El joven Aarón despertó a las siete en punto, como todos los días, la única diferencia era que esta vez tenía una chica de diecinueve años dormida en sus brazos. En realidad Aarón no sabía cómo ella había llegado hasta ahí, el apenas se había movido unos centímetros de su posición original.
El muchacho se sentía reconfortado, cálido, casi como si esa chica lo quisiera mucho, en esos momentos era lo que el desearía, el muchacho se dio cuenta que tenía entre sus brazos a una muñeca, pequeña, frágil, delicada, que debía proteger. Por su mente, no había dejado de pasar lo hermosa que era, pero todos sus pensamientos fueron desinflados por el hecho de que sabía que debía despertarla, ella estaba dormida sobre él y aunque Violet podía ser una de las muchachas más osadas que conocía, no estaba bien, sentirse a gusto con algo de lo que ni siquiera ella estuviera enterara, aunque hubiera sido ella la causante de todo.
Aarón podía ser un muchacho muy cuidadoso e inseguro cuando se lo proponía, así que decidió que iba a despertarla. Aunque sintiera que ese momento fuera el más perfecto de toda su vida.
- Violet – llamó – Despierta.
La muchacha gruñó y se acurruco más a él.
- No me molestes, pelirrojo de quinta – comentó la muchacha entre sueños.
- Ouch, esa dolió – respondió en un tono divertido, con fingido dolor. La muchacha aún se encontraba abrazada a él, con su cabello esparcido alrededor de ella, al parecer se había soltado.- Despierta – dijo tocando su mejilla con la mano libre que tenía.
- Aarón, déjame en paz – contestó la muchacha. El muchacho siguió tocando sus mejillas con la mano libre.
- ¿¡PODRIAS DEJARME DORMIR!? – preguntó fastidiada.
- Puedes volver a dormir, pero solo quería preguntarte ¿Cómo llegaste hasta esta esquina? – preguntó señalando la distancia que se había movido.
La muchacha paso su mano por el cabello, despejando su cara.
- ¿Estás seguro que no fuiste tú el que se movió? – preguntó la muchacha sentándose en la cama, estrujo uno de sus ojos y lo miró.
El muchacho pasó sus brazos por detrás de su cabeza y bostezo.
- No, estoy cien por ciento seguro de que la que se movió fuiste tú – respondió el muchacho cerrando los ojos. Sus pecas se movieron, por su cara.
La muchacha se sentó junto a él.
- Buenos días – saludó a la muchacha.
- Hola – respondió el muchacho. - ¿Cuál es el plan de hoy?
- Fluir – respondió la castaña.
- En realidad tenemos que tomar un tren a las ocho, podemos fluir luego de eso – respondió riendo. – Hablando de la hora ¿Qué hora es?
La muchacha tomó el teléfono para mirar la hora.
- Son las… - miro la hora - ¡TARDE!
El muchacho se levantó rápido.
- Vámonos – el muchacho abrió su mochila y saco la primera camiseta que encontró, la chica se levantó dejando ver que tan solo llevaba una camiseta.
El muchacho en medio de su apresuro, se detuvo unos momentos para observar a la hermosa muchacha frente a él. Piernas regordetas, y tersas, que terminaban en unos lindos piecitos, con uñas pintadas de color negro.
- Vamos rápido, Aarón - dijo la muchacha de espaldas. La chica estaba buscando algo en su mochila.
El muchacho no podía dejar de mirarla. Era preciosa, su cabello caía de por su espalda.
De su mochila saco unos pantalones que se puso inmediatamente.
Entro corriendo al baño y escucho como abría la llave del lavamanos. El chico siguió arreglándose, esperando para entrar al baño igual.
Luego de unos minutos ambos estaban de camino a la estación.
*Pasajeros del viaje a Tavira, por favor abordar el tren*
- Violet, corre – gritó el pelirrojo.
La chica corría detrás del muchacho, pero resulta que la estación era mucho más grade de lo que ellos creían.
*Pasajeros del viaje a Tavira, última llamada para abordar el tren*
Desde donde estaban podían ya ver la puerta de abordaje, eso le dio ánimos al joven que corrió aún más rápido.