Más allá de tus ojos

CAPÍTULO 1: El hotel y su misterio.

CAPÍTULO 1

EL HOTEL Y SU MISTERIO

 

Helen Walsh miraba por la ventana mientra s bebía café en su taza favorita que decía “Sonríe, hoy será un gran día”, mientras se preguntaba cuántas veces más debía leerlo para creerlo verdaderamente; y si el trabajo de mentalización serviría en esos casos, porque solía tener esa extraña sensación de vacío, como si algo le faltara a su vida pero no podía descubrir qué era.

Además, ese pensamiento algo pesimista que siempre poseía, con aquel día otoñal estaba totalmente acentuado. También se preguntaba qué tan sabia fue su idea de irse a vivir sola a un apartamento. Un año atrás había conseguido una beca en Nueva York, ciudad en la cual se había sentido como en casa luego de encontrarse a varios argentinos, como ella.

A veces extrañaba su lugar de origen, lleno de vegetación y sin el aire contaminado de las grandes ciudades donde había vivido a lo largo de su vida. Su padre era médico cirujano y se dedicaba a los trasplantes entre otras cosas y su madre era editora, así que viajaban mucho pero en ese momento estaban viviendo en la capital de Argentina.

El teléfono sonó y por poco se tiró el café encima. Enseguida atendió, era su amiga. Avisaba que había llegado. Amelia y Sofía estaban de vacaciones, así que viajaron unos días a visitarla, pero como fueron con un grupo de amigas se hospedaron en un hotel cercano.

— Ir de compras fue la mejor idea que tuve en días, lo sé — admitió Adriana orgullosa y las otras 5 pusieron los ojos en blanco riendo porque sabían que a pesar de ser muy segura de sí misma, sus bromas algunas veces tenían algo de verdad. Adriana era de tez blanca, cabello ondulado negro y ojos azules apagados que algunas veces parecían negros; pero no era debido a su belleza física solamente la seguridad que demostraba, sino por su gran carisma que atraía a las personas como si de un imán se tratase. Sin embargo, a quienes no lograba atraer causaba un gran rechazo.

— Vamos, Helen, ¿Qué te sucede? No hablaste casi nada y en el bar pediste solo un café; cuando normalmente comes lo más empalagoso que exista mientras yo me pregunto dónde puede entrar tanto azúcar y no engordar ni un gramo— inquirió preocupada su pelirroja amiga. Se conocían lo suficiente como para notarlo, eran amigas desde los 16 años. Amelia era de las personas más alegres y buenas que Helen hubiera conocido jamás, siempre predispuesta con una sonrisa y por ese motivo no sabía qué le daría más pena, contarle y amargarle las vacaciones con sus preocupaciones o no contarle y dejarla preocupada de igual manera arruinándoselas. Aunque considerándolo desde esa perspectiva por lo menos podría fingir que nada pasaba. Sí, eso haría.

— Nada, nada. Sólo estoy pensando y disfrutando. Hace mucho no nos veíamos.

— ¿Segura? — Insistió ingresando al hotel MGW.

— Si, además… salir de compras me aturde un poco, como ya sabes—. Con esa respuesta Amalia debió haber quedado más tranquila porque no volvió a preguntarle nada.

Al estar tan sumergida en sus pensamientos casi no se percató que un joven de cabello castaño se acercó y le entregó algunas bolsas, pero cuando vio a Diana, de contextura pequeña, cabello castaño claro y rasgos delicados; que era una de las amigas de Amelia, aproximarse rápidamente a tomarlas, lo notó.

Él enseguida se disculpó por su descuido pero a Diana no pareció importarle, porque sonreía a aquel joven de grandes ojos café y de buen físico, acentuado gracias a su entallado traje negro. No, claro que no le había molestado; tampoco a las otras cinco que lo miraban atontadas.

— Mil disculpas, Hely… que descuidadas… ¿Viste que hermoso ese chico?— dijo Amelia añadiendo lo último en tono de susurro. Helen se limitó a sonreír mientras observaba que una chica de tez clara, contextura mediana, cabello lacio y oscuro se acercaba para hablar con Diana, al parecer para solucionar algún inconveniente con su habitación. Supuso que era recepcionista por el conjunto formal y oscuro que marcaba su figura.

Hasta ese momento no había visto al tercer joven, que estaba mirando unos papeles y la computadora en la recepción. Al parecer ingresó detrás de ellas porque no lo había notado antes, o tal vez no le prestó atención. Estaba de medio perfil, prácticamente de espaldas. Vestía un traje rústico color gris claro, una camisa blanca y zapatos marrones. Era muy alto así que no pasaba desapercibido, y menos aún con su cabello rubio blanquecino, espalda ancha y excelente porte.

Tal vez por costumbre, se negó a prestarle especial atención ya que en ese momento se sentía cansada, agobiada y seguir observando bellezas que suponía que nunca iba a conseguir o lograr no le ayudaría. No quería más desilusiones y decepciones. Sabía que aquel hombre era algo hermoso de ver, con quien todas soñarían y a quién ella nunca tendría. Estaba acostumbrada a que esa clase de jóvenes la rechazaran o prefirieran otro tipo de chicas, más divertidas y accesibles, menos complicadas seguramente.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.