EMMA
Echó un vistazo al chat con Luke, lo había dejado en visto desde el día anterior, ¿qué se supone que debía responderle?¿Por qué él tendría que decirle algo?¿Acaso la iban a denunciar por algún tipo de crimen de odio? Eso no sería justo, ella no era la única involucrada en las publicaciones.
Dos pequeños golpes sonaron en la puerta de la habitación de Emma y esta luego se abrió, dejando ver a Claire con una sonrisa, Emma dejó caer su teléfono rápidamente.
—Hola, Em —saludó su amiga.
—Hey —saludó de regreso Emma. Vio como Claire, con toda la confianza, se acercó a su cama y se dejó caer a su lado—. ¿Qué tal tu día?
—Solo te diré que hoy no me tocó en la barra, así tuve que lidiar con personas que fueron un verdadero grano en el culo. ¿Sabes lo horrible que es estar de cara al público? —soltó seriamente, sin embargo Emma comenzó a reír, burlándose de su mejor amiga—. ¡No es gracioso! —exclamó, dándole un pequeño golpe en el hombro a Emma—. Hay mucha gente maleducada.
—Te creo, te creo, para mí sería horrible tener que enfrentarme a muchas personas cara a cara y tener la presión de no derramarles la comida encima por accidente.
—Ni me lo digas —bufó—. ¿Y qué canción es esa? Suena distinta a tu música habitual.
Emma se concentró en escuchar la canción por menos de diez segundos sólo para poder identificarla rápidamente.
—Descubrí una nueva cantante francesa y es simplemente genial, su música es como poesía al corazón —dijo con fascinación—. Es una nueva canción, el álbum salió hace, no sé, dos semanas más o menos —le explicó.
Aunque Claire no era fanática de la música que Emma oía, sí sabía ciertas cosas —esto aprendido gracias a su amiga—, y así como Emma la oía a ella parlotear de sus cosas, ella también se dedicaba a escucharla hablar de sus bandas y música.
—¿Ese no fue el álbum que dijiste que odiabas? —Frunció el ceño Claire—. Noventa por ciento segura de que la has mencionado anteriormente.
—Exacto, es esa, lo he oído tanto que ya me gusta —rio Emma—. Quizás me obsesioné un poco con una de las canciones y la he estado oyendo en bucle.
—Eso es tan tú, Em. —Claire rodó los ojos y se acomodó mejor en la cama. Su mirada cayó en las esquinas de hojas blancas que sobre salían debajo de la almohada libre de la cama, sin vergüenza alguna las tomó —. Pensé que habías dicho que te hartaste de eso. —Señaló con su dedo índice los trazos de carboncillo.
Le echó un vistazo más detallado a Emma, quien, a pesar de llevar el cabello recogido en una coleta, tenía unas salpicaduras de pintura azul en su cabello, además de las puntas de sus dedos grises. Emma era lo que a Claire le gustaba llamar "una artista de closet", disfrutaba tanto del arte pero siempre estaba intentando luchar contra ello, diciendo que era un hobby absurdo. Emma tenía padres con profesiones serias, muy respetables ambos, así que pensar en terminar siendo una artista mediocre le producía pánico.
—Lo había hecho, pero esa decisión no duró mucho que digamos. —La ojiazul se encogió de hombros, queriéndole restar importancia—. Estuve viendo un taller al terminar el verano y pensé en inscribirme, no significaría nada serio, solo es para no pasar mi verano encerrada.
—¡Debes inscribirte ya! ¿Qué te detiene? Si te da miedo que no te den el dinero, dile a tu papá que vamos de paseo o algo así, él se alegra de verte salir y no creo que dude de que saldrás conmigo.
—O quizás sí deberíamos salir, el verano está por terminar, luego se viene el último año, nos graduamos, tenemos que elegir con qué carrera aburrida sepultaremos nuestras vidas y ya no podremos salir juntas porque nos aceptaron en universidades en lados opuestos del país —empezó a hablar Emma, soltando las palabras una tras otra rápidamente.
—Em, respira —le pidió Claire—. Primero, tú sabes que no creo irme del estado, realmente amo estar acá. Segundo, nuestras vidas no se acabarán apenas nos graduemos.
Claire no tenía que ser adivina para saber que si amiga había estado sobre analizando el tema de la universidad. Desvió su atención de ella y volvió a prestarle atención a las hojas.
El primero eran dos perfiles humanos mirándose frente a frente, con las narices rozándose. Solo tenía detallados los ojos, labios y narices, dándole los rasgos principales, pero siendo un caos alrededor. El segundo era un paisaje boscoso, con una pequeña luna al fondo, las ramas de los árboles están secos, estando así el suelo lleno de hojas. El último, el favorito de Claire, era el cuerpo de una mujer, cubierto con una especie de sábana o tela, pegado a su piel con pliegues, casi como las esculturas griegas, era solo el torso y desde atrás salía una mano que parecía aferrarse a su cintura.
—Me gusta ese último, es candente —se sinceró al ver los dibujos de su amiga. Pese a lo que acababa de decir, su mirada de admiración decía todo respecto a lo que pensaba de los dibujos—. Tus manos han mejorado mucho.
—¿Verdad que sí? Al comienzo de verano estaba frustrada con eso, no acostumbro a usar estas técnicas en grises, pero me lo estoy tomando con calma —explicó Emma.
Pocas personas, por no decir casi nadie, sabían de su gusto por el arte, y mucho menos sabían que ella era muy buena en lo que hacía, aunque ella insistiera en desacreditar lo que hacía.
—Me encantan. Simplemente me encantan, Emma —sonrió Claire—. Así que en esto pasaste tu día, eso explica por qué no respondías a mis mensajes.
—Necesitaba distraer un poco mi mente... Diablos, no te he contado y creo que puedes enloquecer un poco si te cuento —dijo Emma, sintiéndose avergonzada por haberse guardado la conversión de la tarde anterior. Abrió la conversión nuevamente, pasándole el móvil a Claire.
Cómo era de suponer, Claire tenía un brillo en sus ojos, estaba completamente fascinada, ella no entendía cómo Emma no estaba gritando de la felicidad.
—¿Por qué diantres no respondes? Dios, yo le hubiera respondido a los cinco segundos.