CAPÍTULO 11

Avril Fray.

Leyla acaba de atravesar la puerta con la barbilla manchada de mantequilla de maní y mi padre está lavando los platos y tarareando esa canción de los Bee Gees que tanto que le fascina. Hemos comido tallarines los tres juntos mientras veíamos un episodio de «Friends», pero Leyla ha tenido que marcharse porque ya comenzaba a oscurecer afuera, por lo que yo vuelvo a mi habitación.

El encuentro no fue tan desastroso como la imagen que tenía montada en mi cabeza, que era tan confusa y disparatada como intentar desatar un nudo del ocho con los ojos vendados, sin embargo es imposible negar que cada vez que Leyla hace su «revisión de rutina» siempre termina en desastre, concretamente, conmigo hospitalizada.

A veces quisiera huir. Huir muy lejos, y llevarme a Sean conmigo, porque es muy inteligente y sabrá que hacer cuando nos veamos solos, sin dinero, y en medio de la nada. Así que, para cuando recuerdo que está enojado conmigo, ya estoy marcando su número en mi celular, que me resulta tan familiar y conocido como el mío propio.

Contesta al tercer timbre.

—¿Avril? —Su voz se escucha somnolienta y cansada.

—¿Te desperté? —La mía en cambio suena apenada, casi como si no quisiera salir.

—No importa. Llevaba ya un rato durmiendo.

Me siento sonreír, pero entonces recuerdo que él no puede verme y paro de inmediato.

—¿Qué sucede?

—Nada, solo quería hablar con alguien. Bueno, no con alguien. Contigo. ¿Es muy raro eso?

Escucho el movimiento de su cuerpo sobre la cama, las sábanas crugiendo bajo su peso y sus pulmones ingiriendo aire pausadamente.

—Lo es cuando se supone que estamos enojados. —Su tono no es cortante, tan solo un poco extrañado.

—¿Estamos enojados?

—¿Qué crees tú?

—Yo no estoy enojada contigo. ¿Lo estás tú conmigo?

—Avril. —Él suspira—. Te dije que no quería que estuvieras cerca de Zayn.

—Lo sé —murmuro, recostando la espalda en el colchón.

—No. No lo sabes. Es irónico, pero cada vez que te pierdo de vista terminas en el único lugar donde no quiero verte.

Pienso que por un momento dejará de hablar, pero luego continúa con la voz igual de tensa que un alambre.

—Con él.

Me muerdo el labio ante la mención de la palabra «Él». De alguna forma, vienen a mi mente imágenes de tornados que hacen volar fotografías, estrellas y palabras, y en medio de ese tornado, está «Él», con los ojos luciendo tan o más caóticos que la tormenta en sí.

—No lo hago a propósito, ya sabes.

—¿Lo sé? —No puedo verlo, pero sé con seguridad que está enarcando una ceja—. Lo único que sé con total seguridad, Avril, es que no te quiero cerca de él.

Alzo la vista al techo conteniendo un suspiro pesado que muere por salir. Sostengo el teléfono apartado de la boca mientras tomo una respiración corta, luego una larga.

—¿Avril? —La voz de Sean suena ligeramente preocupada cuando vuelvo a incorporarme a la conversación.

—Sigo aquí.

—Ah... —Hace una pausa—. Bueno, ya sabes, no me cae bien Zayn.

Casi me echo a reír.

—Es tu hermano.

—Ser mi hermano no le quita lo idiota. A veces puede llegar a ser tan...

—Exasperante.

—...mezquino —concluye, al tiempo que su voz se entremezcla con la mía—. Perdona, ¿has dicho «exasperante»?

Abro los labios con sorpresa. No por la pregunta de Sean, sino por el calificativo que ha usado para describir a su hermano.

Decido no decir nada, a fin de cuentas, no es mi deber defender a Zayn, o al menos, no si eso implica estropear la relación que tengo con mi mejor amigo.

—Avril.... —La voz adquiere tensos tonos, y comienzo a pensar que nunca podrá sonar de una forma distinta al referirse a su hermano—. Tú no conoces a Zayn como lo hago yo.

—Lo sé —afirmo, la decisión esparciéndose por todas mis venas cuando digo—: No te preocupes, me mantendré alejada de él. De todas formas, ni siquiera me cae bien.

Y cuelgo el teléfono.

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¡Hola, hola! Nuevo capítulo!!

¿Qué les pareció la conversación entre Avril y Sean? Ya vamos viendo un poco mejor como es su relación.

PD: Mañana publicaré el siguiente capítulo. Los tqm<3