Más Fría Que La Navidad

Capitulo 23: "La Vieja Harper"

Finalmente, llega el gran día.
Solo faltan algunas horas para salir a escena en la obra de Navidad. Estoy acostada en mi habitación, mirando hacia el techo, intentando encontrar algo de calma, pero no la encuentro, y no es por la obra que estoy nerviosa. Se podrán imaginar por qué, o en realidad por quién.

Desde ese día en la cocina, pasaron exactamente 5 días. No volví a ver a Lucas y a Laia más que en los ensayos. Apenas cruzamos palabras, todo fue muy cortante. Sí logré darme cuenta de que está muy cerca de Luna, una compañera nuestra de la secundaria, quien también participa en la obra. Llegan y se van juntos en su camioneta, y Lucas le dirige sus más tiernas y sexis sonrisas. Y yo siento que se me rompe el corazón en pedazos. Sin embargo, debo dejarlo ir. Después de la obra y de disfrutar la Navidad con mis padres, me iré de aquí. Solo regresaré a visitarlos y trataré de no volver a tener relación con Lucas. Y aunque me duela el alma, no volveré a acercarme a su hija. La amo demasiado como para verla llorar sin entender lo que pasa.

Pero lo que más nerviosa me pone es el beso. El beso que existe entre la bruja malvada y el príncipe encantado. Un beso que no ensayamos y que será espontáneo en escena. Solo volver a sentir los labios de Lucas sobre los míos me hizo caer en la realidad de que sigo perdidamente enamorada de él, que nunca dejé de amarlo. Ningún hombre pudo sacarlo de mi corazón, y es que, en realidad, sí lo tengo. Lucas me hizo dar cuenta de que mi corazón está ahí, pero lamentablemente solo late por él.

Después de mentalizarme de que solo será un beso, acomodo el traje de la bruja malvada, los zapatos y el maquillaje en el bolso y salgo de mi habitación para reunirme con mis padres. Juntos iremos a la obra en su automóvil. Pero mi silencio es demasiado incómodo para ellos, y preocupados me preguntan qué pasa mientras nos dirigimos al centro comunitario.

—Hija, desde que tuviste esa pelea con Lucas no has vuelto a ser la misma. ¿De verdad estás bien? —pregunta mi mamá por décima vez en el día, y yo le miento. Aunque sé que ella se da cuenta. Es mi madre, me conoce.

—Sí, mamá, estoy bien.

—¿Irás a la cena de Nochebuena como te invitó Laia, o le harás caso a su padre?

—Quiero ir, mamá. Hace mucho tiempo que no comparto algo así con personas reales —confieso, sintiendo que volver a la ciudad ya no será lo mismo. En realidad, yo ya no soy la misma.

—Entonces debes hacerlo, Harper. Si querés hacerlo, hazlo y demuéstrale a Lucas que está muy equivocado, que tú sigues siendo la misma Harper de siempre, nuestra Harper —exclama mi madre exagerando. No creo ser la misma de antes. Era tonta, ingenua, a la que todo el mundo podía manipular.

—Mamá, no soy la misma Harper de antes. Mucho menos tengo por qué demostrarle a Lucas qué clase de persona soy o en la que me convertí.

—Hija —exclama mi madre con ternura, como si aún siguiera siendo su niña—. Sigues siendo la misma Harper que se fue de aquí, con la diferencia de que has crecido y madurado. Pero esa calidez en tu corazón, el servicio que tenías para los demás, está ahí dentro —dice, dejándome más confundida aún—. Y por más que quieras ocultarlo, no podrás. ¿Por qué crees que Lucas no quiere que vayas? —pregunta mirándome a los ojos.

—¿Porque cree que solo soy una persona materialista y que estoy haciendo todo esto para postearlo en redes sociales? No puedo decir que esté equivocado, pero sí deseo ir a esa cena.

—Harper, Lucas te conoce desde que eras una niña. Estoy segura de que no es por eso… —confiesa mamá, y yo la quedo mirando aún más sorprendida.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Que Lucas no quiere que vayas porque está confundido, igual que tú… Ninguno de los dos puede ocultar sus sentimientos, esos sentimientos que aún siguen ahí, a pesar de los años y lo que haya pasado entre ustedes.

—Ahora está con Luna —afirmo con los celos a flor de piel. No puedo creer que le guste esa tonta de Luna, la chica que hacía bullying en el colegio, y él no estaba exento de sufrirlo.

—Claro que no, Harper. Conoces cómo es Lucas. Es una persona muy sociable. Se llevan muy bien, nada más…

Minutos más tarde, llegamos al centro comunitario. En el gran salón que se usa para los eventos, ya está armada la escenografía y están terminando de acomodar las sillas para que las personas que compraron su entrada puedan disfrutar del espectáculo muy cómodos en sus lugares. El dinero recaudado será para comprar juguetes para los niños de bajos recursos y alimentos para la cena de Nochebuena.

Cada minuto que pasa, la gente comienza a llegar y ocupa su asiento, mientras nosotros estamos detrás del escenario, terminando de ponernos nuestros trajes.

—Estos trajes están increíbles, Harper —exclama Luna, quien parece que se acerca a mí a propósito, mientras Lucas no me ha saludado ni siquiera me ha dirigido una mirada desde que llegué. Sin dudas sigue enojado por lo sucedido en la cocina, aunque debería ser yo la enojada. Enojada porque, con un simple beso, hizo despertar todo lo que sentía por él y ahora se ha complicado todo en mi vida, por su culpa.

—Gracias, Luna, pero no los he hecho sola. Lucas y Emily me han ayudado —en ese momento el susodicho parece percatarse de mi presencia, porque, al escuchar su nombre, me mira por escasos segundos.

—Lucas y Emily… —repite con una sonrisa cínica en los labios—. ¿Acaso no fueron ellos los que hicieron…? —pregunta haciendo un gesto de cuernos, un gesto que pasa desapercibido para todos—. Qué poca dignidad tienes, mujer.

—Eres una… —pero intento calmarme y no responder a su ataque. Este es un momento muy importante para Laia, y no haría nada que lo arruine. Esa mujer sigue siendo una arpía. No ha cambiado en todos estos años. No puedo creer que Lucas frecuente esta clase de mujeres, pero no me sorprende. Son de la misma calaña, se merecen mutuamente.

En ese momento aparece Laia con su hermoso traje de hada madrina, que le hace el milagro a la bruja malvada, y corriendo se acerca a mí para abrazarme.




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