Más allá de las fronteras

Capítulo 7: Los celos el primer paso hacia el amor

Estar tanto tiempo pegada a él, sin hablar con nadie más y con un chico, por Dios, era cada vez más cansado e incómodo. Literalmente, me tocaba hasta acompañarlo al baño de hombres. Me sentía incómoda y totalmente desesperada. No veía la hora de despertar en mi cama. Sentía que estaba trabajando día y noche. El desgaste mental no lo sentí hasta ese momento.

Cuando reaccioné, estaba en mi habitación con un vacío horrible, pero menor a los anteriores. Mi cuerpo se ha acostumbrado a esto: teletransportación, desarraigo del alma o sueño, lo que sea. El cuerpo se acostumbra a lo que sea y eso me sorprende. Volví de mis pensamientos y mi mamá me dijo: “Levántate, se te hace tarde”. En menos de media hora corrí, me arreglé y salí a trabajar. Esa es mi vida, llena de apresuraciones y rapidez para cumplir mis sueños. Esa es mi realidad y poco a poco la asimilo. Acepto que me gusta saber que tengo una meta y algo por lo que luchar, aunque sea duro y me desanime constantemente. La vida de una persona normal como yo es un poco dura.

Después de un largo día de estudio y trabajo, realmente estoy agotada como nunca. Llego a mi casa realmente muy agotada, literalmente cansada por este largo día. Llego al mueble y caigo de una. Prendo la TV y mi hermana aparece y me pregunta si todavía sigo teniendo esos sueños extraños. Le mentí y le dije que no, que ya no. Eso me hace recordar la primera vez que le dije que había soñado estando en Corea al lado de un chico y que me ayudara a buscarlo en línea a ver si existía. Me trató como una loca. Eso me hizo caer en cuenta nuevamente que no sé cómo se llama este chico. Nunca le pregunté. Si vuelvo otra vez, quiero hacerlo. Estuve como cuatro horas viendo TV con mi hermana hasta que empecé a sentirme zombi. Es así como le digo cuando el cansancio ya no me deja más opción que desfallecer en mi cama.

A la media hora siguiente aparezco en una clase de restaurante y corro a preguntarle cómo se llama para que no crean que estoy loca. Pero creo que sí estoy loca. Después de todo lo que ha pasado, ¿cómo no se me ocurrió preguntarle el nombre? Creo que ese es el efecto de los sueños. Nunca preguntas nada, solo dejas que todo fluya como tu subconsciente quiere. Para él, nada es desconocido; todo es conocido y fluido.

Me choco con la realidad cuando lo veo sentado con una hermosa chica y empiezo a sentir un fuego que sale de mi interior y me hace reaccionar escondiéndome detrás de una pared, sin atravesarla y al límite de distancia que puedo estar de él. Solo lo veo con esta chica sonriendo. Me cacharon. No puede ser. Se pone pálido y con los ojos sorprendidos. Sé que fue porque me vio. Me sentí tan mal, no sé si fue porque interrumpí su cena o porque, como una tonta, permití que él me viera. Así que lo único que hice fue mover la mano y alejarme lo más que podía de él. Él se para en un segundo de la silla y le dice a la chica: “Ya vuelvo”. Ella sonríe y le dice: “Ok”.

Yo estoy totalmente avergonzada y cuando se acerca solo se me ocurre decir la palabra que casi nunca pronuncio, por no decir nunca: "Lo siento", le digo. Él me dice: “Volviste, eso parece. Qué pena, no quería interrumpirte. Vamos al baño, ok. Igual me toca seguirte”.

—Eso es cierto, eres mi marioneta privada —dice él con una sonrisa. —¿Me estás tratando como una muñeca? —le respondo. —No —dice él con su hermosa sonrisa—. Te ríes y esperas que te crea. Pero en serio, lo siento mucho por interrumpir tu cita. No lo hice intencionalmente. Ve con ella —dije eso como si una fuerza me estuviera forzando la garganta y las palabras no me salieran. —No me voy de aquí —dice él—. ¿Por qué actúas tan raro? Esa chica superficial me da asco, es una tonta. —Oye, así no se habla de una mujer. Ve y despídete y nos podemos ir si es lo que quieres —le dije.

Él va y se despide y yo me quedo lo más alejada de ellos mientras esto pasa.

—¿Qué pasó? ¿Qué le hiciste? La chica parecía furiosa y sorprendida. —Nada —me dice él. —¿Cómo que nada? —le rectifico. —Nada —me grita—. ¿Tengo que contarte todo lo que me pasa, aparte de que estás tras de mí todo el día? —Ok, pero no te enojes —le dije. —¿Para dónde vamos? —A un lugar a pensar —dice él. —¿Pensar sobre qué? —le digo. Él se irrita y me grita: —A pensar si me estoy volviendo loco o si definitivamente ya me enloquecí, porque vivo mi vida hablando con un fantasma que ni siquiera conozco. —Yo replico y le digo: Para mí no es mucho mejor. En el día vivo mi realidad normal, en las noches tengo sueños extraños que ni siquiera puedo controlar y lo cual está agotando extremadamente mi mente y cuerpo. Me levanto agotada como si no hubiera dormido toda la noche y mi cerebro se siente supremamente desgastado, como si me hubiera teletransportado. Si esto continúa así, no sé qué va a pasar.



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En el texto hay: amor, magia, amor adolecente

Editado: 06.11.2024

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