Más allá de la muerte

Capitulo 3

La voz era suave, casi como un susurro, pero claramente decía mi nombre

—Sam...

Me giré bruscamente, con el corazón en la mano, mire a mi alrededor y La calle estaba desierta, apenas iluminada por las farolas que parpadeaban de manera intermitente. Fruncí el ceño, buscando el origen de aquella voz.

—¿Lucas? —pregunté, aunque sabía que ya se había alejado calle abajo.

—Sam...

Baje los escalones de la casa y Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo caminaba despacio cruzando la calle que da al bosque donde se escuchaba aquella voz.

El viento soplaba entre los árboles del bosque, haciendo crujir las ramas como si algo se moviera entre ellas. Di unos pasos más, acercándome al borde del camino. La voz volvió a sonar, esta vez más clara, más urgente

—SAM...

Me quedé de pie frente al bosque, dudando. La lógica gritaba que volviera a casa, que cerrara la puerta y me olvidara de lo que había escuchado. Pero había algo... una tristeza en esa voz que me hacía querer ayudar.

Ho...hola hay alguien ahí —insití

La calle estaba vacía, solo el sonido del viento moviendo las hojas rompía el silencio. Di un paso más y, en un parpadeo, apareció frente a mí.

No estaba allí un segundo antes, y al siguiente, estaba justo ahí, a pocos metros. Mi corazón dio un vuelco, y mi cuerpo se quedó inmóvil, como si algo me impidiera moverme.

Era un hombre joven, de unos 30 y tantos años, de una belleza que me hizo dudar de si lo estaba viendo realmente. Su piel era tan pálida que casi parecía brillar en la luz de las farolas. Tenía el rostro definido, pero con una expresión triste, casi melancólica. Sus ojos oscuros no se apartaron de los míos, y su cabello oscuro ligeramente desordenado.

Sostenía una rosa blanca. No era una rosa cualquiera; era tan perfecta que parecía sacada de un sueño. Le levantó la mano lentamente y, sin apartar la vista de mí, la extendió hacia adelante, ofreciéndomela. Sus dedos, pálidos y delicados, parecían casi etéreos.

Con duda Alce mi brazo lentamente y tome la rosa que me ofrecia, de cerca se veía más bonita y bien cuidada.

El chico no dejaba de mirarme. Estaba ahí, inmóvil, y por un momento, sentí que el tiempo se detuvo. No sabía si había pasado un minuto o una hora, pero no podía dejar de mirarlo, como si algo me lo impidiera. Era incómodo, pero al mismo tiempo no podía apartar la vista de él.

Finalmente, después de lo que se sintió como una eternidad, habló. Su voz, suave pero clara, rompió el silencio.

Te he buscado más allá de los nombres,

más allá del olvido y la carne.

Te soñé bajo lunas que ya no existen,

te esperé donde el tiempo no pasa.

Y ahora que estás frente a mí,

nada puede desatar lo que ya fue unido.

Ni el amanecer, ni la muerte.

Solo tu. Solo yo.

Para Siempre.

Abrí la boca para hablar, muy despacio, como si las palabras necesitaran abrirse paso a través de un sueño.

—Yo...

El Desapareció en un instante, justo cuando mi tía Clara me llamó, avisándome para cenar.

Me giré por reflejo. Su voz venía desde la casa, como si me estuviera llamando desde otro mundo. Al volver la vista al frente, el ya no estaba. Nada. Ni rastro de él. Solo el silencio y las farolas parpadeando como si nada hubiese pasado.

Bajé la vista así mi mano. La rosa seguía ahí.

Era real.

Y él... lo había sido también.

—¡Sam! —volvió a llamar Clara—. ¡Vamos, que se enfría!

Guardé la rosa con cuidado en el bolsillo de la chaqueta y empecé a caminar hacia la casa, con una sensación extraña en el pecho.

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Autora –san: Castiel y Dean merecían estar juntos 😭




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