Más Fría Que La Navidad

Capitulo 10: "Una Tormenta Interior De Emociones"

Lamentablemente, las horas pasan y afuera la tormenta ha alcanzado su mayor intensidad. Los vientos son demasiado fuertes y ya no se puede ver nada. Sería imposible llegar a la camioneta y salir de allí. Tendremos que esperar hasta el otro día, que la tormenta se calme y comience la limpieza. De lo contrario, pasaremos varios días encerrados aquí y no sé si Harper podrá soportarlo.

Hace dos horas que ella está entre mis brazos, y aunque tiene un poco más de temperatura, no ha despertado. Mi cuerpo puede darle calor, pero no será suficiente si ya tiene hipotermia. Necesitamos más calor, algo tiene que haber por aquí...

Claro, ¿cómo no lo había pensado antes? El arsenal viejo fue un depósito militar allá por el siglo XIX. Estoy seguro de que algo puedo encontrar para hacer fuego.

Dejo a Harper nuevamente en el suelo, cubierta con ambos abrigos, y me dirijo a recorrer el lugar.
No recordaba la inmensidad del edificio. Hacía muchos años que no volvía y había olvidado cómo se veía, pero estoy seguro de que se ve mucho peor que antes. Las paredes están agrietadas, como si el paso del tiempo las hubiera partido en pedazos. Ya no quedan rastros de pintura, están completamente descascaradas, dejando manchas de cemento al descubierto, cubiertas de un moho verdoso en cada rincón, haciendo que el espacio huela terriblemente a humedad.

Caminando por el edificio, recuerdo que había unas puertas que llevaban al subsuelo, y allí existía una enorme biblioteca, seguramente militar, con cientos de libros. Aunque sería un sacrilegio, es lo único que se me ocurre en este momento para hacer un poco de fuego y salvar a Harper de una muerte segura.

Rápidamente diviso las puertas y bajo las pequeñas escaleras hacia el subsuelo. El lugar está igual de deteriorado que todo el edificio y la enorme biblioteca sigue allí, pero ya no quedan tantos libros como recordaba. Los pocos que hay están rotos y tirados en el suelo, como si alguien hubiese visitado este lugar y los hubiese robado. No tengo tiempo para ponerme a pensar y armar conjeturas, tomo los libros que quedan, espero que sean suficientes para hacer fuego, y salgo de allí.

Al regresar al lugar donde dejé a Harper, me encuentro con que ella ha despertado y, aunque sigue helada y muy pálida, parece tener algo más de energía.

—Hola, bella durmiente, por fin has despertado —le digo con una sonrisa, intentando levantarle el ánimo, pero lamentablemente la ciudad le ha hecho perder el sentido del humor, y eso es lo que hacía que ella fuera fantástica: su belleza, su sentido del humor, igual al mío. Podíamos pasar horas hablando y riendo, pero ella ya no existe o quizás esté escondida por ahí adentro intentando salir.

—¿Lucas? —pregunta al aire y me mira muy confundida, sin dudas no esperaba verme allí.

—Hola, Harper, ¿cómo te sientes? —exclamo mientras me acerco a ella para llegar a mi abrigo y sacar el encendedor de mi bolsillo, algo que noto la pone incómoda, y rápidamente me lo devuelve.

—Lo siento, tómalo, debes tener frío también.

—Descuida, solo quiero el encendedor para hacer fuego. Puedes quedártelo —en ese momento hago silencio—. Harper... no has respondido a mi pregunta —la miro a los ojos y solo veo confusión en ellos. Aunque Harper ha cambiado en todo este tiempo fuera de Leavenworth, no debe ser fácil para ella haber vuelto y, para colmo, terminar atrapada en una tormenta de nieve junto a tu exnovio que te engañó con tu mejor amiga... quizás estoy siendo demasiado duro.

—Siento que un camión acaba de pasarme por encima. Estoy congelada, tengo mucha hambre, pero creo que estoy bien —contesta mirándome a los ojos, y no espero la siguiente pregunta—. ¿Puedes decirme dónde estamos?

Abro los ojos, realmente sorprendido, atónito, sin poder creer lo que está diciendo.

—¿Lo dices en serio, Harper? No puedo creer que no te acuerdes de este lugar —exclamo, mientras festejo por haber podido prender el fuego después de varios minutos de intentarlo. No fue fácil, la humedad que hay en este lugar es asfixiante.

—¡Oh no, no puedo creerlo! —exclama. La observo, la noto confundida, mirando para todos lados, como si hubiese recordado dónde está—. ¡Es el viejo arsenal! —afirma, abriendo sus ojos sorprendida—. ¿Cómo llegué hasta aquí? ¿Tú me trajiste? —pregunta mirándome a los ojos, mientras intenta acercarse al fuego para calentarse.

—¿No lo recuerdas? —también la miro a los ojos, a esos hermosos ojos celeste agua, que siempre me han impactado.

—La verdad es que no recuerdo nada... solo salí a caminar por la ciudad para tomar aire y... —ella se detiene, desviando la mirada, realmente la noto muy afectada.

—Nos vimos en el centro comunitario, ¿lo recuerdas?

—Sí... sí —exclama con la voz entrecortada—. Lo recuerdo, luego comenzó a nevar y no recuerdo más...

—No lo puedo creer, Harper... —la regaño—. Has vivido más de 18 años en este lugar y no reconoces cuando tendremos una nevada fuerte, o por lo menos, haberme esperado. Podría haberte llevado a casa.

—Lo siento, sabía que nevaria, pero no tengo más ropa que esta, mis abrigos y demás cosas se fueron en las valijas, que espero recuperar —dice abrazándose a ella misma, tiritando de frío. En ese momento me doy cuenta de que, a pesar de que el fuego ayuda un poco, el lugar es demasiado grande y sigue haciendo mucho frío.

—Ven aquí, ¿puedo abrazarte? —le pregunto. Ella abre sus ojos de par en par, confundida. No es fácil para mí tampoco, pero tengo que hacerlo o nos encontrarán muertos de frío.

—Lucas...

—Solo es para mantenernos calientes, Harper, no pienses otra cosa —la miro a los ojos, noto cómo ella lucha con sus emociones y finalmente se acerca y yo la tomo en mis brazos.

—Lucas... ¿puedes decirme cómo me encontraste? —pregunta, mientras intento concentrarme en el fuego de la fogata y no en el fuego interior que me está quemando por dentro.

—Tu madre me llamó, muy preocupada, me dijo que no habías regresado.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.