Más allá de las fronteras

Capítulo 10: El Comienzo de Algo… ¿Real?

La noticia había corrido rápido por la oficina. Todos sabían ya que Jung-Su era el hijo del dueño y el próximo sucesor. El ambiente a su alrededor se había vuelto tenso; las miradas formales y respetuosas se intensificaban, casi al borde de la reverencia. Sentía sus ojos sobre nosotros cada vez que caminábamos juntos, y aunque pretendía que no me importaba, en mi interior no podía dejar de pensar en lo que murmuraban a mis espaldas.

Él, sin embargo, no hacía el menor esfuerzo por aclarar quién era yo para él. Eso me irritaba. ¿Por qué no decir nada? ¿Qué imaginaban ellos? ¿Qué significaba mi presencia a su lado? El pensamiento me incomodaba más de lo que quería admitir. En ese momento, caí en cuenta de algo importante: no sabíamos ni siquiera los nombres del otro. En medio de todo este caos, ni siquiera habíamos tenido una presentación formal.

Tomé una respiración profunda y lo seguí hasta su oficina. Al cerrar la puerta tras de mí, el silencio se hizo palpable, pero no incómodo, más bien lleno de una tensión latente. Una conversación postergada. Lo vi detrás de su escritorio, su porte siempre impecable, y me armé de valor para romper ese espacio silencioso.

—Creo que hay algo que no hemos hecho aún —dije, interrumpiendo sus pensamientos, y me acerqué un poco más.

Noté de inmediato cómo su mirada cambió. Sus ojos recorrieron mi rostro con una chispa que conocía bien, esa mirada intensa, cargada de una intención que me hacía estremecer. El aire entre nosotros se volvió denso. Sabía en qué estaba pensando, lo podía leer en su expresión, y decidí cortar esa corriente de pensamientos antes de que fuera demasiado lejos. Me giré un poco, desviando mis ojos de los suyos.

—Me presento —dije, forzando una sonrisa que apenas ocultaba mis nervios—. Soy Ally. Tengo 20 años y soy estudiante de Literatura e Idiomas. Soy colombiana, y vengo de una familia hermosa. En mi casa somos seis: mis padres, mi hermana, mi abuela y mi perrita, Cookies. No somos millonarios, pero nunca nos ha faltado nada. Y en cuanto a mí... —tomé aire, midiendo mis palabras—, soy leal, perseverante, y cruelmente honesta, como ya lo habrás notado. Trato de ser responsable y trabajadora.

Mientras hablaba, él me observaba con una mezcla de curiosidad y... ¿diversión? Sabía que detrás de esa sonrisa había algo más, algo que no alcanzaba a comprender.

—¿Y tú? —pregunté, intentando sonar casual, aunque mi corazón latía más rápido de lo que quería admitir.

Jung-Su dejó escapar una risa suave, casi inaudible, y se cruzó de brazos, reclinándose en su silla.

—Kim Jung-Su —dijo con esa voz profunda y tranquila—. Tengo 30 años, soy profesional en administración y como ya te habrás dado cuenta, heredé la empresa de mi padre. —Hizo una pausa, dejándome tiempo para procesar lo obvio—. Soy soltero —añadió, lanzándome una mirada pícara, y luego guiñó un ojo—. Al igual que tú, soy leal. También soy... controlador, como probablemente has notado —sus palabras se tornaron más serias—. No confío en la gente, no en este mundo de negocios donde me muevo.

Mientras hablaba, su tono se volvió más introspectivo, más humano. Lo que decía no era simplemente información, era un vistazo a su verdadera naturaleza. Jung-Su, el heredero de una fortuna, deseaba algo más. Podía sentirlo.

—Vivo solo —continuó—, y mi relación con mi familia es principalmente empresarial. Eso es lo que no quiero para mi vida... —su voz se tornó casi nostálgica—. En cuanto a la chica con la que me viste en el restaurante la otra noche, era una cita a ciegas. Mis padres me obligaron a ir, pero por suerte ya dejaron de insistir en que me case... por ahora.

Sus últimas palabras quedaron suspendidas en el aire entre nosotros, cargadas de un peso que no supe cómo interpretar. Él suspiró, liberando algo de esa tensión, mientras yo me encontraba aún procesando todo lo que acababa de decir. La imagen que tenía de él, el empresario frío y calculador, comenzó a desmoronarse ante mis ojos, revelando a alguien mucho más vulnerable, más humano.

No sabía qué decir. ¿Podía realmente comprender todo lo que acababa de compartir? No estábamos hablando solo de nuestras vidas, estábamos revelando partes de nuestras almas.

Finalmente, extendí mi mano hacia él, con una sonrisa sincera esta vez.

—Un placer conocerte formalmente, Jung-Su.

Él tomó mi mano, y en ese instante, algo cambió entre nosotros. Lo que había comenzado como una relación de apariencias, de roles definidos, ahora tenía un nuevo matiz. Estábamos empezando a conocernos de verdad, pero el camino que quedaba por delante aún era incierto, lleno de preguntas y sentimientos que ni siquiera sabíamos cómo enfrentar.



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En el texto hay: amor, magia, amor adolecente

Editado: 06.11.2024

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