Más allá del dolor

CAPITULO 6

Lucas no había cambiado mucho. Su porte seguía siendo imponente, sus ojos, calculadores. Era como si el tiempo no hubiera pasado para él, como si siguiera creyendo que tenía algún poder sobre ella. Se acercó, demasiado cerca, invadiendo su espacio personal.

—Te he estado buscando —dijo, con ese tono tranquilo, pero amenazante que Julia conocía bien—. Tenemos cosas de qué hablar.

Julia sintió cómo el miedo comenzaba a subir por su garganta. Hacía meses que no lo veía, desde aquella última discusión, cuando él la había destrozado emocionalmente y ella finalmente había encontrado la fuerza para irse. Y ahora, ahí estaba, trayendo consigo todas las sombras que tanto le había costado dejar atrás.

—No tenemos nada de que hablar, Lucas —logró decir, intentando mantener la calma mientras retrocedía un paso—. Lo nuestro terminó.

Él la observó con una sonrisa ladeada, como si no pudiera creer lo que oía. Dio otro paso hacia ella, obligándola a retroceder aún más.

—Julia, no seas ridícula. Sabes que no puedes seguir huyendo de mí. Tarde o temprano, vas a darte cuenta de que nadie te va a querer como yo lo hice.

Esas palabras, llenas de veneno, hicieron que un escalofrío recorriera su cuerpo. Las viejas inseguridades, las heridas que Lucas había dejado, comenzaron a aflorar. Pero esta vez, algo en su interior se rebelaba contra el miedo. No era la misma mujer que él había controlado durante tanto tiempo. Ya no.

—Vete, Lucas —respondió, su voz más firme esta vez—. No tienes derecho a estar aquí.

El rostro de Lucas cambió; su sonrisa desapareció y sus ojos se endurecieron. Se inclinó hacia ella, su cercanía asfixiante.

—Tú no me hablas así, Julia. Sabes perfectamente que no puedes escapar de mí.

Antes de que Julia pudiera moverse, escuchó una voz detrás de ella, una voz que reconoció al instante y que hizo que su corazón diera un vuelco.

—Ella ya te lo dijo. Lárgate.

Daniel había aparecido en la entrada de la librería, con su expresión seria y su mandíbula tensa. No era el hombre tranquilo y sereno que ella conocía; ahora era alguien listo para defender lo que más le importaba. Julia sintió una mezcla de alivio y preocupación al verlo. No quería que Daniel se enfrentara a Lucas, pero al mismo tiempo, su presencia le daba una fortaleza que no sabía que tenía.

Lucas lo miró con desdén, como si no pudiera creer que alguien osara interponerse entre ellos.

—¿Y tú quién eres? —dijo con una sonrisa amarga—. ¿El nuevo salvador de Julia?

Daniel no se inmutó. Dio un paso al frente, poniéndose entre Julia y Lucas, su cuerpo erguido, listo para lo que fuera necesario.

—Soy alguien que no va a permitir que sigas acosándola —respondió con calma, pero con una amenaza implícita en su tono—. Así que será mejor que te largues antes de que esto se ponga feo.

Lucas soltó una risa seca, pero la furia brillaba en sus ojos.

—¿Feo? —repitió, dando un paso hacia Daniel—. No tienes ni idea de con quién estás hablando.

Julia sintió que su cuerpo se tensaba más. Sabía lo impulsivo que Lucas podía ser, y aunque Daniel era fuerte, no quería que esto terminara mal.

—Lucas, por favor, solo vete —intervino ella, su voz temblando.

Pero Lucas no la escuchaba. Se acercó más a Daniel, empujándolo ligeramente con el pecho, un desafío silencioso. Sin embargo, Daniel no se dejó intimidar. Sus ojos no abandonaron los de Lucas ni por un segundo.

—Te lo estoy diciendo por las buenas —dijo Daniel, con la voz baja pero firme—. Si no te vas, no me voy a quedar tranquilo.

En ese momento, el ambiente en la librería se volvió denso, como si todo el mundo estuviera observando en cámara lenta. Julia apenas podía respirar, esperando que Lucas se marchara sin más confrontaciones.

Finalmente, Lucas miró a Daniel y luego a Julia, como si estuviera evaluando su siguiente movimiento. Pero algo en la firmeza de Daniel, en la seguridad que proyectaba, hizo que Lucas retrocediera.

—Esto no ha terminado —gruñó Lucas antes de girarse y salir de la librería, dejando un aire pesado y tenso tras de él.

Cuando la puerta se cerró tras él, Julia soltó el aire que no se había dado cuenta de que estaba conteniendo. Se sentía mareada, el miedo y la tensión finalmente liberándose de su cuerpo. Daniel se giró hacia ella, sus facciones suavizándose al verla.

—¿Estás bien? —le preguntó, colocando una mano en su mejilla, con sus ojos llenos de preocupación.

Julia asintió, aunque su cuerpo aún temblaba ligeramente.

—Sí, solo… no esperaba verlo de nuevo. Pensé que… que se había ido para siempre.

Daniel la abrazó, envolviéndola en un calor que la hizo sentir segura, protegida.

—Ya no tienes que lidiar con él sola. Estoy aquí, Julia. Y no voy a dejar que vuelva a hacerte daño.

Esas palabras, dichas con tanta convicción, hicieron que las lágrimas que había estado conteniendo finalmente rodaran por sus mejillas. Julia apoyó la cabeza en el pecho de Daniel, dejando que el miedo y la angustia se desvanecieran mientras sentía su protección.

Por primera vez en mucho tiempo, supo que estaba a salvo.



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En el texto hay: nuevo amor, sanar, hombre abusivo

Editado: 16.09.2024

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