Mas alla de la luna: La leyenda de Mein Yin.

Capitulo 18

Yin se detuvo y la observó sin expresar emoción alguna en su rostro.

—No creo que sea de tu incumbencia, Xiunming. Y aunque lo fuera, dudo que tu escasa inteligencia pueda procesarlo.

Xiunming la miró con desdén. Pocas veces alguien se atrevía a responderle de esa forma. Era reconocida por su habilidad en el Kung-fu y por su aura espiritual intensa. Se rumoraba que su origen era desconocido y posiblemente maligno. Solo dos personas en todo el imperio poseían esa clase de energía, y una de ellas aún permanecía en el anonimato. Xiunming era temida, fuerte, y derrotarla era una hazaña difícil.

—Qué irrespetuosa, Yin. Dime, ¿esa es la clase de educación que te da el general? —espetó con sarcasmo, enfatizando su burla.

Yin sonrió con tranquilidad.

—¿Y ese es el tono patético que te enseñaron para desafiar? Créeme, es tan mediocre como la persona que lo está usando ahora.

Las risas y murmullos no tardaron en estallar entre los estudiantes. La burla era evidente.

Los ojos de Xiunming destellaron de furia. Aquella respuesta había herido su orgullo delante de todos.

—Te crees lista, ¿no? Qué lástima que seas adoptada. Si no lo fueras, tal vez tu extraña inteligencia te habría servido para ingresar al clan Qushan.

Los murmullos cesaron. Todos voltearon a ver a Yin, esperando su reacción.

Yin levantó una ceja, divertida.

—¿Qushan? ¿Hablas de la secta donde tu prometido te engañó con otra del mismo clan? —rió con burla—. Tranquila, prefiero quedarme en el clan Jan. Aquí hay menos dramas amorosos. —Le guiñó un ojo.

Los compañeros no pudieron contener su asombro y empezaron a reír, incitando a Xiunming a responder. Pero antes de que pudiera hacerlo, un suceso inesperado acaparó su atención.

Uno de los estudiantes, sin previo aviso, cayó de rodillas sobre el suelo seco. Nadie pareció notarlo al principio, salvo una alumna que se encontraba cerca. Ella se acercó con cautela, intentando no alarmar a los demás, y se arrodilló para observarlo de cerca.

—Hey, ¿te sucede algo? —le susurró, mientras mantenía un ojo en Yin y Xiunming.

—Oye... —insistió, moviéndolo ligeramente por el hombro—. ¿Puedes responder?

Pero al girar su rostro, lo vio de lleno: sus ojos estaban completamente en blanco, su rostro pálido como el de un cadáver. No emitía sonido alguno ni movía un solo músculo.

—¡AHHHH! —gritó, dando un salto que llamó la atención de todos.

Yin y Xiunming se volvieron rápidamente. Todos los estudiantes se acercaron al joven, que seguía arrodillado como una estatua. Su semblante era fantasmal.

—¿Qué ocurrió? —preguntó Wong Chuye, el primero en llegar.

—No lo sé —respondió la alumna con voz temblorosa—. Al principio creí que se sentía mal, pero cuando no respondió, lo moví y vi sus ojos... estaban completamente blancos.

Wong Chuye observó al chico con atención. Era evidente que estaba poseído, pero no era una posesión normal. Las víctimas de energías malignas solían mostrar dolor o intentos de autolesión. Este caso era distinto.

Giró la cabeza hacia Yin. La vio rígida, con los puños cerrados, los labios apretados y el ceño fruncido. No expresaba nada, pero su mirada vacía lo decía todo. Chuye entendió de inmediato: Yin no podía acercarse. Algo, tal vez su energía espiritual, se lo impedía.

Zhao Chen, que también observaba en silencio, se acercó y le susurró a Chuye:

—Debemos sacar a este chico de aquí antes de que el emperador se entere.

—¿Y a dónde lo llevamos? Los maestros en magia ya no existen...

—Tenemos que ir con el maestro Xu.

—¿Qué están diciendo? —interrumpió Xiunming con voz recriminatoria—. Está prohibido hablar de esos temas aquí.

Liliu, la líder del grupo femenino, intervino con firmeza:

—¡Xiunming! Si no vas a ayudar, te sugiero que te mantengas al margen.

Xiunming, humillada por segunda vez en el día, guardó silencio.

Wong Chuye y Zhao Chen levantaron al estudiante poseído y lo cargaron hasta los establos. Lo subieron detrás del caballo de Chuye y salieron del palacio a toda velocidad.

Los demás estudiantes, atónitos, se quedaron sin palabras. Jamás habían presenciado algo así. En la capital estaba estrictamente prohibido el uso de magia, hechizos o cualquier arte oscura.

—¿Qué sucede aquí? —una voz firme interrumpió el silencio. El primer príncipe apareció, escoltado por su guardia personal.

Las jóvenes se inclinaron con delicadeza y los varones hicieron una reverencia más formal.

—Buenos días, alteza —saludó Liliu en nombre de todos.

El príncipe asintió cortésmente y recorrió con la mirada a cada uno de los estudiantes.

—¿Por qué están todos aquí reunidos? ¿No tienen pruebas en el campus?

—Lo sentimos, alteza. Solo nos detuvimos a conversar un momento. Pasamos toda la mañana estudiando y creímos que un breve descanso era aceptable —respondió Yazhu con respeto.

—¿Creyeron? ¿Desde cuándo los estudiantes tienen permitido "creer"? —los observó con severidad—. Recuerden que aún están en formación. No tienen derecho a tomarse esas libertades.

—Sí, primer príncipe. Lamentamos haberle causado molestias —se disculpó Liliu, bajando la mirada.

Mientras hablaban, el primer príncipe escaneaba discretamente al grupo. Buscaba a alguien.

Finalmente, la vio.

Una sonrisa sutil y traviesa se dibujó en su rostro. Luego asintió levemente.

—Pueden retirarse.

Los estudiantes, algo aliviados, se inclinaron una vez más antes de retirarse.

El príncipe hizo una señal discreta a su guardia personal, quien comprendió al instante. Mientras el príncipe se retiraba, el guardia siguió al grupo.

Más tarde, en el campo de tiro, los estudiantes retomaron la práctica. Sin competencias ni rivalidades, cada quien se enfocó en sus propios objetivos.

Yin fue la última en tomar su arco. Mientras seleccionaba las flechas, una figura se acercó por detrás.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.