Más alla de la oscuridad, relatos de pesadilla

En la oscuridad de la noche

 

Se escuchan ruidos extraños a mi alrededor, pero no puedo ver más allá de la palma de mi mano, todo está completamente oscuro. Ni siquiera en el cielo se puede ver la luz de las estrellas o la luna, todo está cubierto por una neblina y oscuridad que me hiela hasta la sangre. Algo en el aire me hace temblar, es un frío diferente al que sentimos en invierno, es como si esta noche nadie pudiera descansar.

De repente, mi lámpara se enciende y puedo ver una escena que jamás debí de haber visto, y estoy segura de que jamás podré olvidar: es el cadáver de una persona sin cabeza y con la columna vertebral expuesta, aún se retuerce por los espasmos del dolor, es como si se hubiera devorado toda su carne interior y solo quedará la piel pegada al hueso. Frente al cadáver hay una masa grotesca y sin forma, pestilente. Tiene un tatuaje de una mariposa azul, igual al de mi vecina.  

Me tapo la boca para no gritar. Quiero salir corriendo de ahí, pero el miedo me ha paralizado por completo, y quizás eso sea lo que debo de hacer. Trato de respirar tranquilamente, pero la peste de la putrefacción es horrible, veo de nuevo esa masa. Y una sensación horrible recorre todo mi cuerpo; siento asco, miedo y repulsión. La masa grotesca está llena de hongos y moho, también le falta pedazos de piel que dejan ver la carne roja oscura latente. Doy un paso hacia atrás, quiero alejarme de esa cosa, meterme a mi casa y encerrarme. Sin embargo, un gruñido atrae su atención, es el pequeño perro de mi prima Lau, la criatura fija su atención en su nueva víctima. En el momento que deja el cadáver, este se hace un líquido gelatinoso que se desliza en el pequeño riachuelo de agua, que va a la par de la calle. Casi me toca los pies, pero me hice hacia atrás sin hacer ruido alguno, la masa gigante se mueve hacia la perrita, quiero ayudarla, pero no sé qué hacer, nunca había visto algo así. Además, me tiene aún más preocupada el líquido que contaminó el agua que usamos para tomar. 

Escucho la puerta de la casa, abrirse y sale Lau gritando a Diana, su perrita. El bulto enorme de carne se mueve hacia ella, ahora tiene una nueva víctima y al parecer, Lau no se ha dado cuenta de eso. 

“¡Demonios! ¿Qué puedo hacer?”, estoy muy desesperada, quiero ayudar, pero no puedo hacerlo, mi cuerpo está paralizado del terror. 

Lau, se agacha y toma a Diana en sus brazos. La masa está por llegar a donde está ella, no puedo creer que no se haya dado cuenta de nada de lo que está pasando, escucho una voz gritar mi nombre y el de Lau, me despierta de la parálisis.

Es mi tía Julieta. Ella también ve lo mismo que yo y nos grita para que regresemos a casa, corro tan rápido como puedo, pero Lau y Diana no reaccionaron rápido, la cosa las atrapo entre su gelatinoso cuerpo. La perrita se baja de las manos de Lau y ella queda inmóvil ante la masa monstruosa, alcanzo a ver que Lau tiene unas manchas verdes en la cara, ella nos voltea a ver con los ojos sin color, sin vida. La masa devora a Diana al abrir una boca gigantesca con grandes colmillos como los de un tiburón. 

Me arrastro a tropezones hasta la casa de mi tía. Ella esta a punto de gritar, le tapo la boca con mi mano, sabía que todo estaba perdido para Lau, pero quizás podía salvar a mi tía. Ella se suelta de mi agarre y corre hacia Lau, cierro la puerta con llave, sé que está, es una pelea en vano y que su vida está perdida. 

Un terrible escalofrío me recorre todo el cuerpo al ver a qué mi tía al tocar a Lau, pierde el conocimiento en el mismo instante, Lau camina hacia donde estoy, pero mi tía se queda frente a la masa grotesca con la mirada perdida. Lau cada vez está más cerca, tengo la esperanza de que esté bien, pero algo dentro de mi mente, me dice que no lo está. Trato de esconderme detrás de la puerta para que no me pueda ver. 

De repente, escucho como una montaña de huesos es destruida y otro sonido que no puedo describir del todo, me revuelve el estómago, es tan asqueroso que me regresaron las ganas de vomitar. No puedo evitar asomarme por la ventana de vidrio, quiero ver qué está pasando afuera de la casa; dos masas grotescas de carne putrefacta andan por la calle, tengo el presentimiento que una de ellas era mi tía, las lágrimas corren por mis mejillas, todo estaba bien hace un momento y ahora todo se está mal. 

Lau se asoma con la mirada fría y opaca. En su rostro hay moho verde y hongos. Aunque aún se parece a mi prima, sé que ella ya no lo es. Solo es una muerta viviente que quiere transmitir esa enfermedad. 

Escucho más gritos fuera de la casa, voy a la ventana que está al lado y veo más bultos grotescos arrastrándose por la calle, personas con la cara llena de moho caminan a sus lados sin ninguna expresión y yo solo puedo quedarme escondida esperando mi final. 



 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.