Más Fría Que La Navidad

Capitulo 24: "La Confusión De Harper"

Después de ese día en la obra, ya nada fue igual. Lucas se encargó de pasearse por toda la ciudad en compañía de esa tonta. Estoy segura de que lo hacía a propósito para que yo muera de celos, y no se equivocó en lo absoluto. La maldita de Luna se encargó, cada tarde, de llegarse hasta la pastelería y comprar un trozo de pastel con tal de tener la oportunidad de decirme palabras hirientes como: “Lucas es un salvaje en la cama”, “solo tiene ojos para mí”, “Lucas te dejó en el pasado” y muchas otras cosas más que solo hacían que me ponga más celosa y furiosa de lo que estaba. Aun así, debo ser consciente de que, pasadas las fiestas, me iré de aquí, y Lucas está en todo su derecho de ser feliz, aunque sea con esa tonta.

También estos días, mis redes sociales explotaron con las fotos y videos de la obra. Mis seguidores aman a Laia y están ansiosos de mi regreso. Todo parece indicar que el incidente ha quedado atrás, aunque Erick y su equipo siguen en la búsqueda de la persona que compartió el vídeo. Al parecer, están muy cerca de encontrarlo.

Y qué decirles… la verdad es que… debería estar contenta porque estoy cerca de volver a la ciudad, pero la realidad es otra. Debo admitir, aunque me duela en lo más profundo del alma, que no quiero irme de Leavenworth. No quiero volver a ese lugar donde todos me quieren por mi dinero e influencias. Extrañaría mucho a mis padres y, aunque también me cueste admitirlo, a Lucas y a su hermosa y maravillosa hija. Esa niña, que lo único que ha hecho fue besarme, abrazarme y brindarme sus más tiernas y sinceras sonrisas, lo que la ha llevado a conquistarme por el resto de mi vida.

Lamentablemente, la vieja Harper ha regresado, porque mientras estoy organizando la mercadería del negocio, las lágrimas traicioneras ruedan por mis mejillas sin poder controlarlas.

Estoy tan perdida en mis pensamientos y emociones que no me doy cuenta de que la puerta se abre y una persona, con voz de mujer, está llamándome por mi nombre:

—Harper, ¿te encuentras bien?— En ese momento reconozco que la dueña de esa voz es nada más y nada menos que Emily. Intento esconder mi rostro para que no vea mis lágrimas, pero es inútil. —Harper, no finjas estar bien, eres humana y de vez en cuando puedes llorar.

—Emily, ¿qué haces aquí?— pregunto como una tonta para intentar desviar la conversación, pero es muy obvio qué es lo que hace allí.

—Vine por el pastel de cumpleaños para Joaquín— dice mirándome a los ojos, con una leve sonrisa de compasión en sus labios.

—Está en la cocina, mi padre estaba terminando de decorarlo, enseguida regreso— digo, logrando escaparme de esa chica. Estos días, en Leavenworth y muy cerca de ella por los ensayos de la obra, pude darme cuenta de que no hay rastros de la Emily narcisista y egocéntrica del pasado. Todo lo contrario, en sus ojos y en sus acciones solo hay amor hacia los demás y también hacia mí. Lamentablemente, todo eso me confunde aún más. Hace días, la idea de escuchar a Emily y saber qué sucedió realmente con Lucas da vueltas en mi cabeza, pero a la vez pienso que sería una tontería porque… a pesar de lo que tenga para decirme, nada me hará cambiar de opinión con respecto a regresar a la ciudad.

Segundos después, regreso al mostrador con el pastel en mis manos y se lo entrego con mucho cuidado. Es el cumpleaños número 6 de Joaquín y el pastel lleva, en la parte de arriba, una decoración muy bonita de “Superman”, el superhéroe favorito del niño.

—Está increíble, Harper— dice Emily maravillada—. Agradécele a tu padre de mi parte, por favor.

—Lo haré— exclamo sin demostrar demasiado mis sentimientos, pero cada vez es más difícil. La vieja Harper, la sensible Harper que lloraba por todo, ha regresado para quedarse.

—Puedes venir, Joaquín estaría muy feliz de verte.

—¿Qué?— pregunto sorprendida, mirándola a los ojos.

—Esta noche cenaremos en casa. Haremos una barbacoa para sus amigos y mi pequeña familia— añade, dejándome atónita—. Me gustaría que vengas.

—Yo… no sé qué decir— exclamo confundida. Es imposible disimular mis emociones frente a ella, una mujer que, una vez, fue mi mejor amiga.

—Puedes decir que aceptas venir, le diré a Lucas que pase por ti— dice con una sonrisa y yo abro mis ojos y observo fijamente hacia ella.

—¿Lucas?— pregunto como una tonta—. ¿Lucas estará allí?— No sé ni para qué pregunto si es muy obvia la respuesta.

—Claro que sí, Joaquín es su ahijado y ambos se aman intensamente. Y con mi pequeña Laia se quieren como hermanos— añade con una sonrisa.

—Ella también estará, ¿verdad?— digo, y ella me mira confundida, sin saber qué decirme.

—¿Quién, Harper?

—Luna— respondo a duras penas. Pero al parecer dije algo gracioso, porque Emily me mira y comienza a reírse.

—Harper, ¿estás celosa de Luna?

—¿Qué? ¡Jamás!— aseguro, pero soy demasiado estúpida. Por más que lo niegue, es evidente.

—Harper, Luna no vendrá al cumpleaños de Joaquín, ella y mi hijo no se conocen—. Algo en esa confesión me deja más tranquila, quiere decir que la relación entre ellos no está tan avanzada como creía… —Además… es evidente que, desde que has regresado al pueblo, Lucas no tiene más ojos que para ti— dice con una sonrisa dulce en sus labios, y a pesar de que eso me pone contenta, debo disimular un poco.

—No me importa en lo más mínimo lo que haga Lucas con ella, pero no la soporto… Ha venido toda la semana a restregarme en la cara que ambos son pareja…

—Tranquila, Harper— me interrumpe—. Lucas y Luna no son pareja, solo es una amiga, pero parece que ella quiere ser algo más. Te aseguro que Laia no se lo permitirá. Amamos a esa pequeña, pero es muy tóxica con su padre— añade, y no puedo evitar sonreír. Ambas nos miramos a los ojos y sonreímos, juntas, como en los viejos tiempos, cuando Emily aún era mi amiga y, a pesar de sus defectos, la quería.

—Bueno, Harper, ¿qué dices? ¿Vienes?— pregunta, sin moverse del lugar. Está esperando una respuesta.




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