Había olvidado cómo sabían los besos de Lucas. Tan magníficos, bruscos y apasionados como los de hace años. No sé en qué momento siento que me alza sobre sus caderas y me sube a la mesa de la cocina, mientras sigue besándome en los labios y recorriendo con su boca y su lengua cada rincón de mi cuello. Cierro los ojos, dejándome llevar por miles de sensaciones imposibles de describir, sintiendo que de mi boca sale un pequeño gemido cuando él introduce sus manos bajo mi delantal y toca con avidez mis pechos; eran su debilidad en la adolescencia. Luego recorre mi vientre con sus rugosas y grandes manos, a la misma vez que me recuesta sobre la mesa para recorrer con su boca el mismo trayecto que segundos antes hicieron sus manos.
Dios mío, siento que puedo llegar a morir e irme al mismísimo infierno si Lucas sigue tocándome de la misma manera. El maldito me conoce, sabe dónde tocarme para darme más placer, cosa que ningún otro hombre logró hacer, que yo disfrutara en una cama. Pero Lucas conoce cada rincón de mi cuerpo, cada centímetro de mi piel y sabe cómo hacerme encender.
Sin embargo, debo detenerlo, no puedo permitir que esto siga. Él mismo quiere que me aleje de su vida y de la de su hija. No seré un juguete de un rato para él.
POV Lucas
Dios mío, hacía mucho que no perdía la cordura como lo hice en este momento. No puedo creer tener a Harper entre mis brazos, besar sus labios y cada centímetro de su piel. No puedo dejar de besarla, no puedo dejar de tocarla, es como si mi boca y mis manos necesitaran recordar aún más. Éramos unos adolescentes hace años, pero jamás pude olvidar el increíble sexo que teníamos. Juntos llegábamos hasta el cielo, abrazados y transpirados, demostrando que nuestro amor era más fuerte que todo y que nadie podría separarnos. Qué equivocados estábamos.
Pero lo que más me enciende en este momento, y que me está volviendo loco, son los gemidos que salen de la boca de Harper, esos dulces e increíbles gemidos que me están haciendo perder la cordura. Necesito hacerle el amor, necesito recordar cómo se sentía que nuestros cuerpos fueran uno solo, necesito recuperar esa conexión que había entre nosotros y que puedo darme cuenta de que aún sigue ahí. Estoy seguro de que nadie ha podido hacer gemir a Harper de esa manera, solamente yo, y no es por vanidoso, pero la conozco lo suficiente. Conozco cada lugar que, al tocarla, se enciende.
Sin embargo, todo esto es una locura. Debo detenerme o le haré el amor allí, en la cocina, y cualquiera podría descubrirnos. Pero no es lo que más me preocupa, me aterra saber y darme cuenta de que estoy enamorado como un idiota de Harper. En realidad, nunca dejé de amarla, y la sola idea de que ella se vaya de aquí me rompe el corazón en mil pedazos. Por lo que necesito separarme de ella en este momento, alejar a mi hija y no volver a verla nunca más. Quizás es algo exagerado, pero la amo y amo a mi hija, y sé que ambos sufriremos su partida.
En el momento en que estoy por separarme de ella, siento que Harper pone sus manos sobre mi pecho y me aleja lo suficiente como para bajarse de la mesa y tomar distancia de mí.
—Harper, yo… —Estoy tan confundido, pero mirándola a los ojos me doy cuenta de que no soy el único. Ella ni siquiera puede devolverme la mirada, ni siquiera puede hablar.
—No te preocupes por tu hija, Lucas… —exclama. Yo abro mis ojos sorprendido. No es el momento de hablar sobre Laia, sino de lo que acaba de ocurrir entre los dos—. Una vez que la obra termine, me iré de aquí definitivamente. —Sus palabras me lastiman aún más—. Mis redes sociales están creciendo otra vez, y realmente no me he ido todavía porque no quiero decepcionar a Laia, pero descuida, me iré de aquí. Me alejaré de tu hija y de ti para siempre.
Me siento un completo idiota. ¿Por qué? Esa es la misma Harper que me dijo que ni con el sueldo de toda mi vida podría pagarle unas botas de Dolce no sé qué… Pero es también la misma Harper que hace minutos lloraba y gemía entre mis brazos. Siento que sus palabras realmente son sinceras, y la sola idea de que se vaya de aquí y volver a perderla me desespera. No podría soportar perderla otra vez.
—Vete, Lucas, por favor…
—No, necesito que hablemos —digo con firmeza—. Necesito que hablemos de lo que acaba de pasar y no me iré hasta… —Pero ella me interrumpe.
—No pasó nada, Lucas… Solo… solo nos dejamos llevar por el momento. No me confundas más. Vete y déjame en paz.
Sin pensarlo, dejándome llevar por mis malditos impulsos, me acerco a ella y la abrazo con ternura, sintiendo cómo se relaja en mis brazos.
—No podemos seguir negándolo, Harper… —En ese momento siento que ella vuelve a tomar distancia de mí—. No podemos negar esto que nos pasa.
—A mí no me pasa nada contigo…
—Eres una vil mentirosa —digo nuevamente, acortando la distancia entre nosotros. Me acerco a ella y la encierro entre la mesa y mi cuerpo. No puede escapar. Tenerla tan cerca hace que mi cuerpo vuelva a reaccionar, y esa maldita erección que no puedo controlar se nota en mis pantalones. Debo controlarme, por el bien de mi corazón, y no solo pensar con lo de abajo. Pero no puedo evitar acariciar su rostro, percatándome de las sensaciones en el cuerpo de Harper. No soy el único afectado emocionalmente de los dos—. Estoy seguro de que podría hacerte el amor en este mismo lugar.
—¡No lo harás! —exclama Harper, mirándome a los ojos.
—No lo haré. Y no porque no quiera… Sé que me romperás el corazón otra vez y no estoy preparado para eso.
—¿Romperte el corazón? ¿Yo? Dios, tú no tienes cara, en serio… —dice enojada.
—Sí, Harper. Ojalá algún día tengas el valor de escuchar a Emily y realmente sepas lo que pasó esa noche…
—Dímelo tú… Hazlo ahora —me presiona, aunque jamás lo haría. No rompería mi palabra con Emily. Ella es la que quiere confesarle la verdad.
—No lo haré, Harper. Escúchala… Te aseguro que todo cambiará después de ese momento…