Más allá de las fronteras

Capítulo 21: Después del incendio, el refugio

El sol se filtraba tímido entre las cortinas rústicas de la cabaña, acariciando la piel de Ally con una luz dorada. Jung despertó antes que ella, como si su cuerpo se hubiera acostumbrado a observarla antes que al mundo. No quiso moverse. Quería memorizar ese instante.

Su respiración era lenta, profunda. Su cabello, un desorden hermoso sobre la almohada. Aún llevaba la marca de sus caricias en el cuello, suaves huellas que no dolían, sino que contaban una historia.

Jung sonrió. Se sentía completo. No por la noche de pasión —aunque la recordaba con un temblor en el cuerpo— sino por cómo se sentía ahora: en paz.

Con cuidado, la abrazó más fuerte. Ally se removió ligeramente y murmuró algo ininteligible antes de enterrarse contra su pecho.

—Buenos días, caos mío —susurró él, besando su frente.

—¿Ya es de día? —preguntó, con voz ronca de sueño.

—Hace rato. Pero tú sigues siendo lo más bonito que he visto hoy.

Ally alzó una ceja, aún con los ojos cerrados.

—¿Así enamoras a todas?

—No. Solo a ti. A las demás... ni me espero a que despierten.

Ella rió, y él sintió que valía la pena vivir solo por escuchar ese sonido cada día.

Salieron de la cama una hora después. Jung cocinó, o intentó. Quemó las tostadas, casi se le desbordó el café, y la sartén quedó inutilizable tras el intento de unos huevos revueltos demasiado rebeldes.

—Esto debe ser ilegal —dijo Ally, mirando su plato.

—Soy mejor que la cena —replicó él, guiñándole un ojo con picardía.

—Lo sé. Aún me tiemblan las piernas.

Jung se rió con una carcajada genuina. Era ese tipo de risa que solo salía cuando uno se sentía verdaderamente libre. Ella lo miraba como si ya supiera que iba a amarlo con todos sus defectos, porque en ellos también estaba su verdad.

Después del desayuno, salieron a caminar. Las montañas aún estaban cubiertas de neblina y el aire tenía ese aroma a tierra mojada que Jung adoraba. Se detuvieron en una roca con vista al valle.

—Si esto fuera una película —dijo Ally—, ahora dirías algo cursi.

—¿Y si quiero decir algo real?

Ella lo miró, curiosa.

—No sé cuánto tiempo duremos. No sé si esto es para siempre. Pero hoy, ahora, si me lo permites… quiero seguir eligiéndote.

Ally no respondió. Solo lo besó.

Y ese beso, suave y tranquilo, fue más poderoso que cualquier juramento. Porque ambos sabían que el amor real no era una explosión. Era una llama constante. Y esa llama, entre ellos, apenas comenzaba a arder.

La lluvia empezó a caer sin aviso, suave al principio, luego insistente. El tejado de la cabaña resonaba con un ritmo constante, como un latido del mundo allá afuera. Pero adentro, Jung y Ally ya no necesitaban más calor que el que se daban el uno al otro.

Estaban desnudos, pero no solo de ropa. La habitación olía a madera, café tibio, y al rastro persistente de su piel mezclada.

—No siempre sé cómo hablar de lo que siento —confesó Jung, acostado boca arriba, mirando el techo con las manos entrelazadas tras la cabeza—. Pero contigo, es como si todo se desbordara.

Ally lo miraba en silencio, acurrucada en su costado, trazando círculos lentos sobre su pecho.

—No necesitas decirlo todo. A veces... solo sentirlo conmigo es suficiente —respondió.

Jung tragó saliva. No estaba acostumbrado a ser frágil. Pero en esa cabaña, con la lluvia de fondo y su cuerpo aún vibrando por lo vivido, no podía ocultarse.

—Me da miedo perder esto —dijo por fin—. No sé si soy suficiente para ti.

Ally se sentó y lo obligó a mirarla a los ojos.

—Tú no tienes que ser suficiente, Jung. Solo tienes que ser tú. Lo que construimos… lo hacemos juntos.

Él parpadeó, conteniendo algo que no era debilidad, sino coraje. El coraje de dejarse ver.

La besó, despacio. No con urgencia, sino con reverencia. Como quien se arrodilla ante algo sagrado.

Esa noche no hicieron el amor por deseo. Lo hicieron por necesidad. Por consuelo. Por amor. Lento, íntimo, sin juegos. Como si sus almas se reconocieran en cada respiración compartida, en cada mirada sostenida.

Y cuando todo terminó, se quedaron abrazados, escuchando la lluvia como si fuera una canción escrita solo para ellos.



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En el texto hay: amor, magia, amor adolecente

Editado: 05.06.2025

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