—¿Volver a Leavenworth? ¿De qué rayos estás hablando? —pregunto nerviosa. Me levanto de la silla y comienzo a dar vueltas por la sala, sin poder controlar mi mal genio. Por suerte, mis empleados me conocen y ninguno de ellos se asusta ni amenaza con renunciar.
—Escucha, Harper, es una brillante idea —me aclara Erick—. Junto al equipo de community manager, nos encargaremos de publicar el pedido de disculpas y el cierre de las cuentas. Lo que tú tienes que hacer es armar tus valijas, tomarte un avión e ir a visitar a tus padres.
—¿Te das cuenta de lo que me estás pidiendo, Erick? —seguramente él ni se imagina lo que yo siento por ese pueblo. No es que lo odie, allí viven mis padres, pero también viven muchas personas a las que no quisiera recordar. Además...
—Ahora soy una mujer de ciudad, jamás me hallaré en un pueblo como Leavenworth —confieso, siendo lo más sincera posible.
—Harper, me sorprende que una mujer tan inteligente y calculadora como tú no vea que lo mejor que puede hacer en este momento es regresar a su pueblo natal.
Abro los ojos sorprendida, hasta que logro entender lo que Erick está queriendo decirme.
—¡Tienes razón! Si logro volar a Leavenworth y hacerle creer a la gente que volver a mis raíces me ha hecho cambiar, que ahora soy más amigable y sencilla, quizás logre recuperar algunos de mis seguidores.
—Así es, nos vamos entendiendo —exclama Erick, que al parecer es tan frío y calculador como yo.
—¿Y eso... no sería engañar a la gente? —pregunta Lisa, que hasta ese momento se ha quedado callada escuchando nuestra conversación con Erick.
—Para eso sirven las redes sociales, Lisa. ¿O acaso crees que todo lo que comparte la gente es real? —acoto, mirándola a los ojos. Ella, que siempre me ha hecho caso y no ha desobedecido ninguna de mis órdenes, se queda callada.
—Harper, una vez me contaste que tu familia tiene una pastelería, ¿verdad?
—Sí, Erick —le contesto sorprendida. Ahora sí que no entiendo adónde quiere llegar.
—Necesito que uses esa pastelería y a sus clientes para recuperar y conseguir nuevos seguidores, portándote como toda una pueblerina. Te aseguro que amarán a la nueva Harper y volverás a ser la reina de las redes sociales. Mientras tanto, nosotros nos encargaremos de conseguir el video original y limpiaremos tu imagen.
Volver a ser una pueblerina, pienso para mis adentros, es algo que no va conmigo. Jamás volveré a hacerlo, pero si esto puede ayudarme a recuperar mi carrera, lo haré. Actuaré como toda una pueblerina, hasta podrían darme un Oscar por ello.
Finalizada la reunión con el equipo de gestión de redes, me dedico de lleno a mi trabajo de diseño. A pesar de que, después de este grave incidente, muchas pasarelas del mundo nos han cancelado la invitación, debemos seguir adelante. No permitiré que Amour Elegant termine en el olvido; he puesto mucho sacrificio en él como para no luchar.
Cerca de las seis de la tarde, me subo a mi vehículo y me dirijo a casa. Mientras conduzco, accedo a mi playlist de canciones de Spotify de heavy metal y subo el equipo de sonido a todo volumen y grito desesperada, coreando las canciones, intentando quitar la furia contenida que tengo por dentro. Este era un ritual que teníamos con Lucas, cuando alguno de los dos desaprobaba materias del colegio. La mayoría de las veces era él. Quizás nunca llegó a graduarse; yo me fui antes de saberlo y jamás volví a preguntar por él.
Pero, ¿qué me está pasando? ¿Por qué volver a Leavenworth hace que no deje de pensar en ese individuo fracasado? Jamás volvería a estar con alguien de pueblo. Una vez que todo esto termine y vuelva a brillar en redes sociales, regresaré a la ciudad y todo será parte de un mal recuerdo.
Al llegar a casa, me despojo de toda mi ropa, preparo la bañera con sales marinas que ayuden a relajarme, voy por una cerveza al refrigerador y vuelvo a poner heavy metal en mi equipo de música. Mientras cierro los ojos, siento cómo todas las tensiones abandonan mi cuerpo poco a poco. Quizás se sorprendan de que no escuche música suave o haga ejercicios de mindfulness o de respiración, pero esas cosas no funcionan conmigo. El maldito de Lucas me hizo conocer el heavy metal, y a pesar de ser una música fuerte y pesada, es lo único que me ayuda a relajar después de un día tan duro como el de hoy.
Una vez liberadas las tensiones, me visto con ropa cómoda y ligera para estar dentro de casa, ya que no espero visitas de ningún tipo, y me recuesto en mi sofá “Roche Bobois”, un diseño traído exclusivamente para mí desde Francia.
Con celular en mano, me dispongo a llamar a mis padres y avisarles que mañana mismo salgo para allá. El aeropuerto más cercano para llegar a Leavenworth se encuentra a 40 minutos de distancia, por lo que mi padre debe conducir para buscarme. Seguramente se pondrán muy felices de verme.
Después de hablar más de media hora con ellos, de soportar risas y llantos de alegría, corto la llamada y me pongo a empacar mis pertenencias, desde mis abrigos, botas y bolsos de la última colección de invierno de Dolce & Gabbana, hasta mis maquillajes de La Prairie, jamás podría salir sin ellos, hacen magia en mi piel.
La alarma de mi reloj Jaeger-LeCoultre suena a las seis de la mañana, mi vuelo sale a las nueve, por lo que aún tengo tiempo para ingerir una buena dosis de cafeina, para recargar las energías que no logré recargar en la noche. Aunque el baño había logrado el efecto de calmar mi cuerpo, los pensamientos en mi cabeza no me dieron tregua en toda la noche, solo dormí dos horas y me espera un largo día, de mucho, muchísimo estrés.
Me preparo mi enorme taza de café y me siento a beberlo, durante la mañana solo consumo infusiones, ya que practico el ayuno intermitente para mantener la figura.
Mientras bebo mi café, prendo la laptop e inicio sesión en una cuenta de red social que nadie conoce, en ella llevo un nombre falso, es una cuenta que uso solo para casos de emergencias y este es uno de esos.