Más allá de lo imposible

Character 1: El nacimiento de la maldición

Hace mucho tiempo, cuando aún existía la monarquía, ocurrió una catástrofe: el reino vecino de la Nada atacó, y las tropas no estaban preparadas. Hubo muchos heridos, ciudades destruidas y muertos. El rey, junto con el duque, lideraba las tropas para evitar más daños.

El duque de ese entonces luchó contra las tropas enemigas, acabó con más de cien hombres y se enfrentó al líder enemigo, logrando vencerlo. Pero a cambio de su victoria, resultó gravemente herido, al borde de la muerte, con pocas posibilidades de sobrevivir. Volvía al palacio del rey para anunciar su triunfo, y allí estaba su amada esperándolo.

Cuando ella lo vio, corrió a abrazarlo, pero de la nada una flecha se dirigió hacia ella. Él la protegió con su cuerpo, y la flecha lo atravesó. Luego llegaron más flechas. Él abrazaba a su amada mientras ella lloraba. Las flechas cesaron y algunos guardias salieron a buscar al atacante, mientras el duque cayó de rodillas, con dificultad para respirar.

Duquesa: Se arrodilló junto a él, abrazándolo por el cuello. —Tranquilo, todo estará bien… —estaba asustada, sin saber qué hacer.

Duque: Sangraba mucho; estaba a punto de morir desangrado, pero luchaba por mantenerse consciente, mirando solo a su esposa.

Duquesa: Llorando y temblando, había llamado a los guardias para que trajeran a los médicos. —Vamos, cariño, todo estará bien, ¿sí? Los doctores llegarán rápido. Aguanta un poco más… —dijo con voz temblorosa—. Quería que fuera una sorpresa, pero… ¡estamos esperando un bebé! Es grandioso, así que por favor, no me dejes ahora… te lo suplico.

Duque: Se sorprendió por la noticia y se le escaparon algunas lágrimas. —Soy el hombre más feliz del mundo en este momento… pero perdóname, ya no creo poder aguantar más.

Duquesa: —No, no, no… por favor, aguanta un poco más. Los médicos llegarán y estarás bien. —Estaba aterrada.

Duque: La miró y le dio una cálida sonrisa. —Me hubiera gustado ver a nuestro hijo nacer y estar contigo en los momentos complicados y bonitos del embarazo… Perdóname, no podré hacerlo. No quiero dejarte sola, pero ya no aguantaré más. Eres la mujer que más he amado en la vida. Cuida bien a nuestro hijo.

Duquesa: —No digas eso… todo va a estar bien. ¡Vas a ver a nuestro hijo nacer! No vas a morir… los médicos ya casi llegan. Resiste un poquito más.

Los médicos finalmente llegaron, pero ya era demasiado tarde. Mientras se acercaban, él solo le dijo un “te amo” a su amada y dejó de respirar.

Ella se sobresaltó al no sentir su pulso y gritó a los médicos que se dieran prisa, pero ya no podían hacer nada. Gritó al cielo: había perdido al amor de su vida, y lo tenía muerto en sus brazos. Los médicos intentaron separarla del cuerpo, pero ella se negaba. Finalmente, intervino el rey, la noqueó y la llevó a una habitación. El rey miraba el cuerpo del duque y se comenzó a reír.

La duquesa despertó, algo más calmada pero aún devastada. Poco después, se anuncio oficialmente el fallecimiento del duque, y ella comenzó a dirigir el ducado mientras cuidaba de su bebé. Pasaron los meses y solo faltaban unas semanas para el nacimiento del bebé cuando el rey hizo un anuncio: uno de sus profetas había visto el futuro, donde llegaría la desgracia y destrucción del reino. Si no tomaban medidas, se haría realidad. En dos meses, los caballeros irían casa por casa para identificar a los bebés recién nacidos y verificar con el profeta si alguno era “el niño maldito”.

Una semana después, la duquesa entró en labor de parto y, con mucho esfuerzo, dio a luz a un hermoso niño. Lo abrazaba llorando, pues se parecía mucho a su esposo.

Llegó el día de la búsqueda del niño maldito. Los caballeros pasaban casa por casa hasta llegar a la mansión del ducado. Al revisar al niño junto con el profeta, descubrieron, para su horror, que sí era el niño maldito. Todos estaban asustados y sorprendidos, incluida la duquesa. Pero ella rápidamente hizo que los caballeros y el profeta salieran de la mansión.

Preocupada por su hijo, ideó un plan: llevarlo lejos. Habló con una sirvienta de confianza y le explicó la situación, pidiéndole que cuidara del bebé como suyo. La sirvienta aceptó a cambio de dinero. Esa misma noche, prepararon las cosas y la sirvienta huyó con el bebé de dos meses a un pueblito lejano. Allí, su esposo, sorprendido al verla con un niño, pensó lo peor, pero ella le contó la verdad y él accedió a cuidarlo.

Mientras tanto, muchos caballeros llegaron al ducado exigiendo saber dónde estaba el niño. La duquesa les mintió, diciendo que ya no estaba. Los guardias inspeccionaron toda la mansión sin encontrar nada. El encargado de los caballeros la capturó y la llevó al palacio, obligándola a arrodillarse frente al rey. Él le preguntó por última vez qué había hecho con el niño. Ella no respondió. El rey, enfurecido, le dio una bofetada y la encarceló por un mes.

Tras cumplir la condena, la duquesa regresó al ducado y continuó enviando dinero a la sirvienta para cuidar bien de su hijo. Pasaron los años, y aunque no sabía nada de él, nunca dejó de preocuparse ni de protegerlo.

Y así comienza su historia: él, conocido como el niño maldito.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.