Más allá de ti

Confesiones

-2-

Joder, me estas diciendo, ¿Qué vamos al concierto del siglo?

Lauren asiente frenéticamente.

—Está bien, iré.

Mi mejor amiga se pone a chillar.

Ruedo los ojos y le propongo ver una película hasta que su hermano llegué.

—No sé, creo que será mejor que me quede, esta nevando mucho y está cubriendo cada centímetro de la carretera.

Mis ojos seguramente brillan porque de verdad necesito a mi mejor amiga para contarle todos mis problemas.

—Ok, quédate, sabes que para mi siempre será un placer madame —Lau sonríe al escuchar madame.

Creo que no lo he dicho pero Lauren le encanta todo lo relacionado con Francia.

—Bueno, le mandaré un mensaje a mi herm... —Es interrumpida por el timbre de casa.

—Mierda, ¿Quién será?, no estamos esperando a nadie.

Cuando bajamos las escaleras, abro la puerta y ahí está Thomas, el hermano de Lauren, la persona a la que le repugno.

Él hace una mueca de asco al verme y pregunta por su hermana.

—¿Qué haces aquí?, te mandé un mensaje —dice la morena.

El cabello oscuro de su hermano esta lleno de nieve, y aún está nevando así que le invito a pasar, pero el se niega.

—No pienso quedarme en misma casa que un monstruo como tú —dice con repugnancia.

Aprieto mis puños y le cierro la puerta el la cara, ¿Cómo se atrevía a venir a mi casa y decirme eso?

Mi amiga niega con la cabeza y abre la puerta de nuevo, tirando del abrigo de su hermano para que entrará y se diera una ducha caliente.

Y si, mi mejor amiga era la hermana de mi peor enemigo.

Cierro la puerta mientras que veo como los dos pelean, uno negándose a quedarse y otra intentando que se quedase.

—¿Y tú no vas a decir nada? —me reclama mi amiga.

Me encojo de hombros y me voy a la cocina a comer algo.

—¡Tengo hambre! —se queja Thomas— ¿Dónde está la cocina?

Lauren lo acompaña hasta donde estoy yo.

—Será mejor que espere un poco —murmura.

—Siri mijir qui ispiri in pici —me burlo.

Rueda sus ojos y entra.

—¿No ibas a esperar? —le saco la lengua.

Rueda de nuevo sus ojos.

—Se te van a caer.

Me ignora.

Lo voy a matar, acaso, ¿El idiota sabe que está en mi casa?

Thomas agarra algo de comer y se va al salón.

—Pues mira, al menos parece que la rara tiene gusto —dice observando y analizando el salón.

(...)

Una vez que Thomas está durmiendo en una de las muchas habitaciones de mi casa, es hora de la noche de confesiones con Lauren.

—Bueno, ¿Alguna novedad en el amor? —Lauren niega y finge llorar.

—No, pero por ahora —recalca.

Rio— Ni tú te lo crees.

—Bueno da igual, ¿Y tú? —agacho la cabeza.

—Sabes que eres la única que se me acerca —murmuro quebrada.

¡Oh no!, no llores, no lo hagas.

Unas lágrimas bajan por mis mejillas.

—Sabes que no le gustan mis ojos porque se sienten incómodos al verlos, que soy la rara del instituto y les desagrado. —No puedo evitar sentirme así, apartada del mundo, por eso uso lentillas y aunque se burlen por ello, es lo mejor.

—Ehh, Shh no llores, no dejes que los comentarios te afecten, tu eres hermosa —sonrío.

—Cierto, lo eres, pero esos ojos no quedan bien —murmura una voz masculina.

Me sonrojo al instante, Thomas nos había escuchado y me había visto llorar por los comentarios, ahora él sabía que me afectaban y se lo diría a los demás y los insultos incrementarían.

—Ja, ¿Quién diría que a la rara le afectaban los insultos?, siempre parecía no importarle y ahora me la encuentro llorando por los comentarios, woah.

—No te atrevas a insultarle más, Tom —advierte la pelinegra.

—¿Que vas a hacer?, ¿Decírselo a mamá?

Ella gruñe.

—Bueno, ya tengo otra razón para burlarme —ríe y se va.

Sigo llorando.




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