Violet despertó con el sonido del lavamanos, del cual salía agua. Se levantó de la cama y encontró a Beatriz mojando su cabeza. Su maquillaje seguía en su cara, esta vez algo corrido y maltratado, se encontraba en ropa interior y su vestido dorado estaba casi tirado en el mueble de la habitación, sus tacones desperdigados por la misma.
- Me siento muy mal, Violet – se quejó Beatriz lavando su cara.
- Si, creo que no deberías beber tanto Beatriz – dijo Violet.
La chica giró para verla, Beatriz tenía ojeras y se veía horrible, su pelo estaba pegado a su cara.
- Deberías tomar un baño amiga, te vez horrible.
- ¿Qué paso anoche? – preguntó – no me acuerdo de nada.
Por el cerebro de Violet solo paso los besos en el cuello que compartió con Aarón y como su pie se erizaba ante su contacto.
- Bueno…- respondió – Creo que tengo algunas fotos. Pero te pasaste casi toda la noche bailando.
La muchacha escupió el agua que había bebido del grifo.
-¿Bailando? – preguntó - ¿Contigo? ¿Con quién?
- Con Thiago.
La muchacha se rio muy fuerte.
- Aunque quisiera bailar con él, no me soporta, no hubiera querido bailar.
- Estaba demasiado ebrio para que le cayeras mal. No lo vi quejándose cuando estaban bailando.
Beatriz salió del baño, y cogió su teléfono.
- Siempre tiro fotos, seguro recuerdo algo.
Desbloqueo su teléfono y con tranquilidad abrió su galería.
- ¿Qué diablos? – se preguntó - ¡¿Qué?!
Chilló
- ¡¿Me bese con Thiago!? – gritó
- Emmm…si – dijo Violet.
- ¿Qué? ¿Cómo? – preguntó
- No lo sé, en realidad Aarón y yo no nos dimos cuenta hasta rato después.
Beatriz se había puesto roja. Se paró de la cama y caminó al baño, se encerró y Violet escuchó como el agua comenzaba a correr.
Luego de una hora las dos chicas se encontraban listas para irse, Beatriz no volvió a hablar del tema y Violet en realidad no quería explicarle que había hecho la noche pasada. Habían puesto sus vestidos en las cajas en la que se los habían empaquetado.
- Cuando lleguemos a casa de Bruno podrás enviar tu vestido por paquetería a tu país – dijo. – Así no tendrás que devolver ese hermoso vestido, ni llevarlo a rastra a donde vayas.
A Violet le pareció una buena idea.
Salieron de la habitación dispuestas encontrarse con los muchachos. Tocaron la puerta de la habitación.
- ¡Ya va! – gritaron desde adentro, Thiago abrió la puerta con tan solo una toalla rodeando su cintura.
Beatriz solo pensaba que se había besado con ese chico que conocía desde hace tiempo, pero con el que en realidad no tenía una amistad estrecha. Era el mejor amigo de su primo y lo eran desde niños.
- Thiago – dijo
- ¿Te vas aquedar ahí parada o vas a entrar de una buena vez? – preguntó en la puerta.
Beatriz entró corriendo seguida de Violet que suponía que no sabía que había pasado en la noche, Bruno estaba casi listo y Aarón se encontraba perfectamente arreglado.
- Tomaremos un tren que nos dejara a tan solo unas calles de mi casa. – comentó Bruno. – Apresúrate Thiago.
El muchacho entro al baño con su ropa y minutos después salió con ella puesta.
- Tengo un dolor de cabeza horrible – comentó el peliazul.
- Creo que solo te falto beber agua de florero – respondió Aarón.
- ¡Ay cállate pelirrojo! – respondió de malhumor.
- Déjalo, se pone de mal humor con resaca, dice “No volveré a beber” y la semana siguiente está absorbiendo como esponja – respondió Bruno imitando la voz de Thiago.
- Cállate tú también – dijo recostándose de la cama.
Violet se acercó a Aarón.
-¿Qué harás con tu vestido? – preguntó Aarón.
- Bueno días mal, educado – comentó en broma.
- Si, buenos días – respondió. - ¿Y bien?
Lo mandare por correo a mi país desde Madrid.
- Hablando de país, nos faltan pistas.
-Vivo en un país cuya bandera tiene tres colores y un escudo.
-Soy latino– respondió.
- La chica lo miró un momento.
- Yo también – respondió ella.
- Vivo en un país muy tradicional – comentó
- Hey ustedes dos, ya vámonos de aquí – dijo Thiago.
- En serio se pone de malas – dijo Aarón mirando a Bruno, que asintió.
Los cinco jóvenes tomaron un taxi hasta la misma estación del metro en la que se habían quedado y tomaron un tren hasta Madrid, donde luego de dos horas llegaron a la casa de bruno.
Era una casa hermosa, era pequeña, con pisos de madera, grandes ventanales y tres habitaciones. En la parte de atrás había una terraza con muebles de exterior que daba la vista al patio en donde había camastros y una piscina.