[más allá de la mente criminal] ©

Four - Podría escucharte toda la noche.

{Amelíe}

 

Saco los libros de mi casillero, mientras que reviso mi celular. No tengo notificaciones. Ruedo los ojos, y enseguida marco el número de mi padre, le dije que me recogiera temprano, por que debo ir a entregar unos archivos a unos juzgados, por un caso que se le han puesto a él y me pidió el favor de archivarlos en su oficina. 

 

Camino en los pasillos al recibir su mensaje de que ya esta parqueado enfrente de la universidad, y que si no me muevo se va sin mi.  En cuanto vuelvo a poner la frente en alto, un chico más grande que yo, pasa rozando mi hombro, por lo tanto me volteo viéndolo, aún caminando a la salida, mientras este hace lo mismo. Me quedo sorprendida, por que vaya hombre para estar lindo. Me sonríe antes de girarse y seguir con su camino. Recibo otro mensaje de mi padre y camino todavía mas rápido, sin dejar de pensar en aquel chico. ¿Estudiará en mi universidad?, no lo había visto antes. 

 

—Te demoraste, estaba apunto de irme.—dice mi padre prendiendo el motor del auto, en cuanto ingreso del lado del copiloto. 

 

—Es que ví a un chico lindo. 

 

—No, a mi no me vengas a hablar de chicos, no soy tu mamá.—rueda los ojos. 

 

—¿Y si hablamos de chicas?—aludo, molestándolo. 

 

—Ya estoy muy viejo para eso, y de la única mujer que hablaría es de mi esposa, tu madre. 

 

—Entonces hablemos de ella. 

 

—¿Por que no mejor jugamos a algo?

 

—¿A que? 

 

—A que tu te callas, y yo conduzco hasta mi trabajo.—sonríe sin gracia. 

 

—Ouh. Ya se que no me quieres,...

 

—Ay ya no empieces. 

 

Río. Adoro molestarlo, detesta las presiónes y la mayoría de la emociones, por lo tanto no lo tolera casi todo, y yo tomo ventaja de eso para fastidiarlo. Mis padres son de familia adinerada, gracias a que ambos tienen buenos y estables trabajos que cada superan. 

 

••• 

 

—¡Fiesta, fiesta, ula ula lala!—canta mi amiga mientras vamos en su auto hacía un discoteca. 

 

—Tomaremos como nunca. 

 

—Oh, si. ¡Uhh!—grita alzando su mano hacia el cielo, ya que su auto es un convertible. 

 

En cuanto llegamos, la discoteca esta que explota, mucha gente esta haciendo fila para entrar, otros ya salen es borrachos. Nos bajamos frente a una zona vacía, donde no hay gente, por que sólo es para invitados VIP. 

 

—Ventajas de la vida.—dice mi amiga en cuanto bajamos, y un hombre se lleva su auto a un parqueadero.— Este lugar esta que mola. 

 

—¿Se te salio lo española, tía?

 

Reímos juntas antes de ingresar, y sentarnos en la barra para empezar un juego de "yo nunca...", el que siempre hacemos cada vez que vamos a fiestas y hay trago por doquier. Nos tardamos unos minutos para acabar con 6 copas de whiskey, y quedar listas. 

 

—Voy a ir a bailar. ¿Vienes?—dice ella ya llevada por el alcohol. 

 

—Ire a tomar aire, y voy.—digo, ya que me han comenzado las náuseas. 

 

—Okey.—la pierdo de vista entre la gente, y yo camino a una puerta trasera para tomar aire. En el paso veo a todos los que están allí, que solo quieren disfrutar y emborracharse hasta perder la consciencia, y olvidar la pesada semana. 

 

En cuanto abro la puerta, un viento frío me abraza, relajándome, ya que amo ese tipo de clima.  Extraña veo un lado una pareja casi desnuda que esta siendo observada por un hombre fumando un cigarro, que tapa su rostro con una capucha unida a su chaqueta negra. Veo algo brillante sobresalir de su bolsillo, pero no le pongo mucha atención. 

 

Toso inesperadamente, y este voltea a verme, en cuanto lo veo, lo reconozco. Es el chico lindo que ví en el pasillo que me sonrió. Esta bastante sereno para estar observando a una pareja que esta apunto de tener sexo frente a sus ojos, y que ellos ni cuenta se den de que estamos aquí. Que asco. 

 

—Bonita vista.—digo burlona e irónica. 

 

—No me interesa que tengan sexo.—me responde, sorprendiéndome con su respuesta. 

 

—¿Eres gay acaso?—no evito las palabras que salen de mi boca. 

 

—No, digamos que algo más me provoca deseo, aparte de eso.—vuelve a observar a la pareja, que ya esta desnuda y en el suelo. 

 

—¿Que mas podría provocarte deseo? 

 

—Te sorprendería y asustaría saberlo.—mete las manos a su chaqueta, después de tirar el cigarro y apagarlo con su zapato. 

 

—Bueno, pues como a mi eso si me provoca deseo, pero no quiero, debería de entrarar.—se me queda mirando extraño, como si se le hubiese aparecido un ángel. Claro que yo soy un ángel.— Adiós chico con deseos extraños.



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En el texto hay: criminal, christopher

Editado: 20.06.2018

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