Aarón guardo su teléfono y caminó al paso acelerado de la castaña, que estaba muy emocionada por lo que vería.
Callejones angostos, escalinatas hermosas y muchas puertas de diferentes colores, cafeterías, restaurantes y motonetas con personas disfrutando de la vista.
– Mira eso – dijo Violet señalando uno de los edificios góticos.
El pelirrojo levanto su cámara y fotografió el hermoso edificio.
Los hermosos cafés, ventanales con marcos de madera, la vista lejana del río Douro, con barcos navegando en el, simplemente a Violet le parecía magnifica.
Violet sentía que un día no le daría para recorrer todo eso, quería correr, volar, algo que la ayudara a ver todo como ella quería.
Casi sentía como sus pies se despegaban del piso, sentía que si Aarón no le tomaba la mano se iría flotando.
–Vamos más despacio Violet, hay mucho tiempo para ver todo esto – comentó Aarón riendo, frenándola un poco.
– Mira eso también, y allá se ve el rio - dijo ella.
La muchacha soltó la mano del pelirrojo, y se paró frente a un “Gift Shop”
Estaba lleno de cerámicas pintadas, flores azules turquesas, paisajes portugueses y figuras minimalsitas.
Violet tomo un llavero de cerámica igualmente pintado con rosas azules.
Aaron sacó de su mochila, el pequeño libro de traducción portugués.
– ¿Qua..que..quanto cus…cus...cus...custa? – preguntó el joven pelirrojo a una mujer con lentes que estaba sentada junto a un mostrador
– Eles são três euros, menino – el muchacho rebusco en su libro, por unos segundos.
Bajo la mirada atenta de Violet le entrego el dinero.
– ¡Obrigada! – respondió la mujer.
El muchacho le quito el llavero delicadamente de las manos a la muchacha.
– Te tengo un regalo Violet, pero tienes que adivinar que es. – dijo el muchacho con una sonrisa. Sus pecas se movieron junto a su sonrisa.
– ¿Un perrito? – preguntó cruzándose de brazos.
– Tienes que ponerle ganas si quieres que te lo de.
La muchacha extendió la mano. El muchacho la tomo y deposito un beso como un caballero antiguo.
– Su presente – dijo haciendo una reverencia – Mi Lady.
Le entrego el llavero a la muchacha que sonrió.
– Gracias, no tenía porque - contestó. Abrazo al muchacho haciendo que este se sobresaltará de sorpresa, pero no impidió que se lo correspondiera.
Violet sostuvo la mano de Aarón nuevamente para guiarlo a un mercado de flores y frutas que se veía cercano.
– ¡Lavandas!, ¡Papolias!, ¡Margaridas! – un señor vendiendo flores en un puesto llamaba a los clientes.
– ¡Venha e experimente as melhores framboesas! – la chica sostenía una bandeja de prueba, de la que Violet tomo dos frambuesas, comió una y le puso una en la boca al muchacho. Y abrió los ojos al darse cuenta de lo buenas que estaban.
Siguieron caminando a través de los puestos, uno más interesante que el otro. Compraron algunas frutas que comieron al instante.
– La verdad es que si son las mejores frambuesas – comentó Aarón.
– Nunca las había probado – respondió Violet.
–En mi país se dan las frambuesas, hay una buena producción – respondió Aarón.
– En el mío de mangos, y creo que es mi fruta favorita – comento la muchacha.
La muchacha vio una fuente que le pareció muy hermosa, así que corrió a ella sin fijarse que dejo al muchacho atrás. Se sentó en ella y entro las manos al agua fría. Cuando giró la mirada, Aarón le apuntaba la cámara.
– Sonríe, hermosa – sin dejarla reaccionar tomó una foto.
– ¿Hermosa yo? – pregunto riendo.
– ¿No lo crees? Mira por ti misma – dijo enseñándole la cámara.
La muchacha se reía con verdadera felicidad en aquella foto.
– Estas bellísima, Violet – dijo dándole un beso en la mejilla.
Caminó dejando atrás, con una sonrisa tonta e inexplicable.
– ¡Hey, Ginger! – llamó la castaña.
El pelirrojo volteo y tan solo sintió unas pequeñas y finas manos que lo tomaban de las mejillas con fuerza, Violet lo impulso hacia abajo y sin que él lo pidiera, la muchacha estampo sus labios contra los del muchacho.
Eran delicados y suaves como él lo imaginaba. Cuando el muchacho reacciono, ya la muchacha se encontraba frente a él con una sonrisa pícara en sus labios que tenían un tono entre morados y rojos.
– ¿A dónde vamos ahora, Ginger? – indagó aun con la sonrisa.
– Ha…ha…hacia…hacia allá – dijo alargando las silabas. – Camina.
Se dio vuelta dejando a una Violet triunfante a su espalda, sus mejillas se encendieron como dos linternas rojas.
– Si, caminemos – Aarón miro a su derecha, donde la chica se había parado, desde ahí arriba solo veía una mata de pelo castaño moviéndose, pero volvió a sonreír por el hecho de recordar lo que había pasado.