ocupada por los Gravitès, el mundo entero se sumergió en caos absoluto. La mitad de la población mundial pereció, y los pocos que quedamos nos encontramos sumidos en un azaroso sistema infinito. La humanidad feneció, dando comienzo a una flamante era.
Sean bienvenidos al nuevo orden mundial
Una era, en donde las nubes de polvo y los escombros de lo que pudo ser sobrevuelan la eterna epifanía, el lago azul se tiño de escarlata, y aquel horizonte prometedor se oculta tras un tibio océano denodado.
No conocemos mejor vida que esa...
Pero aun así,
Aun así...
¡No desfalleceremos!
Nos aferraremos a la vida misma y no permitiremos que su luz se extinga.
No mientras aún existan almas centelleantes que luchen contra la terrible corrupción que ha envuelto a nuestro mundo.
No mientras el halo de esperanza por un mejor futuro persista, ávido, en nuestros corazones.
No mientras el oxígeno siga recorriendo mis pulmones con vigor, y mi voz llegue a todo ser que habite nuestro aciago planeta.
No mientras yo aún exista.
Sean bienvenidos al fin del nuevo comienzo
Siempre tuya,
R