Nunca voy a olvidar el día en el que el profesor Daladier hizo su primera demostración. Aquella mañana de mayo el auditorio se había llenado de gente, una mezcla entre otros profesores (algunos de ellos provenientes de otros países), estudiantes, directivos y por supuesto la prensa que se preocuparon de grabar con sus cámaras cada segundo de la conferencia al mínimo detalle.
Ese día iba algo adormilado, pues me había pasado sin pegar ojo terminando los últimos detalles del evento. Pero eso no impedía que estuviera muy emocionado y a su vez nervioso. La verdad es que seguía un poco incrédulo. Lo había discutido muchas veces con el profesor, y aunque los conceptos de física y matemáticas eran muy avanzados para mí, aun así, podía hacerme una idea básica. Pero una parte de mí dudaba, me parecía una loca ridiculez.
El profesor nunca me lo mostró. Por más que se lo pedía y que discutíamos del tema, jamás accedió a hacerme una demostración privada.
—No mi querido amigo —me dijo una vez— un fenómeno de belleza e importancia de tal magnitud se merece ser apreciado por todo el mundo, sería muy sucio mostrártelo así como así. Te ruego paciencia, esto cambia por completo nuestro entendimiento sobre el universo, esto está por encima del electromagnetismo, las teorías de relatividad y la mecánica cuántica, la humanidad está más cerca que nunca de la teoría definitiva de la unificación ¡¡¡ESTO PODRÍA RESOLVER TODOS LOS MISTERIOS DE LA CREACIÓN DE DIOS!!!. Sería un acto de egoísmo aberrante, mantener este conocimiento entre unos pocos y tenemos que tenerlo perfectamente preparado. —Dicho y hecho pasaron dos años antes de que pudiera dar su conferencia.
Fue una época de muchas llamadas telefónicas, cartas, discusiones y por supuesto mucho trabajo tanto para el profesor como para mí. La verdad es que es un periodo que recuerdo con mucho estrés, pero también con un poco de nostalgia. Hasta que por fin, tras esos dos años, se había programado la conferencia del 23 de mayo, un evento que sin duda se convirtió en algo histórico.
Ese día el sol era visible a través de las ventanas del auditorio. Ya para esa hora hacía calor, pero sin llegar a ser sofocante. Recuerdo que estaba muy estresado, moviéndome de aquí para allá revisándolo todo, asegurándome que todo fuera en verdad perfecto. Tenía un fuerte sentimiento de que algo muy grande estaba por ocurrir.
El profesor abrió su plática con una frase que quedó grabada en mi memoria: "El día de hoy la humanidad dará un gran paso más allá de los límites a los que fue condenado". No quiero ahondar en la plática. Como digo, son necesarios conocimientos muy profundos en física y matemáticas. Ni siquiera entendí la mitad de lo que explicó, pero si te interesa mucho estoy seguro de que no te costará encontrar por internet una grabación en alta definición de la conferencia (todo estaba muy bien filmado como ya había dicho), puede que incluso puedas verme sentado en primera fila muy atento a lo que hacía el profesor, eso sí te advierto que dura varias horas.
La plática fue larga, pero no quise perderme ni un segundo. Recuerdo que un punto me dio unas ganas urgentes de orinar, pero no me moví de mi asiento y aguanté muy fuerte, estaba dispuesto a verlo absolutamente todo pasara lo que pasara. Pues había llegado el día de poder verlo con mis propios ojos.
La plática ya estaba acabando, así que había llegado la hora. El profesor se desplazó hacia el centro del escenario donde se había colocado una pared de concreto para su demostración.
Este es un muro de concreto sólido —explicó—, tiene 10 cm de espesor y un área de 2 metros de ancho por 2 metros de alto. Es completamente impenetrable. Si tuviera otros tres muros idénticos rodeándome ahora mismo, estaría completamente encerrado y no podría salir. Para cualquier ser humano le sería imposible salir de un cuarto sin paredes ni ventanas pues son barreras físicas que limitan nuestra posición en las 3 dimensiones espaciales. Sin embargo, si vamos más allá de estas 3 dimensiones, y rompemos nuestros límites en el espacio, entonces podríamos...
Mientras decía esta frase caminó directamente hacia el muro. Todos en la sala estábamos expectantes a lo que pasaba. Estoy seguro de que nadie, ya sea que esté presente o que lo veía en transmisión en vivo, podría haberse imaginado lo que estaba por ocurrir.
El profesor caminó al muro y de repente se hizo unos centímetros más pequeños, luego un poco más pequeño, luego un poco más, un poco más y un poco más. En menos de un segundo pasó de ser un hombre de estatura promedio a medir menos de 10 cm. Pero no se detuvo, continuó encogiéndose más y más. No puedo imaginarme como se habría visto desde su perspectiva. ¿Habría visto la rugosidad del suelo como si fueran montañas? ¿Desde su punto de vista los átomos eran tan grandes como planetas? No tengo forma de saberlo. Solo sé que se hizo tan pequeño que literalmente desapareció por completo. Simplemente dejó de existir dentro de nuestras 3 dimensiones.
Todo ocurrió en un instante, pero para mí el paso del tiempo me pareció eterno. Mi mente estaba confusa, sorprendida y no podía pensar en nada. Solo podía observar y esperar.
De un momento a otro, el profesor comenzó a crecer de nuevo. Desde mi posición en primera fila lo pude ver a partir de cuando era del tamaño de una hormiga. Tal vez las cámaras lograron captarlo un poco después, como al tamaño de un gato o un perro cachorro. El caso es que comenzó a crecer y crecer hasta que alcanzó su estatura original. Pero esta vez al otro lado de la pared.
—...ignorar por completo las barreras físicas que nos confinan a través de un espacio de 4 dimisiones —concluyó el profesor con una expresión seria en su rostro.
La sala estaba en un total silencio. Estábamos impactados e incrédulos de lo que nuestros ojos acababan de presenciar.
El silencio se rompió tras unos segundos. Los aplausos fueron estruendosos. No se podía escuchar nada durante varios minutos en los cuales el ruido de los aplausos invadía todo el lugar.